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viernes, 25 de septiembre de 2015

¿Está la Atlántida en Doñana?

Sobre la Atlántida se han escrito centenares de libros y opiniones, yo mismo la he mencionado en algún artículo semanas atrás. La casi unánime opinión del mundo académico es que se trata de una leyenda que Platón nos hizo llegar a través de sus diálogos: Timeo y Critias.  ¿Pero es así? ¿Es solo la fábula de uno de los filósofos más importantes de la historia? Como podéis imaginar si me habéis seguido a lo largo de estos meses, mi opinión es que no. Al igual que Troya no era una invención de Homero, tras el mito de la Atlántida debe subyacer una verdad.

En los artículosAtlántida ¿Mito? y El diluvio universal ya vimos que existen infinidad de referencias "mitológicas" en muchas culturas como la griega, la egipcia e incluso las precolombinas sobre la existencia de una civilización avanzada (a niveles de la Roma clásica), en épocas muy anteriores a lo que la ortodoxia arqueológica puede/quiere admitir. Aceptar que en el 6.000 a.c se navegaba a lo largo de todo el mundo y se podía atravesar el Atlántico es a día de hoy impensable desde el más puro y estricto sentido académico. A pesar de ello, existen pruebas que apuntan a que fue así, como la Fuente Magna hallada en Bolivia con escritura cuneiforme, las crónicas españolas de la conquista que hablan de indígenas pelirrojos de aspecto caucasiano o como  el descubrimiento realizado por la prestigiosa forense alemana Svetla Balabanova, quién halló restos de tabaco, cocaína y hachís en una momia egipcia.

 
 
En 1992, como no, los lobos académicos despedazaron a la doctora por su herejía, afirmaron que sin duda su trabajo no había sido profesional pues debía de haber contaminado las pruebas, algo harto complicado pues no se puede contaminar el tallo interior de un cabello y menos en las varias repeticiones que se realizaron del análisis. Pero el dedo acusador sobre su incompetencia se mantuvo hasta que fue imposible sostener tamaña estupidez, entonces los "sesudos" y "serios" académicos adujeron que las momias eran falsas... de nuevo se demostró que se equivocaban... pero no dieron su brazo a torcer, dijeron que no se podían aceptar las conclusiones del estudio porque eran irreproducibles, lastima para ellos que un equipo británico encontrara las mismas trazas de coca y tabaco en momias de museos ingleses... y por último, ante la imposibilidad de rebatir las pruebas se adujo que debían ser variedades africanas... Forzando muchísimo las cosas quizás el tabaco pudiera entrar en esa premisa aunque no se han encontrado plantaciones en África de aquella época... pero la coca bajo ningún concepto, por lo que debieron haber viajes transoceánicos al Nuevo Mundo y por tanto el mito de la Atlántida debe ser cierto.
 
Recreación de Tartessos y la geografía de la
desembocadura del Guadalquivir.
Hasta ahora hemos visto una gran acumulación de pruebas circunstanciales, y otras no tan livianas, de que algún tipo de civilización al nivel de la griega o la egipcia en su mayor momento de esplendor, debió existir antes que éstas y que tal como afirma Platón sucumbió en un día y una noche. Pero la clave está en saber dónde estaba esa ciudad mítica, en encontrar restos de su esplendor, de su pasado, en definitiva de hallar las evidencias de esa magnífica urbe para demostrar que no es un sueño, que es real, tal y como hizo Schliemann con Troya. Su teórica localización ha sido largamente debatida pues Platón solo nos da una idea vaga: "Más allá de las columnas de Hércules", es decir, al otro lado del estrecho de Gibraltar. La han situado en el sur de España, en el fondo del golfo de Cádiz, en el sur de Portugal e incluso en El Caribe y Sudamérica, pero hasta hoy no ha habido ni rastro de ella... ¿o sí?

Extensión del reino de Tartessos.
De la Atlántida conocemos pocas cosas, se cree que era una confederación  de reinos gobernados bajo unas mismas leyes, escritas en la columna conocida como Oricalco y que se encontraba en el templo principal de la capital atlante. Lo que si conocemos es que su capital, Atlantis, tenía una disposición muy característica en forma de anillos concéntricos surcados por canales y con una isla en su círculo interior en la que existían grandes palacios, supuestamente erigidos en honor a Poseidón. Hoy sabemos que la antigua ciudad tartéssica bajo la actual Jaén (España), tiene justamente esa curiosa disposición circular perfecta, anómala para las ciudades de la antigüedad... pero el resto no coincide con la meticulosa descripción que hace Platón de la misma.

