Aunque a muchos os resulte
extraño, nadie ha logrado aún concretar que es la conciencia humana, como se
genera y donde se encuentra alojada, lo mismo ocurre con los recuerdos: la
memoria. Habréis oído hablar y os habrán enseñado, que el cerebro y las
neuronas son las que contienen físicamente tanto a la conciencia como la
memoria, pero resulta curioso que nadie haya encontrado aún ese lugar. O que
las diferentes habilidades del ser humano, el lenguaje, las habilidades
artísticas, la racionalidad, la emotividad, se localizan en uno de los dos
hemisferios del cerebro. Pero nada de todo ello está demostrado, más bien los
últimos estudios sobre casos reales apuntan lo contrario.
La casuística médica es tozuda
contra estos argumentos. A través de décadas de investigación sobre pacientes
que habían sufrido lesiones graves o incluso amputaciones cerebrales, bien por
graves accidentes o por extirpaciones tumorales, al cabo de cierto tiempo
mostraban una mejoría sorprendente e incluso recuperaban funciones perdidas y
que no casaba con la teoría estandarizada de la especialización de funciones
por regiones cerebrales. La casuística es amplia, hay infinidad de estudios al
respecto.
Existen pacientes que por
ejemplo, teniendo destruida la región del habla, tras años de terapia lograban
recuperar dicha función ante el asombro de los médicos, y más aún cuando
descubrían que dicha función había “migrado” al otro hemisferio. Lo mismo ocurre
con los recuerdos, existen pacientes que logran contra todo pronóstico
recuperar recuerdos que la medicina oficial da por imposibles de recobrar.
¿Qué está sucediendo? Empezaron a preguntarse los médicos, neurólogos…algo no encajaba. Hasta ahora e incluso hoy en día, la concepción que se tiene sobre la conciencia y la memoria, yo no soy capaz de disociarlas, es que son un conjunto de datos que se encuentran almacenados en un recipiente físico, nuestro cerebro, por ejemplo como una foto guardada en vuestro portátil. Si el “disco duro” se quema, la foto la habréis perdido y será irrecuperable.
La realidad mostraba que en
verdad esos datos no se perdían. El cerebro, con tiempo, era capaz de crear “un
segundo disco duro” y recuperar la información perdida, ¿Cómo era posible? Según
la medicina oficial, como un recuerdo suele estar asociado a varios sentidos,
por ejemplo en un día de senderismo lo recordáis por el paisaje, el olor del
bosque, el cantar de los pájaros… ese recuerdo se grababa por triplicado o
cuadriplicado y por ello se tiene acceso a dicho recuerdo perdido aunque “difuminado”.
Esta explicación no resuelve por
qué si lo tenemos almacenado, aunque sea en otra región, no somos capaces de
acceder a él de inmediato o como en algunos casos, al realizar experimentos de
recuerdos con escáneres cerebrales, porque se iluminan zonas que no deberían
hacerlo y el recuerdo sorprendentemente se guarda en una región donde no
debería estar.
Hay una revolucionaria teoría que
da respuesta a estos interrogantes, la conciencia o la memoria no deben ser
algo físico del cerebro, ni es parte de una red de neuronas, un hemisferio, el
tálamo… es más bien como internet, es decir, lo que somos, nuestros recuerdos,
nuestro yo, no está en nuestro cuerpo, no es algo físico y al igual que
cualquier página web que se consulta, ésta se encuentra en la red global o
nube, no se encuentra en el interior de vuestro PC (vuestro cuerpo) que es solo
la herramienta física para decodificar lo que hay en la red.
Esa hipótesis de la conciencia
extracorpórea explicaba el por qué ciertos pacientes eran capaces de recuperar
funciones que debían haber estado pérdidas para siempre, era simple, la función
o el recuerdo no se perdía al dañarse una parte del cerebro, solo se perdía la
parte física que nos permitía acceder a dicha información.
Hago una analogía para dejar
bien claro el concepto: si se os rompe el PC la información de internet no se
pierde, sigue ahí, pero no tenéis el equipo para acceder a ella, pero si compráis
otro PC volveréis a poder navegar por internet. Al parecer el cerebro se
comporta de igual modo, si se estropea una parte del mismo, éste es capaz de
reorganizarse en ciertos casos para suplir la parte dañada, los recuerdos o las
funciones vuelven… y eso solo puede tener una explicación: la conciencia no
está asociada directamente a la biología.
¿Cómo es posible? Lo es y los hechos parecen demostrarlo. Esta idea de la conciencia como parte de una red global no física, explicaría muchas cosas que poco a poco iremos desgranando, pero os quiero hacer reflexionar sobre algo de lo que ya hemos hablado. ¿Os acordáis cuando hable del proyecto GCP hace un par de semanas? ¿Cómo era posible que la conciencia humana pudiera alterar esas computadoras previendo hechos globales o a nivel individual predecir acontecimientos importantes?
Si consideramos que nuestro yo, nuestra conciencia no es biológica y aislada del resto, si la teoría de la conciencia extracorpórea que forma parte de una red global es cierta explicaría este fenómeno. La red global de la conciencia reacciona al unísono ante un hecho relevante del mismo modo que una noticia o video impactante se difunde como la pólvora por la red de internet.
¿Eso está muy bien, pero hay alguna base que sostenga lo que dices? -me preguntaréis. Sí, la hay. La conciencia cuántica, os imagino frente a la pantalla riendo, ¡otra vez la cuántica! Sí, otra vez, tenéis que comprender una cosa respecto a la física cuántica y la explicación científica del funcionamiento del Universo. Hasta el día de hoy la cuántica es con mucho, la que ha explicado mejor el funcionamiento real del universo, de hecho absolutamente todas las predicciones de los modelos teóricos cuánticos se han mostrado como verídicas cuando hemos tenido la tecnología apropiada para tratar de demostrar dichas predicciones: Todas.
Y sí, existe una teoría científica
sólida sobre la naturaleza cuántica de la conciencia, basada en el reciente
descubrimiento de los denominados microtúbulos cerebrales y su asombrosa
función. La semana que viene hablaremos de ello.
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