.comment-body { background: #FFFFFF; color: #000000; }

lunes, 8 de noviembre de 2021

La dieta paleolítica, ¿otra gran mentira?


Antes de sorprenderos con los nuevos y revolucionarios descubrimientos científicos sobre la tan conocida como dieta paleolítica, y aún más si cabe, sobre la forma de vida de los llamados cazadores-recolectores, creo que es interesante que seáis conscientes de que este debate no es ni mucho menos actual, como ya dijo Salomón: “No hay nada nuevo bajo el Sol”. Estos últimos años, se ha recrudecido aún más si cabe, el debate entre vegetarianismo / veganismo y la industria cárnica ante el imparable número creciente de personas que abandonan el consumo de carne de forma total o parcial. Debate azuzado desde las más altas instancias ante el gran problema del cambio climático que se nos viene encima y del que las grandes explotaciones ganaderas son responsables en buena parte por: las emisiones de metano, porque producir 1Kg de carne consume 10 veces más agua potable que producir 1kg de proteína vegetal, por la contaminación de las aguas, mares y ríos que producen los desechos industriales de la ganadería, el terreno ocupado para pastos… Este, aunque os parezca increíble, es un debate que lleva milenios. Por ejemplo, en la propia Biblia, Dios crea un mundo vegano, si leemos en Génesis: 1.31

Y dijo Dios:

He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.



Es decir, Dios especifica que el hombre debe comer plantas, semillas y frutos, no dice que los animales le han sido dados para comer. La Biblia nos muestra innumerables pasajes de esta confrontación milenaria entre vegetarianismo-consumo de carne. Uno de los más llamativos es el de Daniel y el pueblo hebreo, cuando eran siervos del rey Nabucodonosor de Babilonia, el cual decide ser vegetariano y no comer carne, el rey preocupado porque enfermasen, trata de obligarlos a ingerirla. Daniel se niega y reta al rey: Ellos durante 10 días comerán sólo legumbres y agua, los soldados del rey sólo carne, a los diez días Daniel y el resto de los hebreos estaban más que sanos en comparación con los soldados de Nabucodonosor, los cuales presentaban muy mal aspecto, según la Biblia, Nabucodonosor aceptará el veganismo de Daniel. Fuera de la Biblia, la historia nos cuenta que los gladiadores eran los superhombres del mundo romano, los deportistas por excelencia, lo que muchos desconocen es que eran vegetarianos, se alimentaban a base de pan y legumbres principalmente.



A alguien que quiera investigar un poco verá como la historia está plagada de estos ejemplos, donde el consumo excesivo de carne o la ausencia de vegetales es muy perjudicial para la salud. Podríamos hablar de los innumerables muertos por gota en la Edad Media, asociada al consumo de carne, el temido escorbuto de los primeros exploradores marítimos por no ingerir vegetales o hasta el actual y preocupante ascenso del cáncer de colon asociado al incremento desmesurado de la carne en la dieta humana. Por no hablar de que nuestro sistema digestivo es mucho más cercano a un rumiante que al de un carnívoro. Aquellos que prueban la mal llamada actualmente dieta del paleolítico: ingerir cuasi en exclusiva carne, ven como su cuerpo colapsa a la semana, yo llevo 3 años siendo primero vegetariano, luego vegano y os he de decir que mi cuerpo jamás se ha encontrado mejor: Nunca más he sentido lo que es pesadez, reflujos o acidez de estómago y os aseguro que soy de buen comer, no escatimo en cantidad y aun así he perdido y sigo perdiendo un buen número de los kilos que tenía de más.


Y he aquí el problema. ¿Cómo puede ser esto así cuando nuestros más ancestros parientes comían ingentes cantidades de carne? ¿Acaso no es cierto que los hombres del paleolítico eran fuertes y sanos? ¿Cómo puede ser la carne perjudicial si nunca hemos estado más sanos como en aquellos tiempos tan remotos? Es cierto, los restos arqueológicos nos muestran que los hombres de las cavernas eran fuertes y sanos, ¿entonces? Todos tenemos en mente como la dieta paleolítica estaba compuesta de grandes chuletones y festines carnívoros, como las famosas hamburguesas de brontosaurio de los Picapiedra, en las escuelas se nos ha insistido en como acabamos con los mamuts por su carne… Y he aquí el quid de la cuestión, esa imagen que tenemos grabada a sangre y fuego de en qué consistía la dieta paleolítica y como era la sociedad de las cavernas es otro más de los dogmas de fe de la ciencia que tiene los pies de barro, por no decir que es una teoría completamente errónea que la industria cárnica, por puro interés económico, se ha dedicado a agrandar y a difundir, tratando de ocultar lo que los restos arqueológicos demuestran: la carne no era, ni de lejos, el centro de la dieta de los hombres del paleolítico.



