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domingo, 14 de enero de 2018

Misticismo nazi: Mundo Hielo y la Tierra Hueca

Emblema de la
Sociedad Thule
Los alemanes tenían muchas razones estratégicas para establecer una base antártica: políticas, económicas, militares... pero no es de ellas de las que quiero hablar en este artículo, si no de la más peregrina de todas: La teoría de la Tierra hueca. Sí, parece increíble, pero los altos cargos del partido nazi tenían como uno de sus principales objetivos sociales el establecimiento de una nueva religión de corte pagano que sustituyese a las creencias y tradiciones cristianas. Para ello, se entregaron a una serie de teorías, a cuál de ellas más demencial, de las que por supuesto, la pieza clave era la superioridad racial de los arios. El origen de la mayoría de ellas hay que buscarlo en una sociedad secreta ocultista llamada Sociedad Thule, fundada por Rudolf von Sebottendorf en Munich que inicialmente se denominó: Grupo de estudio de la antigüedad alemana.

Esta sociedad es clave para entender todo lo acontecido a lo largo de la II Guerra Mundial pues es uno de los pilares del poder nazi. Desconocida para el gran público, la sociedad Thule fue fundamental para el establecimiento, difusión y lavado de cerebro de buena parte de la sociedad alemana, implantando las teorías raciales que terminaron en lo que todos sabemos. Aunque para ser justos, hemos de reconocer que lo tenían fácil, pues la mayor parte de los europeos de mitad del siglo XX era profundamente anti-semitas. Los judíos fueron usados, desde principios de la edad media, como chivos expiatorios de todos los males que aquejaban a las sociedades europeas: pestes, desapariciones de niños, enfermedades... Pero volvamos al camino, pues no es el origen del anti-semitismo el objeto de este artículo. Para que entendamos lo enraizada que estaba la sociedad Thule en el III Reich, sirva de ejemplo que ellos controlaban el principal semanario alemán durante la contienda: Völkischer Beobachter (El observador del pueblo) y eran la base de la sección de las SS conocida como la Ahnenerbe: "Sociedad para la Investigación y Enseñanza de la Herencia Ancestral Alemana", que fue la que patrocinó y promovió diversas expediciones en busca de pruebas arqueológicas y antropológicas que demostrasen la superioridad racial aria, entre ellas la famosa expedición a Tibet que fue recreada por Hollywood en la película protagonizada por Brad Pitt: Siete años en el Tibet.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el establecimiento de una base antártica? - querréis saber, paciencia, vamos a ello. La primera pista nos la da el propio nombre de esta secta ocultista: Thule
, que es el mítico nombre dado por los eruditos grecorromanos a la supuesta nación (y a la región) que habitaba en el norte más lejano (cerca del Polo Norte) y que en griego se conoce como Hiperbórea (más allá del norte). Las teorías raciales nazis, aseguraban que dicho pueblo hiperbóreo era el origen de la humanidad y que sólo los arios podían considerase descendientes de esos hombres a los que describían como semidioses. Su afán por descubrir pruebas de dicho pueblo perdido era inmenso, como os podéis imaginar. Sí, pero la Antártida está en el sur - replicaréis, cierto, pero un poco más de paciencia. Las teorías hiperbóreas nazis provienen de una hipótesis del origen del Universo simple y llanamente estrambótica: Welteislehre, El Mundo de Hielo.
Hanns Hörbiger

