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viernes, 15 de enero de 2016

¿Pueden las palabras curar? Parte II


Como vimos la semana pasada, es una verdad científica que las palabras y en concreto las emociones que se derivan de ellas, pueden hacer que enfermemos, que no lo hagamos o que nos curemos de muchas enfermedades al obligarnos, con su correcto uso,  a cambiar hacia un pensamiento positivo. Nuestro sistema inmunológico se debilita o se fortalece mediante las palabras que usamos o dejamos que nos influencien a lo largo de nuestra vida, pues ellas son la expresión de nuestras emociones que a su vez controlan la creación o no de sustancias químicas y hormonas que afectaran a nuestra salud. Si, las palabras curan... o nos hacen enfermar. Cuidemos muy bien el uso que hacemos de ellas con nosotros mismos y con los demás.

Esculapio, Dios romano de la medicina.
Pero la gran pregunta que se nos plantea es si los demás mediante la palabra o la oración pueden curarnos) o nosotros curar a los demás) cuando una enfermedad grave se presenta en nuestras vidas. En este punto debo confesar que soy escéptico a medias. No creo que solo con la mera oración se cure un cáncer, una hepatitis, una embolia... ya me entendéis. Pero no todo es tan fácil pues si creo que puede ser como un buen complemento, os explicaré por qué lo creo: La oración, la presencia del familiar, la imposición de manos, nuestra propia "fe" en nuestra curación o lo que queráis, en sí no nos va a sanar, pero puede influenciar en el subconsciente del paciente y reforzar su sistema inmunológico haciendo que la medicina ortodoxa sea más efectiva o directamente ayudándola aumentando las defensas del cuerpo. No es un tema baladí, pues está demostrado (y hay estudios al respecto) que la quimioterapia suministrada a los pacientes en salas donde como sonido ambiente hay música relajante, o música clásica es mucho más efectiva.

Esto me hace plantear muchas cosas, como por ejemplo, si con meditación profunda y focalizando nuestra energía y voluntad en acabar con la enfermedad no conseguiremos que los medicamentos que ingiramos se focalicen en la zona afectada y sean también más efectivos. Se han dado casos de curaciones imposibles, los cuales están muy bien documentados. Aquí hago un inciso y os recomendaría que os leyerais un libro: El médico perplejo del doctor Robert S. Barrow, en el encontraréis muchos ejemplos documentados al respecto.

Bien, sigamos, existen personas desahuciadas que han salido de la enfermedad, una de ellas fue mi madre en el segundo cáncer ¿cómo lo hizo? La verdad es que no lo sé, pues tuvo lugar a principio de los 90, os podéis imaginar que los medios para luchar contra el cáncer de la época no son ni por asomo los que hay hoy en día. Solo sé que su voluntad por sobrevivir era férrea, inquebrantable, iba a derrotar al cáncer por sus narices y le daba igual que los médicos opinaran lo contrario. Y lo hizo. Se trató a pesar de las nulas esperanzas y contra todo pronóstico: ganó. Aquello me hizo reflexionar y mucho, la quimio de entonces no era la mejor ni tan efectiva como la actual, pero su determinación en salir adelante estoy convencido que consiguió aumentar de tal modo sus defensas que suplió las carencias de la medicación y salió victoriosa.

Habrán casos en los que por desgracia nada se podrá hacer, es el ciclo de la vida: Empezamos a morir el día que nacemos, pero estoy convencido que con nuestras palabras y la perfecta gestión de nuestros sentimientos y emociones podemos evitar traspasar la línea roja o incluso si la hemos traspasado por poco poder dar un paso atrás y no me cabe duda de que la buena gestión emocional puede evitarnos la mayoría de las enfermedades comunes. Ayudemos a los medicamentos a curarnos. Antes de finalizar y para que no queden dudas al respecto, no creo que nadie tenga un poder milagroso de curación, ni que la imposición de manos, la oración u objeto/pócima milagrosa curen por sí mismas, si en algo pueden influenciar es en nuestro subconsciente que ya hemos visto que puede ser vital. Todos deberíamos ser muy conscientes de ello y deberíamos huir como del fuego de los "sanadores milagrosos".
 
Por si alguien necesita algo más concreto y racional, pensar que al contrario de lo que muchos pensamos, al día se generan del orden de 500 a 1000 nuevas neuronas y sus correspondientes conexiones gracias a las células madre. La voluntad de cada individuo y su estado emocional son claves para determinar a qué se destinan esas neuronas. Quizás esta sea la clave para resolver esa gran verdad intangible que tan bien plasma nuestro refranero: "Quién la sigue la consigue" o "Si quieres ser Papa, métetelo en la cabeza". Si nuestra voluntad o si nuestros esfuerzos, están dirigidos a unos objetivos concretos, buena parte de esas neuronas irán destinadas a las regiones cerebrales encargadas de alcanzar dichos objetivos. Si en vez de dedicar  1 millón de neuronas a pensar cómo podemos conseguir algo, dedicamos 2 millones y cada día le añadimos más neuronas... es evidente que al final lograremos dar con la solución que nos haga llegar a nuestra meta, incluido recuperarnos de una enfermedad.
 
Entonces, no hay magia, es todo un proceso natural... ¿Seguro? Son nuestras conciencias quienes rigen las emociones y estas a su vez nuestro cuerpo ¿Acaso no hay nada más mágico que seamos capaces de crearnos a nosotros mismos con algo tan etéreo como la voluntad y la plena conciencia de nuestro yo? ¿Qué es la voluntad o la conciencia? ¿De dónde vienen? ¿Dónde están? Os dirán que dentro del cerebro, pero es falso. Nadie lo sabe ¿No es acaso el gran misterio?
 
 
 

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