Sé que es difícil de creer, que rompe todos nuestros esquemas y todo lo que sabíamos o creíamos saber de cómo era la vida en aquella época, pero creedme, es un buen ejercicio de crecimiento personal el reflexionar sobre nuestras creencias y cambiar de opinión respecto a lo que consideramos verdades absolutas. Sólo los necios no cambian de forma de pensar ante las evidencias. ¿Pero cuáles son estas evidencias? El hecho de que en los “vertederos” de los asentamientos paleolíticos apenas se hayan encontrado huesos de animales y que estos últimos fueran de pequeños y no grandes mamíferos en comparación a la ingente cantidad de restos de moluscos, semillas o restos de frutas y frutos secos, debería habernos hecho plantearnos ya algunas preguntas.


Otra de las pistas de que esa idea de los hombres cazando todos los días a diestro y siniestro grandes piezas como mamuts es absurda, nos la da la propia naturaleza de la vida en el paleolítico. Hemos de imaginar bosques inmensos, llenos de frutos del bosque, nueces, bayas, setas, frutales, miel… ríos abundantes, llenos de vida, limpios de contaminación. ¿Iban a arriesgar sus vidas en algo tan peligroso y costoso en tiempo como la caza, teniendo tanta comida en abundancia a su alrededor? ¿Se arriesgarían a estar alejados de la cueva kilómetros e incluso días para cazar grandes piezas teniendo lo que necesitaban a su alrededor?



Hemos de tener en cuenta que una cueva con 50 personas, incluidos ancianos y niños, sería considerada como una Manhattan de la época y que romperse un brazo o una pierna en una cacería significaría una sentencia de muerte, por no hablar de que ir tras grandes presas era arriesgarse a tener un encontronazo con grandes felinos como los Dientes de Sable o con un oso de las cavernas, contra los que poco tendrían a hacer cinco cazadores pues pensad que incluso hoy en día, armados con escopetas, un mero jabalí, o un oso son muy peligrosos imaginad  enfrentarse 5 humanos con lanzas de madera a un mamut o un tigre gigantesco. Y de nuevo, ¿por qué arriesgarse con tanta abundancia o con la posibilidad de cazar pequeños mamíferos o recolectar huevos de los nidos de las abundantes aves?


La respuesta nos la da de nuevo la arqueología: No lo hacían. De unos años hacia aquí se han empezado a analizar los excrementos humanos fosilizados que se han encontrado en las cuevas, como todos podéis comprender, son un dato más que fiable de lo que era la dieta de los humanos que fuimos y su análisis ha sido toda una sorpresa para el mundo académico: Los humanos consumían una media de 100 gramos de fibra al día en comparación a los 15g que consume el norteamericano medio. Hemos de tener en cuenta que la fibra proviene en exclusiva de los frutos y los vegetales, ni la carne de mamíferos o pescado o sus derivados, como la leche, contienen fibra. ¿Es mucha cantidad 100 gramos de fibra? Para que os hagáis una idea sería el equivalente a comer 32 plátanos, 8 tazas de cacahuetes o 28 tazas de arándanos… como podéis comprender, tras ingerir esas cantidades poco espacio queda para consumir gran cantidad de carne.



Tal y como propone Jean Marie Auel, la gran novelista del paleolítico con su saga de “El clan del oso cavernario”, es más que probable que la caza de grandes animales sólo se produjese una vez al año. Lo más plausible es, tal y como propone en sus libros, que hubiera grandes reuniones de los clanes de cuevas cercanas, probablemente en primavera, y que todos juntos, hicieran una cacería anual para proveerse de algo de carne para el invierno y compensar la escasez de alimentos y sobre todo para conseguir pieles con las que abrigarse y huesos con los que hacer los utensilios. Imaginar a 150 cazadores persiguiendo un mamut tiene más sentido, los animales peligrosos tampoco se acercarían a tal cantidad de humanos, pero pensar que en esas reuniones no habrían más de 300 personas, con uno o dos mamuts tendrían más que de sobra para pasar todo el invierno junto con los frutos secos, bayas y demás alimentos que hubiesen recolectado o incluso pan, hallado recientemente en una hoguera paleolítica mucho antes de que la agricultura existiese.


En definitiva, en la dieta del paleolítico la carne era un complemento no la base de su alimentación. El hecho de que la longevidad y fortaleza física de las sociedades este asociada a una alimentación poco carnívora como en Japón, China, Vietnam o en las generaciones de la post-guerra en España o Italia, donde la carne era un producto inalcanzable, nos demuestran que, más allá de lo necesario que es reducir el consumo de carne para el clima o el bienestar animal, es necesario para nuestra salud, reencontrarnos con nosotros mismos y volver a la dieta adecuada como humanos: una dieta donde la carne sea como mucho la excepción y no la regla.


jueves, 14 de octubre de 2021

Feria de Libro de Valencia 2021

Ha llegado una nueva edición de la Feria del Libro de Valencia. Los siguientes días estaré firmando mi novela: "Die Glocke" por si os apetece pasar y hablar un ratito de la II Guerra Mundial y el esoterismo en el III Reich. 

En la caseta de la Librería RAILOWSKY el viernes 15 de octubre 17-19h.

En la caseta de BIBLIOMANIA el lunes 18 de octubre 19-21h.

En la caseta de la Librería SHALAKABULA el domingo 24 de octubre de 17-21h.