Antes de continuar me diréis que algún resto, algún escrito, algunas de sus gentes si debieron sobrevivir, que no es posible que desapareciera así, sin más. Habéis de tener en cuenta que por ejemplo el rey Minos y la cultura minoica se consideraban un mero mito y una fábula (una vez más) hasta que sir Arthur John Evans descubrió el palacio de Cnosos y eso no se logró hasta 1900... Hoy sabemos que la cultura Minoica estaba muy avanzada técnica y socialmente para los cánones de la época, por ello muchos autores consideran que Creta y la isla de Thera son en verdad el perdido imperio atlante (3400-2100 a.c).

Objeto de bronce de origen tartéssico.
Otros no dudan en afirmar que la heredera o la misma Atlántida es la cultura que actualmente se conoce como tartéssica (1200-900 a.c), llamada así pues se desarrolló a lo largo del río Tartessos, hoy conocido como Guadalquivir y que se expandió por las actuales provincias españolas de Huelva, Sevilla y Cádiz. Como mínimo es curioso que dicha cultura sea tan diferente a la Ibera, la otra gran cultura de la península ibérica, a tenor de los escasos restos encontrados sobre ella, pues éstos se parecen mucho más a las culturas orientales de la época: fenicias, cretense y griegas que a la de su vecina. Es igual de "casual" que hoy en día aun no hayamos descubierto la localización de su capital: Tartessos, (Jaén sería una ciudad secundaria de dicha cultura) a pesar de que Eforos (Escimno, 162) describe con exactitud la situación de la ciudad: A 1.000 estadios (dos días de viaje) de las columnas de Hércules (Gibraltar). Quedaros con este dato, en breve nos resultará revelador.

Desde hace unos años ha recobrado fuerza la teoría que ya a finales del XIX propusieran los historiadores españoles: Francisco Fernández y González de que la Atlántida estaría situada en las inmediaciones de San Lucar de Barrameda, población cercana a la desembocadura del Guadalquivir y las famosas marismas (actualmente parque natural) de Doñana. En 1922 el arqueólogo alemán Adolf Schulten hizo popular esta idea de la Atlántida en Doñana, la cual fue recibida como en tantas ocasiones con carcajadas por el estamento oficial y olvidada en el fondo de un oscuro cajón. En 1996 el satélite indio IRS tomó una serie de fotografías sobre Doñana sobre las que años más tarde los investigadores alemanes Werner Wickboldt y Rainer Kühne hicieron notar la posible existencia de estructuras artificiales gigantescas bajo la capa de sedimentos en la zona conocida como la Algaida-marisma de Hinojos. Se recobraba el sueño de Schulten y sus predecesores españoles.

Entre 2005-2010 un equipo del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) analizó el lugar con georadar, tomografías, sondeos, catas... no logrando demostrar que aquellas formas fotografiadas por el IRS fueran naturales, más bien al contrario. Tal y como dejaron constancia en el informe oficial denominado: "Constatación de la hipótesis de Wickboldt-Kühne" (accesible a través de la web del CSIC), es muy probable que las formas rectangulares y circules concéntricas que se mostraban en las imágenes fueran estructuras creadas por el hombre. Pero para nuestra desgracia y a pesar de la existencia de restos arqueológicos alrededor de ese punto en concreto, no se consiguieron certezas.

Hoy de nuevo es noticia, pues nuevas pruebas fotográficas aéreas (tomadas a 700 kilómetros de altitud) aportadas por el arqueólogo estadounidense de la Universidad de Hartford , Richard Freund  y del investigador local Manuel Cuevas, parecen indicar que efectivamente bajo la marisma de Hinojos de Doñana existen evidencias de al menos cuatro grandes estructuras (uno de los edificios de 360 x 180 metros) y de una clara estructura circular concéntrica de unos 8 kilómetros cuadrados. Además de otras evidencias de lo que parecen puertos, edificios más pequeños... Hay que notar que la localización de estas supuestas estructuras distan de Gibraltar en 900 estadios, tal y como aseguraba Eforos. Esto nos abre muchos interrogantes: ¿Los supuestos restos de confirmarse su existencia son pues la capital tartessica o la capital atlante? ¿O ambas son lo mismo?

