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domingo, 2 de abril de 2017

Sexo con robots, Humans y J.J.Benitez

De nuevo pediros disculpas por la tardanza en publicar un artículo nuevo, pero han sido meses muy duros, la muerte de un familiar muy cercano y querido ha sido un golpe del que me ha costado recuperarme, como a buen seguro todos entenderéis. Pero la vida sigue, aunque cada vez con más gente querida al otro lado que a este, quizás por eso muramos… pero no quiero entristeceros, ya hablaré de ello más adelante. Hoy he retomado y acabado el artículo que tenía pendiente, espero como siempre, al menos haceros reflexionar y que os hagáis preguntas sobre los temas que os planteo, estéis o no de acuerdo con lo que expongo. Sólo con que cada cual tenga un criterio propio razonado por si mism@ todos ganamos.

Quizás muchos estéis desconcertados por el título de este artículo, pero en verdad son caras diferentes de un mismo prisma que me han hecho reflexionar sobre la naturaleza humana y como afrontará los desafíos que en breve, si no ya, serán una realidad. No os preocupéis, poco a poco veréis la relación entre ellos. Hace unas semanas, a raíz de un artículo publicado en El mundo: “Hablemos de sexo (con robots)” y que mi amigo Carlos ha compartido en Facebook, he enlazado tres piezas inconexas que estaban rodando por mi cabeza los últimos meses. ¿Tendremos los humanos sexo con robots? ¿Nos casaremos con ellos? Se preguntaban en el muy buen artículo del periódico. Creo que las implicaciones que traen consigo estas preguntas son mucho más profundas de lo que a primera vista pudieran parecer y se adentran en lo más profundo de la naturaleza del ser humano. Vale la pena adentrarse en esta dicotomía aunque sea en un pequeño artículo (el tema daría para unas cuantas decenas de libros) y que empecemos a pensar en ello.

Sabéis que últimamente estoy muy interesado en cómo se desarrollará la implantación de la IV Revolución Industrial que ya tenemos encima, y el aspecto de las relaciones sociales y humanas que se derivarán de ellas. Era una idea que me estaba rondando hace tiempo y que la serie de televisión “Humans” hizo que me parase a pensar sobre este tema en serio. En ella, los seres humanos se interrelacionan con robots de semblante idéntico al nuestro, eso sí, todos ellos monísim@s y de cuerpos perfectos. Son seres, a excepción de los robots protagonistas, sin capacidad de pensamiento, máquinas frías sin emociones y de respuestas asépticas. Como no, la naturaleza del ser humano se enfrenta a ellos de diversas formas, desde la superioridad del amo con su siervo, el uso de ellos como esclavos sexuales con los que dar rienda suelta a las más oscuras perversiones, la búsqueda de un afecto no encontrado y también la compasión, la empatía con unos seres que no son ni tan siquiera sintientes, como sí lo son los animales.

¿Tendremos sexo con robots? ¡Sin duda! De hecho, conociendo al ser humano, muy probablemente será de los primeros usos que se le dará a esta maravilla de la ingeniería. Quizás muchos penséis que es imposible que sustituyamos a una pareja humana por una máquina, pero la verdad es que la gran mayoría lo hará sin dudarlo un instante. Acaso, ¿Qué son si no los reborn? Para los que no sepáis, los reborn son muñecos de bebes de un realismo tal que es difícil distinguirlos de los auténticos. Aunque os parezca increíble, hay muchas parejas que compran estos “juguetes” que cuestan miles de euros para tener su bebe, muchas de ellas con hijos de carne y hueso vivitos y coleando. ¡Por Dios, si hace tan solo hace unos pocos días se anunció la apertura en Barcelona de un “¿burdel?” de muñec@s hinchables hiperrealistas! Muchos de nosotros huimos de las dificultades, de los problemas, no los afrontamos aunque curiosamente las mismas dificultades parecen perseguirnos una y otra vez a lo largo de la vida, como si viviésemos en el famoso día de la marmota de esa maravillosa película que es “atrapado en el tiempo” y protagonizada por Bill Murray. ¿Tendrá éxito un compañer@ robot que hará todo lo que le pidamos sin rechistar? ¿Qué no se atreverá a contradecirnos? ¿Qué tendrá un cuerpo perfecto y será físicamente nuestro sueño hecho realidad? ¿Qué cada vez que se lo pidamos alimentará nuestro ego desmedido? ¡Ni lo dudéis! Muchos seres humanos rehúyen de los problemas, de la confrontación de los sentimientos, otros son frágiles y temen las relaciones, el contacto humano, otros son todo lo contrario, se creen semidioses o dioses directamente y necesitan de acólitos que obedezcan sin rechistar, que los adoren como la divinidad que creen ser. No lo dudéis, los robots de compañía arrasarán y la humanidad cambiará como lo ha hecho con internet y las redes sociales.