¡Os espero!

sábado, 19 de junio de 2021

Una mirada científica sobre los textos sagrados antiguos

Moshé de León,
el gran cabalista sefardí
En este artículo quiero abordar un tema que de forma recurrente se presenta en mi vida: Las coincidencias entre los textos sagrados y los avances en la ciencia, sí, habéis oído bien. Tal y como enseña la cábala, no podemos, más bien no debemos, leer y entender los textos sagrados de forma literal. Con ellos ocurre lo mismo que con los cuentos infantiles, que son psicológicamente mucho más profundos que una historia para niños (Os recomiendo leer el libro: “Psicoanálisis de los cuentos de hada del célebre psicólogo infantil Bruno Bettelheim para comprender este paralelismo con la lectura de los textos sagrados), pues del mismo modo que a un niño de 4 años no le puedes dar a leer la teoría de la relatividad de Einstein, pues no entenderá nada, en los albores de la civilización, cuando se redactaron estos textos, debieron escribirlos en un formato apropiado a la capacidad de comprensión de aquella época. Esto no indica que bajo esas aparentes fábulas no haya mucho conocimiento oculto, tampoco que debamos entenderlos de forma literal, ambas visiones son profundamente erróneas. 

Creo que esto se ve y se entiende mucho mejor cuando se abordan estos mismos textos sagrados de forma histórica. De Jericó se creía que era un mito ya que sólo se mencionaba en la Biblia, pero ahí están sus restos, siendo la ciudad más antigua de la que se tiene constancia, pues Gobleki Tepe aún no está considerada como tal. O con Sodoma y Gomorra, otras ciudades consideradas incluso a día de hoy invenciones pero de las que parece que se ha hallado la primera en la ciudad de Tell el-Hammam al sur de Jordania, cuya historia encaja como un guante en lo descrito en la Biblia, incluida su destrucción por un fuego abrasador. Fuese o no Dios quien la destruyó, Sodoma también existe y por tanto hay que considerar que hay una verdad en los textos bíblicos con o sin adornos literarios. Lo único que pretendo es que el lector empiece a leer estos textos con una visión más allá de la ortodoxia más radical científica o religiosa que por ejemplo, nos hizo tomar la Ilíada de Homero como una fábula con Dioses ayudando a griegos y troyanos, hasta que en 1872 Schliemann, creyendo fervientemente que había una verdad histórica tras los textos de Homero, halló sus restos, demostrando qué, y parafraseando a Galileo: Sin embargo, Troya existe. 


Prometeo encadenado,
Peter Rubens

Es cierto que me centraré en los textos judeo-cristianos, pues es en la cultura en la que me he criado y la que más conozco, pero estoy convencido que lo que vamos a ver en este artículo es aplicable a todos los textos sagrados de cualquier religión. Un ejemplo de ello lo encontramos en el mito griego de Prometeo. Zeus lo castiga, por robar a los dioses el fuego y las artes, a que un águila le devore el hígado cada noche, creciéndole de nuevo por la mañana en una tortura infinita. Curiosamente, la medicina ha demostrado que el único órgano humano que se regenera es precisamente el hígado, interesante ¿no? ¿Por qué no eligieron los griegos los riñones, el corazón, los pulmones, los intestinos… como foco de la tortura? ¿Es casualidad que se eligiera precisamente el único órgano que se regenera? Algo que sólo milenios después hemos sido capaces de conocer y del que sigue siendo un misterio el mecanismo que lo sana. 


Hay otros hechos científicos en los textos sagrados que quizás sean fruto de la observación y más fácilmente explicables, pero que nos sirven de muy buen ejemplo para que entendamos que no es ninguna necedad pensar que tras ellos hay una base científica. Uno de esos ejemplos es la prohibición de comer carne de cerdo en el mundo judío y musulmán. La triquinosis es una enfermedad parasitaria que se produce al comer carne de cerdo, los parásitos pueden invadir los músculos y provocar la muerte. Esta enfermedad se produce por la descomposición de la carne de cerdo, lo cual en ciertas épocas históricas y ambientes calurosos debió ser todo un problema. ¿Cómo impides que millones de personas, a las que no les sobra la comida, se priven de una fuente de alimento? Haciendo que sea pecado y un atentado contra lo sagrado, es lo mismo que con las vacas en la India, si matas una vaca tienes comida para una semana, viva tienes leche/alimento durante muchos años… Es decir, hechos científicos se escondieron tras textos místicos y sagrados para que fueran aceptados y entendidos. Es un concepto clave que nos puede abrir la mente y la forma de verlos con otros ojos. 

Aunque no se prohíba específicamente, se desaconseja o está muy mal visto el sexo oral y anal en las tradiciones judeo-cristianas. Hoy sabemos que el virus del Papiloma (VPH) es una realidad presente en la vagina, pene o ano y que se puede contagiar entre personas. De los 100 tipos de VPH que existen, 16 son potencialmente cancerígenos (especialmente el 16 y el 18). Es cierto que el sistema inmune suele destruir este virus pero en un porcentaje, aunque muy pequeño, puede provocar cáncer de garganta, de útero o de ano (tipo del que el VPH es responsable en su mayoría). Como este virus se contagia por contacto, al igual que con el SIDA, a mayor número de relaciones más probabilidades de “topar” con una persona infectada. Aunque nos pueda parecer lo contrario, el sexo no está mal visto en las religiones siempre que sea dentro del matrimonio y no sean de cierta naturaleza ¿quizás estas reglas de sexualidad “religiosas” se deban, al igual que el no comer cerdo, al intento de evitar prácticas potencialmente dañinas respecto a la salud? ¿Eran conscientes en la antigüedad de estos riesgos y que estas enfermedades venéreas sucedían aunque no supieran su base científica? 