Es evidente que afirmar una cosa u otra es muy arriesgado hasta que no empiecen las excavaciones y se encuentren restos, edificios, columnas...  pero si me preguntáis creo que la civilización atlante y la tartessica son la misma civilización o al menos ésta sería la sucesora de la Atlántida asolada. ¿Por qué lo creo? Las coincidencias son abrumadoras, la disposición circular de las ciudades atlantes y de las tartessicas, la localización de la capital tartessica (Doñana) encaja con la de la capital atlante, las coincidencias culturales más propias de ambas del Mediterráneo oriental que de la cultura ibérica. Y por si no fuera suficientes "casualidades", pocos saben que geológicamente está demostrado que el golfo de Cádiz en el pasado remoto fue asolado por dos gigantescos tsunamis provocados por sendos terremotos con epicentro en el Atlántico. Uno de ellos datado en fechas en las que se sitúa la destrucción de la Atlántida y que se cree que fue el que dio origen a las actuales marismas de Doñana.

Conglomerado artificial encontrado en Doñana.
En este punto solo cabe preguntarse: si se encuentra una ciudad perdida en las marisma de Hinojos (y no son especulaciones pues todo apunta a que está ahí y es real), con unos edificios gigantescos que superan en mucho a lo que se cree que existía en épocas tan remotas (360 x 180 metros, pensemos que la Gran Pirámide mide en su base 230 x 230m...), y que todo indica que fue sepultada por la acción de un gigantesco tsunami... ¿Qué otra cosa puede ser sino la Atlántida? Todo coincide con el relato de Platón, su esplendor, localización y caída... La Atlántida siempre estuvo ahí y ya la habíamos descubierto, al menos en parte, a través de los restos de la cultura tartessica. La excesiva imaginación de algunos imaginando una Atlántida poco menos que como una base extraterrestre ha cegado a muchos y obligado a meterse y encerrarse en su caparazón a muchos otros negando su existencia en respuesta a los primeros.

Quizás muchos se decepcionen al descubrir quiénes eran los atlantes en verdad, pero si se confirma su existencia estaremos ante el mayor hallazgo arqueológico de todos los tiempos. Una cultura avanzada al nivel o superior de la Minoica, capaz de realizar edificios tan monumentales como los egipcios y que muy probablemente eran capaces de navegar atravesando el Atlántico hasta llegar al nuevo mundo. En definitiva un descubrimiento que derrumbaría todos los cimientos de la historia y de la arqueología. Yo tengo la intuición (y solo es eso) de que a la Atlántida ya la descubrimos hace tiempo, pues creo que Tartessos y Atlántida son sinónimos.

Pronto lo sabremos, las fotografías y otras evidencias de la existencia de edificios creados por el hombre en Doñana (como el hallazgo de piedras aglomeradas por mortero en el entorno de la ciudad enterrada) parecen que han convencido a las autoridades académicas de que, sea la Atlántida o no, es más que probable que hallemos una ciudad perdida en las marismas y que hay que excavar. Parece ser que la Universidad de Sevilla va a solicitar al gobierno Andaluz que apruebe las actuaciones arqueológicas, a las cuales ésta estaría dispuesta a dar luz verde. Solo nos queda esperar impacientemente a que las palas perforen la tierra en busca de nuestro pasado.

