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domingo, 10 de julio de 2016

Brexit. Quo vadis Europa?

Todos nos quedamos estupefactos cuando el Reino Unido votó en contra de su permanencia en la Unión Europea. Los que nos hemos interesado y seguido el referéndum desde que Cameron lo planteó no lo estamos tanto, pues todo apuntaba a que iba a ganar la salida de la Unión. Buena parte de los británicos nunca se han sentido cómodos en este "club". Pero, ¿por qué han decidido salirse?  Muchos son los factores y no son fáciles de explicar en un pequeño artículo, pues muy probablemente diese para todo un libro, pero al menos quisiera dar unas pinceladas ya que merece la pena detenerse en alguno de ellos para que reflexionemos acerca de nuestros comportamientos como sociedad y como individuos. Vayamos a ello entonces.



La historia, curiosamente casi nadie la ha mencionado como causa del euroescepticismo anglosajón, ha sido un factor relevante para muchos británicos. Muchos de ellos recelan aún hoy en día de Alemania. Se nos olvida que Inglaterra históricamente ha estado enfrentada a Alemania, en especial los últimos siglos con las guerras coloniales y por supuesto las dos grandes guerras mundiales. Merkel y su férreo control de lo que debe ser Europa tampoco han ayudado a disipar esos recelos. De hecho si aún existe la Libra Esterlina es porque Inglaterra supo en su día que no iba a tener el peso suficiente en las decisiones del Banco Central Europeo y que llegado el día, como es ahora con esta crisis, éste actuaría en interés de un selecto club: Alemania y los países nórdicos. No les faltaba razón.

Muchos acusan a Cameron de ser un irresponsable por convocar semejante referéndum, y en parte tienen razón, pero no por los motivos que creen. ¿Acaso la democracia no consiste en tomar decisiones acorde al pensar de la mayoría? ¡Por supuesto que debía convocarlo y preguntar la opinión de sus ciudadanos! ¡Faltaría más! Su gran error ha sido usar la estrategia preferida de esta civilización: apelar al miedo. Sí, le resultó muy bien para ganar el referéndum en Escocia, pero esta vez su rival usaba una táctica mucho más ruin y deleznable: miedo + vísceras. Es cierto que muchos británicos han votado salida porque el partido de la UKIP (el principal impulsor y defensor del Brexit) les prometió casi literalmente que expulsaría a todos los inmigrantes, los nuevos judíos a los que echar la culpa de todos los males creados por gobernantes mediocres, incompetentes o directamente corruptos. Para vergüenza europea es un mal que se expande como la peste por toda Europa, pero por fortuna en esto España está muy por encima del resto pero para bien: Somos de los países más tolerantes con la inmigración, y no me refiero a los políticos sino a los ciudadanos.

Es evidente que los males que nos aquejan hoy en día no hay que buscarlos en la inmigración, sino más bien en señores muy bien trajeados cuyo apetito por el dinero es tan insaciable que poco les importa destruir un país o una civilización entera. El mal de occidente no viene de fuera, lo tenemos bien dentro de casa: en unas élites mediocres, corruptas o faltas de cualquier atisbo de escrúpulos, moral y/o ética.

Que la inmigración sea uno de los principales motivos para su marcha y la bandera del euroescepticismo radical nos adentra más aún en las raíces del problema: La incultura. Es absolutamente increíble que el día después lo más buscado en google por los partidarios de la salida fue: "¿Cómo me afectará la salida?", "consecuencias económicas del Brexit"... No hay que ser licenciado, astrofísico o premio Nobel para darse cuenta que esas preguntas uno se las debe de plantear antes de votar, no después. Pero de nuevo, lo que es de puro sentido común nos revela que éste es el menor de los sentidos. Por no decir la cantidad de británicos ingenuos que creyeron a ese telepredicador de medio pelo llamado Nicolás Farage, líder del Ukip, que les prometió que todo el dinero que aporta Reino Unido a Europa iría a la sanidad pública. ¡Por el amor de Dios! ¡Si es un defensor acérrimo de lo privado! Su promesa no ha durado ni 24 horas, ya se ha retractado de ella... por no decir la cara que se les habrá quedado a sus votantes cuando ha renunciado a su puesto en el parlamento pero no a su escaño de eurodiputado. Se ve que para beneficiarse de las mamandurrias de Bruselas Europa "sí que mola". Pero este mal de incultura no es exclusivo de los anglosajones, recorre toda Europa.