Freud y jung

Cambiando de tercio, los textos sagrados nos hablan de aspectos de la psique humana con una precisión asombrosa. La tradición cabalística nos dice que para llegar a la elevación del espíritu debemos de desprendernos del egocentrismo, desarmar nuestro ego para que nuestra vida tenga una meta altruista, ir más allá de nuestras meras necesidades personales y materiales, tener un correcto balance entre lo que se recibe y lo que se da, debiendo ser la humildad la base de nuestro comportamiento. Curiosamente, milenios después, las dos grandes mentes científicas del psicoanálisis: Freud y Jung, llegan a la misma conclusión: Un mal entendimiento y gestión del ego no permite ver los propios errores y nos lleva a que nos controlen nuestros instintos más básicos, siendo la contracara de la humildad y origen del egocentrismo. Curioso ¿no? Uno no puede dejar de preguntarse si ambos llegaron a esta misma conclusión o tuvieron acceso a estos preceptos cabalísticos y demostraron que estaban en lo cierto. 

Los textos sagrados están plagados de estos ejemplos, pero lo que llama mucho la atención es su concepto del origen del Universo. De nuevo debemos huir de la literalidad y leer más allá, en este caso del Génesis. Por ejemplo, muchos fanáticos afirman que Adán es el primer hombre físico y niegan por tanto la existencia de Neandertales, Sapiens, dinosaurios… en una sin razón. La cábala lee tras el Génesis y nos indica que Adán es el primer ser humano que sintió por primera vez la necesidad de encontrar su propósito en la vida y de conectarse con algo más grande que él: la Energía Superior o Dios, la cosa cambia ¿verdad? Es con este espíritu cabalístico como debemos leer el relato de la creación y abandonar el nivel bajo de entendimiento: nefesh, tanto si nos acercamos a este texto desde la vertiente científica como de la espiritual. 


“Y Dios dijo: que se haga la Luz, y la Luz se hizo” 



Todos reconoceremos este pasaje de la Biblia y cualquiera puede ver en él la explosión del Big Bang a la que la cábala llama: Tsimtsum. Las enseñanzas cabalísticas nos dicen que todo lo que existe se creó mediante diez emanaciones de energía a las que llama Sefirots y que fueron irradiadas de una luz primigenia. Es decir, la energía creo la materia, tal y como la teoría del Big Bang describe: La energía desprendida de la gran explosión dio origen a los primeros átomos y a la materia tal y como la conocemos, es decir, la luz inicial y la energía es el origen de la materia como afirman los textos cabalísticos. La Biblia nos dice que el verbo, es decir la palabra, lo creo todo. Las palabras, el sonido, no dejan de ser una onda vibratoria y la materia en sí no son más que movimientos vibratorios moleculares... Como dijo Nikola Tesla:

 

«Si quieres entender el Universo, piensa en términos de frecuencia, energía y vibración.» 


Parece que también aciertan en la naturaleza de lo físico: lo material proviene de la palabra, de la vibración de los átomos si sabemos leer entre líneas. 


Aunque no lo creas, sus explicaciones van mucho más allá del Big Bang (El Tsimtsum en la cábala). Los textos cabalísticos nos indican que no existe la nada y que el infinito es Dios. Según el estudio de las enseñanzas ocultas en la Biblia, Dios se retiró de parte de “su Universo”, dejando un vacío que permitió la creación de “nuestro Universo” que nada tiene que ver en su naturaleza respecto al Universo divino. Hasta hace poco no se descubrió que el Universo se expande y contrae de forma continua en un ciclo temporal gigantesco y que el Big Bang se produjo tras una contracción inicial. El propio Stephen Hopkins, al preguntarle sobre lo que existía antes de la gran explosión, afirmó que nuestro universo evolucionó independientemente y como la Ley de la Conservación de la Materia no aplicaría al momento del Big Bang, la nueva materia creada nada tendría que ver con la original. Por eso afirmó que antes del Big Bang no había nada, pero no en términos absolutos, si no en referencia a nada comparable a lo existente en nuestro Universo. Realmente sorprendente la similitud, ¿verdad? 