viernes, 18 de septiembre de 2015

La nueva civilización

La semana pasada os hablé del futuro que a corto plazo nos aguarda. Sé que en un principio será duro y lleno de sin sabores pero estoy convencido que será para mejor. Somos espectadores del estertor de una moribunda civilización y del nacimiento de una nueva. Nuestro actual sistema de vivir nos lleva irremediablemente hacia el colapso y la autodestrucción, por eso debe cambiar. A pesar de que 2/3 de la población vive en la más absoluta pobreza y en condiciones que nadie con un mínimo de sensibilidad puede tolerar, estamos agotando los recursos del planeta a un ritmo alarmante. En 2100 seremos 11.000 millones de humanos, ahora somos 7.000, a este ritmo vertiginoso nos convertiremos en una auténtica plaga. La guerra por los recursos: agua, comida, materias primas... será atroz, el trabajo escaseará pues los humanos seremos sustituidos por robots y habrá, incluso en occidente, millones de personas sin nada que hacer. Ese incremento de población mundial se dará en los países pobres, todos podemos imaginar cómo será la presión inmigratoria con 4.000 millones de personas más... Si no cambiamos nuestra mentalidad, nuestra  actual civilización nos llevará a la autodestrucción.
 
Ese es el peor de los escenarios, pero no lo contemplo como posible pues la tecnología ha superado a la humanidad y nadie estaría a salvo en ningún lugar de otra conflagración mundial. Una III Guerra Mundial sería nuestra aniquilación como especie y aunque los poderosos lograsen sobrevivir lo perderían todo. Sus montañas de billetes no valdrían nada, sus negocios desaparecerían, no tendrían a nadie para servirles ni de los que sacar fortuna. No, no se dará, ellos tienen todo que perder y nada que ganar. En un principio pensé que serían capaces de infectar a la humanidad con una enfermedad que nos diezmara como especie, haciendo un virus el papel de controlador demográfico que antaño hicieran las guerras, por eso me alarmé tanto cuando saltó el ébola a la primera página de todos los periódicos. Pero si algo ha demostrado la naturaleza es que es impredecible e incontrolable y aunque los que gobiernan el mundo dispusiesen de las vacunas, ¿Quién les asegura que no mutará? ¿A quién gobernarán o manipularán si casi todos desaparecemos? ¿A quién venderán su petróleo, coches o seguros? No, tampoco es posible, en un mundo así solo quedaría regresar al sistema feudal, pues el capitalismo necesita de una ingente cantidad de consumidores.
 
Pero sin duda algo hay que hacer, pues cada día que pasa nos acercamos al precipicio. Desde que la historia es historia los poderosos han mantenido una máxima: "Cambiar todo para que nada cambie" y esta vez no será menos. Hemos de pensar que su único objetivo es mantener su status, sus privilegios y el único modo de hacerlo es abrir la mano. Si echamos la mirada hacia atrás en la historia podemos ver que la sociedad jamás ha dado un paso atrás, siempre hemos avanzado. Unas veces de forma muy lenta, otras muy rápida, pero nunca hemos retrocedido pues nadie lo aceptaría sin luchar y somos demasiados. Los poderosos se resistirán y retrasarán los cambios todo lo posible, pero finalmente cederán cuando todo esté a punto de estallar. El recuerdo de Luís XVI guillotinado por Robespierre o el zar Nicolás fusilado es una lección que no han olvidado.
 
Como ya he dicho el cambio será gradual, lleno de lágrimas y dolor, pero imparable y apuntará a una nueva humanidad que sin duda será mejor que la actual. Pero no llegaremos de repente (o quizás sí, ¿quién conoce el futuro?), ni tan siquiera sé si nosotros la veremos en su plenitud, pero con seguridad veremos los primeros cambios. A corto plazo y aunque ahora todo parezca negro, muchas cosas empezarán a cambiar.
 
Soy optimista pues en los países más avanzados, los que marcan el camino, ya empieza a vislumbrarse esa incipiente nueva civilización. En los países nórdicos se está reduciendo la jornada laboral a 35 y hasta 30 horas semanales, sin duda ellos son la punta de lanza y más pronto que tarde se extenderá al resto de occidente y del mundo. Ahora nos parece una quimera pero pensad que hasta 1856 la jornada laboral era de 16 horas y se vio como un gran logro la reducción a 12. Luego se lograron las 10 horas y no fue hasta la década de los 50 cuando se llegó a las 8 horas actuales incluso por más salario que antes. El mundo y el sistema no colapsaron ¿verdad? Hoy ya vislumbramos que a corto plazo la mayor parte de los trabajos los harán robots, por lo que los humanos trabajaremos afortunadamente menos horas, pues mientras el sistema evoluciona hacia la nueva humanidad habrá que repartir menos trabajos entre más gente. Sin duda los salarios se mantendrán o incluso subirán, pues la productividad y beneficios de las empresas aumentará con la mano de obra robótica (curioso, siempre con la reducción de jornada la productividad ha aumentado) y los gobiernos aunque sea a regañadientes, tendrán que transferir riqueza de las empresas a los trabajadores para evitar estallidos sociales.
 