La historia aquí empieza a ser kafkiana. Esta teoría indicaba que el material primigenio del universo eran inmensas bolas de hielo que giraban en forma de espiral alrededor de las estrellas. Por supuesto, las leyes de Kepler, como tantas otras disciplinas científicas, directamente se catalogaron como falsas por parte de la ciencia nazi al ser contrarias a su teoría racial. Bien, según lo descrito en la teoría del mundo hielo, estas bolas finalmente caerían sobre su estrella provocando una eyección de masa coronaria que formaría el nuevo sistema solar. Por si no fuera suficiente, según este modelo, la Tierra dispondría de 4 lunas, de las que la actual sería la única sobreviviente, pues las otras tres habrían caído sobre nuestro planeta, la última de ellas sobre el 13.000 a.c y que sería la causante de la muerte de la casi totalidad del pueblo hiperbóreo, al cual asociaban a la Atlántida. ¿Y quién propuso dicha teoría? Pues fue Hanns Hörbiger, un herrero metido a ingeniero-cosmólogo, el que cautivó con sus hipótesis al todopoderoso Heinrich Himmler, el Reichsführer de las SS, quién dio pábulo a esta teoría, publicándose en el tratado cosmológico elaborado por el partido para las élites de las SA y de las SS. Aunque parezca un loco, en verdad Hörbiger fue el descubridor de la válvula de disco y más tarde de las de alta compresión y químicas, gracias a las cuales se aumentó considerablemente la producción de acero y que hoy se usan en toda la red de transporte del gas natural. Para que os hagáis una idea, su compañía, fundada en 1925 y que actualmente, bajo el nombre de Hoerbiger, sigue siendo un referente en la fabricación de válvulas. Como poco, resulta curioso como alguien hecho a sí mismo y tan brillante elaborase una teoría tan descabellada. 


Estoy seguro de que todos estos datos os parecerán interesantes, pero seguiréis sin ver la relación con la Antártida. Mundo Hielo no fue la única teoría que abrazó el nazismo, ni la más surrealista a decir verdad. La sociedad Thule, mezcló las teorías que afirmaban que la Tierra era hueca (formuladas ya en el siglo XVI) con la hipótesis de Mundo Hielo para conformar su gran relato del origen racial ario. Si la Tierra había sido una enorme bola de hielo, tal y como afirmaba Hörbiger, al solidificarse la corteza terrestre el interior se debería haber derretido de forma completa o al menos parcial. Por lo tanto, se debían haber creado grandes espacios interiores en los que los supervivientes del gran cataclismo del 13.000 a.c. se habrían refugiado, esta humanidad era según afirmaban los ancestros arios: los hiperbóreos, que habrían logrado salvar parte de su tecnología, creando grandes ciudades y una sociedad muy avanzada en el interior terrestre. El deshielo interno también habría formado gigantescos túneles de kilómetros de diámetro y pasadizos que conectarían la Tierra de extremo a extremo. El acceso a esta especie de descomunal "red de metro" se realizaría desde diferentes puntos clave diseminados por toda la superficie, pero que tendrían como principales entradas dos enormes agujeros, uno situado en el Polo Norte y otro en el Sur. ¿Empezáis a entender?

Por supuesto que es una locura, ¿pero que no lo fue en aquellos años? Hemos de entender, tal y como he explicado anteriormente, que los altos mandos de las SS y buena parte de los dirigentes del partido creían firmemente en estas teorías tal y como lo hace cualquier creyente con su fe. Para Hitler y sobretodo Himmler, quienes creían ciegamente en estas creencias, era vital encontrar el acceso a dichos pasajes, reencontrase con sus ancestros que vivían en el interior del planeta y acceder a una tecnología que les permitiese ganar la guerra y establecer el dominio ario. Por tanto, la Antártida sería un lugar clave para las SS y el III Reich y es la localización de dichas entradas al mundo subterráneo, lo que con total seguridad más impulsó a Hitler a enviar la expedición de Ritscher de 1939. Tampoco tengo dudas de que, descubiertos oasis sin hielo en el continente polar, la imaginación de ambos dirigentes debió dispararse febrilmente y no creo que perdieran de vista ni alejaran de sus pensamientos a la Antártida. ¿Pero tanto como para establecer una gran base en el Polo Sur? Lo que sabemos hasta ahora nos dice que no, pero de nuevo os quiero recordar que el libro "Die glocke" es ficción y que sólo pretendo que veáis que desde el punto de vista del interés de los alemanes, el establecimiento de dicha base era más que deseada.