Pero demos otra vuelta de tuerca. Según los eruditos cabalísticos y su interpretación oculta tras los textos del Génesis, Dios no se retiró por completo de la nueva creación, parte de su esencia, su energía, permaneció en esa nada que creó para que se expandiera nuestro Universo conocido y por ello afirman que en todo lo que hay, incluso nosotros, hay parte de Dios, es decir, de esa energía primigenia anterior al Big Bang. Pues bien, hace pocas semanas, dos laboratorios: el Fermilab en Illinois y el CERN en Europa, han demostrado que el comportamiento errático de una partícula sub atómica llamada muón, es debido a que en nuestro Universo estarían actuando energías y fuerzas que van mucho más allá de la comprensión actual y que rompen en mil pedazos el modelo estándar de la física actual. Quizás estas energías y fuerzas de origen misterioso den explicación al otro gran quebradero de cabeza de la física: La materia oscura, que parece estar esparcida por todo el cosmos. ¿Puede que la cábala ya tenga respuesta a esas dudas? Si miramos los textos cabalísticos con mirada exclusivamente científica, la explicación a estos experimentos sería que en nuestro Universo quedan restos de lo que existía antes del Big Bang: una física y una materia que, en palabras de Stephen Hopkins, nada tendría que ver con la física/materia actual y que la cábala asimilaría a la esencia de Dios, anterior a la creación. Realmente la aproximación de la creación de la cábala, creamos o no que Dios está tras de ella, se ajusta como un guante a la realidad científica y cada vez más a medida que ésta aumenta sus conocimientos. Para mí, es un absoluto misterio cómo estudios esotéricos de hace siglos sobre los textos sagrados de hace milenios, describen con tanta precisión algo tan extraordinariamente complejo como el origen del Universo y cuyas conclusiones la tecnología actual parece estar demostrando, a su pesar me temo, punto a punto, ¿no creéis?


sábado, 6 de febrero de 2021

¿Hay alguien ahí fuera? ¿Nos observan?


Recreación Oumuamua

Estas últimas semanas ha habido un gran debate y una enorme polémica por las declaraciones de los más que reconocidos y prestigiosos astrónomos Shmuel Bialy y Abraham Loeb del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en EE.UU acerca del misterioso objeto llegado del confín del espacio y que conocemos como Oumuamua ("mensajero de lejos que llega primero” en hawaiano). Ambos científicos publicaron un artículo en la revista Astrophysical Journal Letters en el que afirman que:


“Oumuamua puede ser una sonda totalmente operacional enviada de manera intencional a las proximidades de la Tierra por una civilización alienígena".


La polémica estaba servida. Esta afirmación no es gratuita, no está lanzada al aire para ser foco de atención, es una reflexión realizada tras descartar todo lo convencional. Pero vayamos al principio. El 19 de octubre de 2017, Robert Weryk y el telescopio Pan-STARRS recogió un hito en la historia de la exploración espacial, localizó el primer objeto que, sin género de dudas, procedía de fuera de nuestro Sistema Solar. Las sorpresas continuaron, pues su gran velocidad y su trayectoria altamente hiperbólica eran inusuales y no tenían explicación aparente. El poco tiempo en el que pudo ser observado tampoco aclaró mucho, pues aunque todos hemos visto recreaciones de su aspecto, en verdad no hay datos fiables de cómo es. Es cierto que puede que su extraña trayectoria sea debida a un fenómeno natural aún no explicado, pero no es el objeto de este artículo el debatir de si es un objeto natural o artificial, algo que no podremos desentrañar pues Oumuamua ya ha desaparecido de nuestro campo de visión y no podemos recabar más datos. Pero si quiero que reflexionemos ante las grandes preguntas que abre este histórico acontecimiento: ¿Hay alguien ahí fuera? Y sobre todo: ¿Nos observan?


Recreación del sistema Trappist I. Credit: NASA/JPL-Caltech

Respecto a la primera pregunta, aunque a muchos les extrañe, el 90% de los científicos lo tiene muy claro: Debe haber vida en el espacio más allá de la Tierra y por supuesto también vida inteligente. Sería curioso comparar este porcentaje respecto a los que opinaban así hace tan solo 30 años, cuando a quien proponía que habían más planetas fuera del Sistema Solar poco más que se le vilipendiaba públicamente por extravagante. Hoy la NASA, incluso ha confirmado que existen Sistemas solares similares al nuestro, como el que orbita alrededor de la estrella Trappist I, formado por siete planetas de tamaño similar a la Tierra con tres de ellos ubicados en la zona de habitabilidad. Es lógico pensar que debe haber vida ahí fuera, pues pensemos que solo en nuestra Vía Láctea hay 200.000 millones de estrellas y al menos el mismo número de planetas. Eso en nuestra galaxia…. Si pensamos que hay 2 billones (2 millones de millones) de galaxias, los actuales cálculos nos arrojan que en el Universo hay la mareante cifra de diez sextillones de estrellas: 10.000.000.000.000.000.000.000… ¿En serio alguien puede pensar que no hay nada vivo e inteligente ahí fuera?

Encelado. Credit: NASA


Yo iré mucho más allá, yo no descartaría encontrar vida (aunque difícilmente inteligente) en nuestro propio Sistema Solar. ¡Por Dios, si no conocemos ni lo que hay en el fondo del mar! ¿Cómo podemos afirmar que no hay seres vivos bajo la superficie de Marte, Mercurio, Venus o en los océanos líquidos que sabemos que existen en Europa (satélite de Júpiter) o de Encélado (satélite de Saturno)? Por no hablar de microorganismos... Estoy convencido que algún día descubriremos esa vida en nuestro propio sistema solar.