Los beneficios sociales y humanos de esa liberación del trabajo (aunque sea parcial) serán enormes. Tendremos más tiempo libre, por lo que el ocio y espero que la cultura (cine, teatro, libros...), empiecen de nuevo  a cobrar un papel relevante en la sociedad. A mayor cultura la sociedad será menos manipulable, habrá más respeto por los demás y por la naturaleza y la presión de la opinión pública obligará a que las cosas cambien para mejor. Es muy probable que nuestra escala de valores de un giro de 180º en unas pocas décadas, de hecho ya lo está haciendo, solo hay que ver la cada vez más creciente concienciación y rechazo a todo lo que no respete los derechos humanos, de los animales o la naturaleza.
 
Existirá más seguridad, pero no por la presencia policial, si no porqué los niños estarán más atendidos, pues podrán ver y estar más tiempo con unos padres que sufrirán de menor stress. Este no es un hecho baladí, pues a mi entender es el centro de muchos de los males que nos aquejan hoy en día y sin duda la causa principal del alarmante incivismo que aqueja a las sociedades occidentales.
 
El gran zarpazo mortal a esta civilización llegará dentro de 20 o 30 años a lo sumo y lo hará de la mano de la revolución médica. Los estudios genéticos están muy avanzados y en veinte o menos años la medicina de las células madre será una realidad, se crearán órganos de nuestras propias células, el cáncer será un mal sueño, los estudios sobre la regeneración celular (ya muy avanzados) habrán terminado y la juventud eterna no será una quimera, incluso los estudios sobre la auto-regeneración de órganos perdidos (como tienen las lagartijas o las estrellas de mar que al perder un miembro lo crean de nuevo) están en su fase final. La nanotecnología hará que mini robots nos reparen desde nuestro propio interior, no es una fantasía o una visión futurista, los denominados Robots Origami ya son una realidad diseñada en el MIT de Massachussetts, sobre ellos hablaré la semana que viene.

Todos podéis imaginar que la esperanza de vida de los seres humanos se alargará a casi el doble de la actual y con una mejor calidad de vida. Esto hará inviable el actual modelo social, imaginar un mundo donde se tiene que trabajar 120 años, o donde uno se jubile a los 65 y viva hasta los 150... Eso colapsará el sistema actual. Podríamos pensar que los poderosos se reservarán para ellos esta medicina del siglo XXI, ¿pero de verdad creéis que aceptaríamos semejante discriminación? De nuevo solo el retroceso hacia una sociedad feudal podría sostener semejante disparate.

La ciencia y la tecnología harán que la era del petróleo llegue a su fin en menos de treinta años y que el sistema monetario actual muera. Al igual que los excedentes agrícolas y ganaderos forzaron a la humanidad a salir de las cavernas y a pasar de ser nómadas a sedentarios dando por completo la vuelta a nuestra forma de entender la vida, los actuales avances tendrán el mismo efecto sobre nosotros. El avance de la ciencia hasta finales del siglo XX solía deberse sobre todo a la falta de desarrollo de teorías y leyes que explicaran el mundo que nos rodea, hoy en día su avance está frenado más por la falta de fondos que por la no existencia de base científica. Hemos llegado a tal punto de tecnología que o seguimos creciendo o colapsaremos como civilización. Ya hace tiempo que cruzamos ese punto sin retorno y tendremos más pronto que tarde superar dos escollos importantes que hacen que la forma de hacer las cosas de nuestros días sea ya obsoleta:

- Nuestro status actual está en función del dinero que poseemos (que en muchos casos no está asociado al mérito de cada cual). En el futuro deberá estar asociado a lo que aportemos a la sociedad en su conjunto, sea cual sea nuestro trabajo.