Los políticos de todo pelaje y color lo saben y cada vez más usan eslóganes que apelan al miedo, a la parte más irracional para salirse con la suya. Los populismos de toda índole recorren el continente y de nuevo la extrema derecha está cogiendo impulso. Como ya se demostró en los años veinte del siglo pasado, es de una tremenda irresponsabilidad. ¿Pero carecen de argumentos los favorables a salir de la Unión Europea de todos los países? Para responder a esta pregunta hay que ir a la raíz verdadera de porqué a muchos europeos no les gusta ESTA Europa, y he recalcado la palabra "esta" con toda la intención del mundo, porque con otro modelo de Europa seguro que no tendríamos estos problemas. Aquí está el fondo de la cuestión de todos los males que nos aquejan hoy en día: Qué Europa se ideó y que Europa tenemos.

Al principio todo era ilusión. Por fin los europeos, al menos los de la parte occidental, convivíamos en paz, teníamos un estado del bienestar y un grado de calidad de vida que era la envidia del mundo entero. Un continente lleno de cultura, arte e historia que por primera vez construía un futuro en común. ¿Cuándo se torció todo? Para mí no me cabe ninguna duda que tras la caída del muro de Berlín. Fue entonces cuando desaparecida la amenaza comunista, los avaros insaciables, los depredadores sin escrúpulos empezaron a diseñar su plan de depredación del continente. Ya no había miedo a las revueltas internas, a que los disidentes fuesen apoyados por la URSS y en ese preciso momento Europa empezó a morir. Lo que debió ser un hermanamiento entre pueblos se convirtió en una Europa de los mercaderes y de los banqueros, un espacio donde hacer grandes negocios donde la defensa de los valores cívicos, sociales y de un modelo que se ha revelado el mejor que ha tenido la humanidad: el del bienestar, fueron apartados y olvidados. Molestaban a los grandes halcones.

Europa se construyó mal casi desde el principio. Las sucesivas adhesiones de los países a la Unión se han realizado de forma desordenada y apresurada. Nada importaba con tal de ampliar la zona de negocio. Lo que debían de haber sido los principales requisitos para entrar: valores éticos y morales, el buen gobierno, los controles rigurosos y sobre todo la construcción de una unión social y cívica de todos los europeos, igualándonos en derechos y deberes se olvidaron, se despreciaron y no se tuvieron en cuenta. Hoy lo que tenemos es un sur, entre ellos España, infestado de corrupción de arriba abajo y de derecha a izquierda, unas instituciones europeas que solo velan por los intereses de Alemania y sus acólitos, el bien común no importa, solo es relevante el: ¿Qué hay de lo mío?... Son ejemplos de lo que no se debió permitir y se permitió por amor al Bussiness.  ¿¡Cómo no van a haber recelos entre los europeos!? Es imposible que esta frágil comunidad no se deshaga como un azucarillo. Europa no funciona y no solo es Inglaterra la que puede irse, ¿Acaso alguien piensa que si Marie le Pen convocase un referéndum de salida no tendría posibilidades de ganarlo? El desastre y el sinsentido del Euro fue la guinda a un pastel de despropósitos. Esta Europa en definitiva se ha creado con los pies de barro. Yo solo veo una salida a este embrollo: parar y rebobinar. Se ha de tomar conciencia de que Europa será la del estado del bienestar de antes de los 90 o no será.

Esta Europa del mercadeo no tiene futuro alguno y lo único que hará es alimentar a los monstruos del pasado. Se debe empezar a trabajar en la idea de la nación europea y arrinconar cada vez más las banderas y los himnos nacionales. Debemos aplicar mano firme con todos los países, con sus gobiernos... Si somos una unión debemos tener un verdadero gobierno que exija las obligaciones a todos, que sea un vigilante estricto y que empiece a unificar de verdad a los europeos en valores, derechos y obligaciones. Escarmentar a España por el déficit y no hacerlo a Francia porque es un "pez gordo" solo lleva al camino del resentimiento. Ser estricto con unos países a cambio de nada, someter a Grecia a un tercer grado por hacer una política favorable a Alemania que no vela por los intereses de los griegos lleva a la subida del populismo. Mirar hacia otro lado o no hacer nada con gobiernos corruptos y despilfarradores, lleva a la desconfianza del norte y al auge de la extrema derecha. Que nuestros políticos vuelvan a encerrar en sus jaulas a las aves de rapiña que han asolado el continente y que jamás los vuelvan a dejar salir. El fin último debe ser que todos seamos iguales, que todos seamos modelo y ejemplo para el mundo.


 

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