Escorpión en la cueva de Movile

Además, cuando pensamos en la vida asumimos que ha de parecerse a la que existe en la Tierra, seres basados en el carbono que respiran oxígeno y que sólo pueden vivir en ciertas condiciones de radiación solar y temperatura, que es como se definen la zona de habitabilidad de una estrella, pero esto no tiene porqué ser así. Ejemplo de ello es la Cueva de Movile a orillas del Mar Negro, en Rumanía. Examinada por primera vez en 1986 tras mantenerse sellada durante más de cinco millones de años, se comprobó que su ambiente era tóxico debido al elevado nivel de dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno, así como el escaso oxígeno. A pesar de ello, las bacterias de la cueva, que no podían hacer la fotosíntesis pues no llegaba la luz, encontraron en la quimosíntesis (como la oxidación de sulfuro en ácido sulfúrico, o la del amonio en nitrato) la forma de obtener nutrientes, materia orgánica que permitiría a extrañas arañas, escorpiones y otros 33 extraordinarios seres vivir en semejantes condiciones. Algo extraordinario. Es decir, el azufre como base de la cadena trófica en un sistema sin luz y sin apenas oxigeno… eso abre mucho el abanico de lo que consideramos habitable ¿no creéis?

Una vez aceptado por la comunidad científica que es ilógico pensar que no haya vida, incluso inteligente, ahí fuera, llega la segunda pregunta del artículo ¿Nos observan? Aquí la comunidad científica es muy clara también, dada las distancias espaciales y que no se haya detectado señales de radio “extrañas” salvo un puñado de ellas, como la famosa Wow! recibida el 15 de agosto de 1977 a las 23:16 en el radiotelescopio Big Ear y algunas más recientes, son claro indicativo que no hay vida inteligente en nuestro vecindario más cercano y que es imposible que otra civilización nos haya visitado o sepa que estamos aquí debido a la inmensidad del espacio. Pero, ¿esto es así?

El año pasado China creó uno de los mayores hitos de la tecnología: implantó con éxito un sistema de comunicación cuántica entre un satélite y dos telescopios. Este tipo de comunicación está basado en el entrelazamiento cuántico de partículas subatómicas y que posee la ventaja de ser una comunicación instantánea y fuera del espacio y del tiempo, es decir, cuando se modifica una de las partículas, la otra, independientemente de la distancia (aunque esté a millones de años luz), también se modifica al instante y sin que transcurra ni una mil millonésima de segundo. Además el sistema es inviolable pues cuando alguien trata de observar estas partículas durante su transmisión su estado cambia y el entrelazamiento queda roto. ¿Veis por dónde voy? Es evidente que una civilización que nos lleve sólo mil años, o nosotros mismos dentro de 100 años, basará sus comunicaciones en el entrelazamiento cuántico no en ondas de radio, pues con este sistema se puede comunicar con una base en Marte o con una nave a 10 años luz de forma instantánea, por lo que dudo mucho que haya una civilización avanzada transmitiendo sus comunicaciones por ondas de radio. Este argumento no me sirve.



“El espacio es inmenso y es difícil que nadie sepa que estamos aquí”, se argumenta. ¿Seguro? Hoy en día con nuestra tecnología, que comparada con la que los propios humanos poseeremos dentro de mil años (si no nos exterminamos antes a nosotros mismos) habrá la misma diferencia que entre la actual y la de los hombres de las cavernas, hemos descubierto planetas e incluso intuido y sabido con cierto grado de seguridad, que tipo de planetas son y sus atmosferas con telescopios con un diámetro de 5 metros. No es difícil de imaginar que dentro de mil años, cuando sin duda tengamos bases o quién sabe si ciudades, en Marte y la Luna, será una realidad los planes de triangular dispositivos telescópicos entre la Tierra, Marte y la Luna para tener un telescopio de diámetro interplanetario con el que se podrán contar los pelos del bigote de un ratón situado a años luz de distancia. Si ya estamos descubriendo planetas habitables, ¿cómo no va a haber una civilización que nos lleve tan sólo un milenio en tecnología que sepa que la Tierra contiene vida? Dentro de mil años los terrestres tendremos un mapa de casi todos los planetas de la galaxia, los habitables y los que no, su composición e incluso si hay vida en ellos, por lo tanto, una civilización extraterrestre debe saber por pura lógica que en la Tierra hay vida. Máxime cuando esta lleva millones de años de existencia, la ventana de observación es muy amplia. Saben que hay vida en la Tierra.

Luego llega el gran problema: Las distancias siderales. Sí, son enormes, ¿o no? De nuevo en este aspecto pensamos en términos humanos y en base a nuestra actual tecnología. Craso error. ¿Si le dijésemos a un miembro de esas tribus no contactadas que hay humanos que pueden ir y volver a la Luna en 5 días que nos dirían? Exactamente lo mismo que argumentamos hoy en día: Eso es imposible de conseguir. Además, con nuestra más que primitiva actual tecnología espacial, tenemos dispositivos tecnológicos que alcanzarían Próxima B, nuestra estrella más cercana a 4,2 años luz, en unos 30 años, donde por cierto hay un planeta similar a la Tierra y que probablemente sea habitable. ¿Cuánto nos costará llegar allí dentro de mil años? ¿Alguien puede ni tan siquiera imaginar cómo será nuestra tecnología espacial que hoy en día no está ni en pañales? Por no hablar de que, si nosotros tenemos ya la capacidad de crear Inteligencia artificial y robots, que no podrá tener alguien que nos lleve mil años.