Sé que os habréis quedado con más ganas de este tipo de historias, el próximo artículo os hablaré de los personajes ocultistas que rodearon a los círculos de poder del Reich, alguno de los cuales aparecen en la novela. ¡Os prometo que os vais a sorprender!


sábado, 6 de enero de 2018

Nazis en la Antártida

En este artículo, quiero analizar los aspectos en los que se fundamentan los llamados "conspiranoicos" para afirmar que los nazis tenían una base secreta en la Antártida y si es una idea tan descabellada como aparentemente parece. Es de justicia empezar por la principal pieza que sostiene esta hipótesis de la presencia nazi en el continente polar y que es la extraña aparición de un submarino alemán gigantesco en el Mar del Plata, Argentina, tras el fin de la II Guerra Mundial. 


U-530

A las 7:30 de la mañana del 10 de julio de 1945, el capitán de corbeta Ramón Sayús, en ese momento el mando de más alto rango de la base naval de Mar del Plata, es informado de que un submarino alemán ha sido avistado por pescadores que faenaban en la costa. Dicho submarino era el U-530 (de la clase IX-C), al mando del joven teniente de navío Otto Vertmouth, quién manifestó a las autoridades argentinas su deseo de rendir la nave de forma pacífica, como así se llevó a cabo. La teoría de la conspiración nos dice que en verdad este submarino se desplazaba hacia la base secreta antártica y que fue una avería lo que motivó que no les quedase más remedio que rendirse, incluso hasta se afirma que el mismísimo Hitler viajaba a bordo. En verdad, por las informaciones de que se disponen, todo apunta a que esta teoría no se sostiene. Al inspeccionar el buque, se verificó que se habían deshecho del cuaderno de bitácora, de las armas / municiones (incluidos los torpedos), el aspecto general interior era caótico y el orden castrense que caracteriza a un buque de guerra (si cabe más aún a un submarino), se habían perdido por completo. Por tanto, no parece que el U-530 estuviese en  misión militar en busca de una base secreta alemana y que su verdadera misión fuese rendirse en un país germanófilo como lo era la Argentina de 1945.


Sin embargo, este no fue un suceso aislado. El 17 de agosto de ese mismo año, el U-977 (de la clase VII-C) al mando del también muy joven capitán de fragata Heinz Schaeffer, entraba en el puerto de Buenos Aires escoltado por el rastreador Py y el submarino Salta, ambos pertenecientes a la base militar de Mar del Plata. Oficialmente, Schaeffer fue quién se mostró y rindió la nave al teniente de corbeta Rodolfo Sáenz, pero los que creen en la base 211 afirman que en verdad fue capturado al verse sorprendido navegando en superficie. A diferencia del U-530, el buque de Schaeffer estaba en perfectas condiciones y mostraba signos de que la disciplina militar se había mantenido a bordo en buena medida, aunque es cierto que parte de la tripulación (los casados), habían sido desembarcados en Noruega antes de su viaje a costas argentinas. Cabe destacar antes de continuar, que el U-977 realizó una verdadera proeza, pues para esquivar a los navíos aliados que aún patrullaban el Atlántico, Shaeffer y su tripulación batieron el récord de inmersión hasta entonces logrado. ¿Se rindieron o los "cazaron" en su viaje hacia el sur? Todo parece indicar que la primera respuesta es la válida