¿Eso nos hará más felices? A muchos aparentemente sí, y más viendo como está evolucionando esta sociedad hacia un individualismo egocentrista como jamás habíamos visto antes. Pero será una felicidad artificial, ficticia y podo duradera. El ser humano jamás se suele conformar con lo que tiene. Aunque tengamos el robot más hermoso más perfecto, más servicial… acabaremos cansándonos de él y como siempre, querremos más o lo que tiene el de enfrente. La mayoría acabará atrapado en un nuevo círculo vicioso, o si lo preferís un laberinto de imposible salida, en busca de una falsa felicidad, buscando exactamente en la dirección contraria los escasos retazos que podemos encontrar de la misma en esta vida. Los robots cónyuges deshumanizarán y aislarán a sus parejas aún más del resto de la humanidad, volverá a esta sociedad ya de por sí escasa de empatía en un lugar donde las relaciones humanas ya no se darán ni por internet ¿Para qué discutir con nadie por las redes sociales si podemos tener un ser inanimado que nos adorará como si fuésemos un Dios? Pero cuidado, la historia ha estado llena de Dioses que cayeron en el olvido porque sus seguidores los abandonaron. El débil de una relación deificada es el adorado, no el adorador, pues el primero sólo puede subsistir si tiene acólitos, si estos le fallan está perdido, pero el seguidor puede cambiar “de amo” cuantas veces quiera sin que esto afecte a su felicidad. Pero, estamos hablando de robots, no de personas hacen lo que se les dice y lo de Terminator son tonterías – podrá pensar más de uno, ¿seguro? Os sorprenderá saber que Google ha diseñado un botón del pánico para las máquinas con Inteligencia Artificial que está desarrollando… ¿hace falta decir algo más?


Muchos estaréis aterrados ante este futuro deshumanizado que a muy seguro va a venir, si no ya, lo tenemos encima. Los teóricos de la conspiración alegarán que las grandes corporaciones, los gobiernos y oscuras sectas están planificando nuestra desconexión social para dominarnos, que todo es fruto de un oscuro plan para moldear nuestras mentes. No lo creo, simplemente usan la propia naturaleza humana a su favor, ellos no están creando un modo de pensar, esa semilla ya estaba plantada en el ser humano desde el principio de los tiempos. Al final, todo lo descrito son meras consecuencias y reflejos de algo mucho más profundo, la pregunta verdadera que todos debemos hacernos es ¿por qué se comporta como lo hace el ser humano? Aquí es donde entra J.J. Benítez, del que muchos ya estaríais ansiosos de ver como lo relacionaba con todo esto. La verdad es que las últimas semanas y ante la “maravillosa” programación televisiva, mi mujer y yo nos hemos dedicado a ver entrevistas al archi-famoso periodista. Me ha sorprendido comprobar cómo coincidimos en muchos aspectos, en otros no y discrepamos profundamente.

El fondo de la cuestión es que, al igual que J.J. Benítez, pienso que todo esto sucede porque la humanidad está completamente desorientada, no sabe de qué va esto de la vida, porqué estamos en este mundo y que hemos de hacer con el tiempo que se nos ha dado (magnífica frase de Tolkien). A esta vida no hemos venido para ser felices, es imposible serlo en este mundo. Al igual que el famoso periodista, pienso que en efecto podemos tener momentos de felicidad puntuales, más o menos largos, intensos o periódicos, pero la felicidad absoluta como fin último que nos venden a diario en todos los medios de comunicación es simple y llanamente una quimera. ¿Eso es malo? Al contrario, creo que estamos aquí para mejorar como seres pensantes, para elevarnos y perfeccionarnos y sólo hay una forma de hacerlo: enfrentarnos a nuestros defectos. Lo que implica problemas y desgracias, que sólo afrontándolas seremos capaces de superarlas y mejorar. Curiosamente, cuando aceptas este axioma, cuando comprendes este circo ambulante que es la vida y renuncias a la felicidad absoluta es cuantos más momentos de felicidad experimentas. Cuando uno acepta lo que el destino le depara, sea lo que sea, bueno o malo, como una experiencia más de la que aprender, es cuando nos liberamos buena medida de la ansiedad, del estrés, de la presión, del miedo que nos atenaza día a día. Es cuando las redes sociales, los robots obedientes pierden su sentido dominador de nuestra mente y se convierten en herramientas para nuestro crecimiento. Cuando el mundo entienda que la felicidad absoluta no existe y que lo material no es la meta de nuestra existencia si no la herramienta, ese día la humanidad será diferente y gran parte de los males que nos aquejan se disolverán como la sal en el agua.


Me gustaría terminar con una última reflexión, haciendo notar como la causalidad o simplemente tener la mente abierta para buscar “señales”, me ha permitido escribir un artículo cuando, sinceramente, no sabía de qué escribir. Creo que es algo que deberíamos tener muy presente todos en nuestras vidas cotidianas. Si yo hubiera visto “sin ver” la serie Humans o las entrevistas a Benítez y la curiosidad no me hubiese llevado a prestar atención a un comentario de un amigo en Facebook, hubiera seguido en “blanco”. ¿Cuántas oportunidades se nos pasan por no estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor y guardarnos en la recámara todo aquello que nos sucede? Estoy totalmente de acuerdo con Benítez en este punto: La vida no se trata de ser permanentemente feliz, si no de experimentar, de sufrir experiencias de las cuales sacar conclusiones y mejorar como personas. Ser conscientes de ello, saber aceptar todo aquello que nos sucede y tratar de sacar de ello fruto, por muy amargo que sea, es lo que en verdad después nos ayudará en esta vida llena de espinas. Lo contrario nos lleva a enredarnos más en el zarzal. Creo que mi siguiente experiencia en este pedregoso camino que es la vida, una gran bofetada de esas que te dicen: ¡Eh! ¡Espabila! y más valiosa lección vital, es puro reflejo.