Según cálculos de la NASA, debe haber unos 300 millones de planetas habitables en un radio de unos 30 años luz (distancia probablemente manejable para nosotros dentro de mil años). Podemos suponer que más si consideramos, como argumenté anteriormente, que la vida no tiene porqué ser  como la terrestre, pero demos el dato cómo válido. Según los cálculos del  profesor de Astrofísica Christopher Conselice de la Universidad de Nottingham y usando la ecuación de Drake, con esas cifras debe haber aproximadamente unas 36 civilizaciones tecnológicas en ese radio. Para mí la gran duda es saber si, con la gran cantidad de planetas que seguramente albergarán vida, incluida la no tecnológica, en nuestra galaxia, una civilización avanzada tiene la capacidad de explorar y haber enviado sondas a la decena de millones de planetas prometedores y si entre ellos está el nuestro. Si la respuesta fuese afirmativa, no tengo dudas de que tendrían la capacidad de recorrer 30 años luz y que esos 36 planetas con civilización serían un objetivo más que prioritario, tal y como lo serán para nosotros cuando los hallemos.

Si así fuese y siendo tecnológicamente muy inferiores, también sería lógico pensar que no intervendrían como no lo hacemos nosotros con las tribus “perdidas” del Amazonas o de Indonesia. También es absurdo pensar en las invasiones alien con las que fantasea Hollywood, una civilización capaz de atravesar 30 años luz en el espacio tiene recursos infinitos a su alcance, ¿para que querría la Tierra? ¿Agua cuando por ejemplo tiene a Europa que es todo un satélite de hielo por ejemplo? ¿Recursos minerales cuando son infinitos en el cinturón de asteroides?  Con este artículo sólo quiero que reflexionemos y que tengamos un poco más de visión crítica de las cosas, quizás no hayan venido los extraterrestres, es una posibilidad real, pero no más que la posibilidad de que sí lo hayan hecho.

viernes, 22 de enero de 2021

Cuando la cultura Oriental venció


Hemos vivido días muy extraños… y lo que nos queda por ver. El último acto delirante al que hemos asistido es el asalto al congreso de los Estados Unidos por parte de una turba grotesca, mezcla de palurdos de los pantanos, fanáticos políticos y racistas más propios del siglo XIX que de esta era. Ver a un personaje semidesnudo, vestido con pieles de búfalo, encaramarse al estrado de la presidencia del senado de la democracia más antigua del mundo es el ejemplo más vívido de que la cultura occidental se desmorona. Abraham Lincoln, el miembro más destacado del Partido Republicano e incansable luchador de las libertades y derechos civiles, estará llorando desconsolado viendo, allá donde este, en que ha convertido y que hace en nombre de su partido, un fantoche de pelo naranja. Después de todo el sufrimiento y dolor de una guerra civil, ver una bandera sudista pasearse en nombre del Partido Republicano por los pasillos sagrados de la Casa del Pueblo no puede serle más descorazonador a uno de los más grandes políticos que ha dado la historia de la humanidad y por ende de todo lo que ha significado Estados Unidos para la democracia.

Pero no es la misión de este artículo ahondar en la política estadounidense, si no en abrir el debate sobre a donde hemos llevado la cultura occidental. El asalto al congreso es el último acto, pero más allá de este despropósito, en Occidente hemos fracasado como cultura. El Covid ha puesto de manifiesto, a parte de nuestras debilidades estructurales como sociedad, nuestra más absoluta decadencia, más aún si nos comparamos con las culturas del Lejano Oriente y el comportamiento que han tenido frente a esta enorme adversidad. Esta enfermedad es social, pues su propagación depende del comportamiento humano, de nuestra forma de ser, actuar y de responder ante los demás y desde luego Occidente, a la vista de los incontestables datos, ha fracasado allí donde el Lejano Oriente ha triunfado.

Y sí, es una cuestión cultural, de concepción misma de la vida, por eso, y aunque podamos tener reservas respecto a los datos, países tan diferentes políticamente como Buthan, China, Vietnam, Japón o Corea del Sur han logrado controlar muchísimo mejor la pandemia que nosotros. ¿Pero que los hace diferentes? No es la política pues tanto ellos como nosotros tenemos dictaduras, democracias, monarquías, repúblicas… tampoco la economía, en ambos extremos del planeta hay países capitalistas, comunistas… ni tampoco la religión, pues hay por ambas partes países muy religiosos, otros cuasi ateos… No, lo que nos diferencia profundamente es la concepción más básica de la sociedad: En Oriente el bien común está por encima del bien individual.