Entonces, ¿No parece que esto demuestre nada de la existencia de una base secreta alemana en la Antártida? - Os preguntaréis algunos. Cierto, pero pensad que en verdad lo que quiero mostrar es que fue posible, no que fuese cierto. Además, la historia no acaba aquí. La teoría de que ambos U-Boote formaban parte de un convoy mucho más grande que navegaba hacia la mítica base nazi antártica, se ven reforzados por los numerosos rumores de los habitantes y pescadores de las costas argentinas sobre avistamientos de numerosos submarinos navegando cerca de la costa por aquellas fechas. En un principio, puede parecer eso: simples habladurías inventadas por personas con mente muy imaginativa y/o con ganas de tener historias interesantes que contar a su círculo de amigos, pero la verdad es que hay otro hecho confirmado y muy desconocido por el público que nos hace pensar que no son lo que hoy llamaríamos "fakes". Y es que el 11 de Mayo de 1945, la agencia United Press confirmó en boca del jefe del distrito Naval Norte de la marina chilena, que un submarino alemán, que navegaba a la altura de Iquique, había solicitado rendirse en la base de Tocopilla. Por lo tanto, es cierto que, al menos uno de ellos, pasó por toda la costa argentina, bordeó el cabo de Hornos y llegó hasta el Pacífico. La pregunta que cabe plantearnos es si hubo más y cuál fue su destino. Lo más lógico es que, tal y como tenían planeado hacer los tripulantes del U-977, la tripulación desembarcase en algún punto de la costa argentina o chilena hundiendo su submarino para que no fuese capturado, pero hay otro hecho que resulta desconcertante y que pone en duda, al menos en parte, dicha teoría.
Erich Raeder,
comandante general de la Kriegsmarine

Antes de comentaros dicho incidente, es relevante hacer notar que finalizada la II Guerra Mundial y con los archivos militares en poder de los aliados, al parecer se encontraron irregularidades en estos, pues existían al menos 120 submarinos de los que se desconocía su paradero. Casi finalizando la contienda, los aliados descubrieron que los nazis tenían en servicio 3 clases de U-Boot hasta entonces desconocidos para ellos, las clases: U-21 y U-23 de combate y el U-10 de transporte. Los tres se caracterizaban por ser realmente gigantescos y de una tecnología muy avanzada, tan es así que los más modernos disponían de motores que no eran detectables para los sonar que disponían los buques aliados en 1945. De hecho, las pocas unidades que se capturaron de estos modelos y su tecnología sirvieron como base para la creación del primer submarino atómico. Pero aparquemos hasta dentro de unos pocos párrafos este hecho, pues ahora lo que quiero hacer notar es que estos nuevos submarinos llevaban la numeración de U-Boote anticuados o hundidos, algo incompatible con la meticulosidad alemana (recordemos que incluso llevan listas rigurosas de las personas que asesinaban en los campos de concentración). Es evidente que los alemanes querían ocultar la existencia de estas naves haciéndolas pasar por otras, con lo que en verdad no sabemos si realmente se rindieron o fueron capturados todos ellos, ni la finalidad de tanto secretismo respecto a estas naves. Incluso los aliados tuvieron que dar a esta anomalía el calificativo de "asunto no aclarado", lo que me lleva al acontecimiento más desconcertante de todos:
Zona del ataque del Pinguin

En fechas tan alejadas ya del fin de la guerra, como es septiembre de 1946, y de la orden de rendición de todos los barcos de guerra alemanes conocida como "regenbogen", dada el 30 de abril de 1945, el capitán del buque ballenero islandés Juliana II: Christian Hecla, declaró que un submarino de grandes dimensiones con la bandera alemana oficial de luto, los había abordado y exigido la entrega de combustible y víveres. Según su declaración, los alemanes se comportaron de forma amable, pagando los suministros que habían requisado en dólares e incluso dándoles la posición de las ballenas. La fecha es de por sí desconcertante, pues suscita muchas preguntas: ¿cómo se había mantenido ese U-Boot operativo más de un año tras el fin de la guerra? ¿Se habían mantenido siempre en alta mar o tenían una base o escondite? No menos interesante es el lugar donde se produjo semejante encuentro: en las aguas entre las Malvinas y la costa de la Antártida reclamada por Hitler y conocida como Nueva Suabia.