En Japón a nadie se le ocurriría clamar contra el uso de las mascarillas, ni que estas son un bozal o que les quitan su libertad, actitudes que muestran muchos occidentales y que son más propias de un niño malcriado que de una sociedad madura. Los nipones usan las mascarillas cada invierno desde 1918 y lo hacen por una razón muy sencilla: RESPETO hacia los demás y sobre todo hacia sus mayores. Por encima de las molestias e incomodidades que puede causar una mascarilla, para ellos está el no contagiar a los demás de una enfermedad, el de preservar la frágil vida de sus mayores, el bien colectivo por encima del bien individual. Los chinos, si bien es cierto que viven bajo una dictadura, se han comportado con una disciplina digna de elogio en comparación con el infantilismo de todas las sociedades occidentales con manifestaciones vergonzosas pidiendo anteponer las necesidades personales al principio más básico: guardar la salud de nuestros conciudadanos. Incluso los chinos residentes en países occidentales se han comportado de forma muy diferente a sus vecinos, han sido disciplinados, acatado las recomendaciones los primeros e incluso, como por ejemplo en Madrid, donando el material sanitario, que con gran previsión habían guardado, a los hospitales desbordados salvando así muchas vidas. De nuevo el bien común por encima del bien individual sin tener en cuenta la nacionalidad que ponga en el DNI.


Pero Europa no era esta sociedad inmadura que tenemos ahora. En España la palabra dada tenía valor de contrato, la costumbre de ceder el asiento a las embarazadas o a las personas mayores era la norma de comportamiento, el ayudar al vecino en sus necesidades... Se pensaba en el bien común. ¿Cuándo cambió todo esto? ¿Cuándo nos volvimos tan absolutamente egoístas e insensibles al dolor ajeno? A principios del siglo XX Occidente comenzó, tras el caos de la Revolución Industrial y de la Gran Guerra, a experimentar con nuevos modelos de Sociedad y nos fuimos a los dos extremos: la individualización más absoluta, el YO y el individualismo que representa USA y el colectivismo más feroz con la URSS y los países comunistas. Dos modelos sociales se alejaron de estas dos corrientes a mi modo de ver tan nocivas: Europa y China. Europa hizo la cuadratura del círculo con su estado del bienestar, equilibrando ambos mundos de forma magistral, China, tras el fracaso del comunismo más puro y aunque si es bien cierto que manteniendo la dictadura, comenzó a dejar crecer la iniciativa individual dentro de su modelo colectivo.


China ha persistido en ese modelo y de ser un país completamente empobrecido a principios del siglo XX ha pasado a ser la segunda potencia mundial si no es ya la primera. ¿Pero qué pasó en Europa? Todo comenzó con Margaret Thatcher y su destrucción del sostén social, la implantación del neoliberalismo más salvaje. Luego vino la caída del muro de Berlín y el fin de la amenaza comunista, que dio alas a los capitalistas más depredadores para hacer negocio con ese pastel tan apetitoso que es el bien común. El beneficio privado por encima del bienestar del país, los “patriotas” de pulserita con cuentas en Suiza y los reyes lacrimógenos comisionistas, eso sí, haciéndolo “todo por su país”. Todo esto nos ha llevado a donde estamos, a sociedades occidentales incapaces de mantenerse fuertes, unidas y cohesionadas socialmente ante los grandes desafíos, el sálvese quien pueda campa a sus anchas. Lo hemos visto estos días en una parte no despreciable de la sociedad con su:  “ si ha de morir gente para que yo pueda irme de fiesta, pues es lo que hay”, que decía un twittero, o los que usan el negacionismo y teorías conspirativas absurdas para disfrazar su despreciable egoísmo o políticos de toda índole marcándose un “Titánic” a la hora de ponerse las vacunas, saltándose a la gente más vulnerable y a nuestros verdaderos héroes: los servidores públicos de a pie y que no tienen grandes despachos. Hemos perdido el norte.

Tras escuchar el discurso de Biden se abre una luz en este desastre de sociedad que estamos construyendo, aunque me esperaré a ver hechos, las palabras de los políticos se las lleva muy fácilmente el viento, pero al menos suena bien: volver a confiar y apoyarse unos vecinos con otros, a que el bienestar debe ser para todos, a que los sueldos deben ser dignos y justos, a que lo importante son los intereses de la clase media y no el de las grandes corporaciones. En Europa lo tenemos más fácil, ya sabemos cómo hacerlo, ya lo teníamos antes de los años 90. Debemos de volver a atar en corto al capitalismo depredador que se ha implantado en Europa, acabar con el todo vale con tal de aumentar los beneficios. No, no todo vale. Si no lo hacemos, si seguimos permitiendo esta depredación de unos pocos, el sistema se devorará a sí mismo tal y como sucedió con la sociedades comunistas. Los que se quedarán por el camino serán innumerables, gente sin futuro y con rabia que acabarán vistiéndose de búfalos y asaltando congresos o algo peor, montando campos de exterminio. Ya lo hemos vivido en el pasado, no volvamos a repetir una vez más el peor error que comete siglo tras siglo la humanidad: anteponer la economía a las personas, o salimos todos juntos o no saldremos, o nos apoyamos entre las personas de bien sea cual sea nuestra ideología o no saldremos.