De nuevo nos hemos de preguntar si, al igual que en la Isla Alexandra cerca del Polo Norte, los alemanes lograron establecer algún tipo de base en las costas antárticas. Hemos visto que disponían de submarinos de gran envergadura y autonomía suficiente para establecer y abastecer una base polar, al menos de dimensiones reducidas como la de Schatzgraber. Pero ¿pudieron construir una verdadera base secreta tal y como se nos dice? Aquí de nuevo hemos de retomar la tecnología y dimensiones de los U-Boote arriba mencionados. Por ellos mismos se podría haber abastecido a una base en el Polo Sur que la formasen unas cuantas decenas de soldados, tal y como debieron hacerlo con la base ártica descubierta en la actual Rusia, pero es difícil de imaginar que lograsen establecer y mantener un complejo militar como el que los conspiranoicos afirman... ¿o no?
Pinguin

Una de las historias más olvidadas de la guerra naval es la de los mercantes corsarios alemanes. La Kriegsmarine (la marina de guerra del Führer), modificó al menos 10 grandes mercantes dotándolos de la capacidad de fuego típica de un crucero. Estos buques tenían la finalidad de destruir convoyes aliados camuflándose de cargueros neutrales, treta que usaban para acercarse a sus víctimas sin ser detectados ni darles tiempo a dar la voz de alarma por radio. Los más famosos de ellos fueron el Pinguin, el Atlantis, el Orion y el Komet. Fueron desplegados por todos los mares, pero principalmente desarrollaron su cometido en el Atlántico Sur, en campañas que duraron al menos 16 meses, tiempo en el que se desconoce su ubicación la mayor parte del tiempo. 

Bueno, ¿y qué? os preguntaréis, bien, otro de los aspectos desconocidos es que por ejemplo, se conoce actividad corsaria en puntos tan cercanos a la Antártida como lo es los 59º sur y 2º30' oeste, donde se sabe con certeza que el crucero Pinguin capturó al menos 5 balleneros noruegos y atacó otros 11 buques. ¿Veis por dónde voy? Es evidente que estos buques corsarios pudieron abastecer de maquinaria pesada y del material necesario a una hipotética base polar al mismo tiempo que hundían los buques mercantes enemigos en su travesía hasta la mítica base 211. Esto pudo ser así al menos hasta finales de 1942, cuando la RAF y la Royal Marine se tomaron muy en serio esta amenaza y castigaron muy duramente a los corsarios nazis, hundiendo muchos de ellos. Pero desde 1939 a 1942 son tres años de cierto dominio del Atlántico Sur que les hubieran permitido llevar, entre submarinos y buques corsarios, el material y el personal suficiente para crear una gran base polar todo ello sin que los aliados se diesen cuenta. Los datos nos indican que lo pudieron llevar a cabo, pero ¿lo hicieron?

Otro de los argumentos que se usa para descartar por completo la presencia nazi en la Antártida es, por supuesto, el clima. Pero el continente polar es gigantesco y nada tiene que ver el clima del interior, con una media de -55ºC con el de la costa, con una temperatura media de -10ºC. En las costas de la tierra de Maud, que es donde supuestamente los nazis hubieran establecido su base, la temperatura más baja ronda los -26ºC. Comparados con los -40ºC del invierno ruso de 1942 que soportaron las tropas alemanas no parece tanto frío, ¿verdad?

El porqué del interés de construir la base 211, tiene varias razones de gran peso y que ya apunté en el artículo anterior : abastecerse de aceite de ballena, control de una vasta tierra sin dueño, el establecimiento de una base naval en el Atlántico Sur, único de los océanos en los que Alemania o sus aliados (Japón incluido) carecían de infraestructura alguna y que necesitaban controlar para ganar la guerra y por supuesto está el misticismo de la nueva religión aria, aspecto que abordaré en el próximo artículo pues es el más desconocido de todos ellos.