- Nuestra mentalidad de clan, ya sea familiar, de país o racial deberá desaparecer y deberemos empezar a pensar como especie, pues sin duda el futuro está en el espacio y para conquistarlo deberemos actuar como un solo ser. Si hacemos cada cual "la guerra por nuestra cuenta" nunca lo lograremos.

Así pues sólo vislumbro dos mundos posibles, uno improbable donde las élites se refugien en una fortaleza protegida y servida  por máquinas al margen del resto de la humanidad (pobre y sin recursos) al estilo de "Los juegos del hambre" o una humanidad dónde su conciencia se haya expandido y sea mejor que la actual.

El futuro que vislumbro a medio plazo nuestro mundo estará salpicado de robots que nos liberarán de las tareas y trabajos ingratos, dónde la mitad de nosotros se dedicará a la tecnología y la otra mitad a las artes y en el que dispondremos de más tiempo libre. Viviremos un segundo Renacimiento. En un principio seguirán existiendo los países, pero al final desaparecerán, nuevas formas de cultivo y nuestra expansión por el espacio llevará el bienestar a casi todos los rincones del planeta, aunque no será fácil ni inmediato. Hay mucho trabajo de educación que hacer tanto en el 1er como en el 3er mundo. El ecologismo, en claro auge, se impondrá y nosotros veremos el fin del petróleo, de la era consumo desmedido... A largo plazo el ser humano será uno con él mismo y la naturaleza o no será.

 

viernes, 11 de septiembre de 2015

El futuro de la humanidad

La semana pasada vimos unas pinceladas del futuro que se avecina dentro de una o dos décadas a lo sumo. Un futuro incierto que como todas las cosas puede ser para bien o para mal. No es la primera vez que la humanidad se enfrenta a semejantes vicisitudes, aunque tengo la sensación de que esta vez será diferente y os explicaré el por qué. Hasta la fecha todos los grandes cambios, y ha habido unos cuantos desde que esta civilización surgió hace más de 10.000 años, han mejorado o hecho crecer a la sociedad pero sin cambiar sustancialmente su esencia. El modo de funcionar del mundo sigue siendo el mismo desde que en el 10.000 a.c. se crearan lugares como Göbekli Tepe.
 
Esta vez, la revolución tecnológica que se avecina intuyo que irá más allá y acabará con este modo de entender la humanidad y sus relaciones personales. Tampoco será nada nuevo, pues antes de la aparición de la agricultura, el fuego o la rueda, los humanos nos organizábamos en una civilización que nada tenía que ver con la actual. Si será para mejor o no dependerá de nosotros, aunque si nos atenemos a los precedentes por extraño que os suene, todo indica que será para bien.
 
¿Por qué creo que estamos ante las puertas de un cambio? Tal y como adelanté la semana pasada las IA (Inteligencias artificiales) lo revolucionarán todo y ya no son una quimera, están llamando a nuestra puerta. La mayor parte de los denominados "trabajos de baja cualificación" desaparecerán. En breve (y hablo de una década a lo sumo) no existirán teleoperadores, los clientes serán atendidos por una máquina inteligente capaz de mantener una conversación y tramitar las gestiones que solicitemos. Esto se trasladará a cualquier ámbito administrativo, a los denominados trabajos de oficina.
 
 
Robots camareros de Harbin, China.
Tampoco habrá camareros o cocineros humanos. En Harbin, una localidad al norte de China, ya existe un restaurante donde tanto los cocineros como los camareros son robots, concretamente 20. Ellos te reciben con diferentes frases de bienvenida y expresiones faciales, recogen tu pedido, te lo sirven... ¡y hasta te lo cocinan al punto de sal! Sólo un humano es necesario como ayudante de cocina, para colocar la carne cerca de estos cocineros autómatas. Es fácil de imaginar que los dependientes y asistentes domésticos correrán el mismo destino.


Robot doméstico de Toyota.
Y esto no es ficción, ya es una realidad, todos hemos visto asombrados los robots de hogar y azafat@s de las compañías japonesas. Hace unos días una compañía francesa presentó su robot de compañía al estilo de los bebes de silicona que parecen tan auténticos y que se denominan Reborn. Estos dos últimos ejemplos deberían hacernos reflexionar sobre hacia donde nos encaminamos los humanos... Tampoco es difícil de imaginar que muchos médicos de cabecera y enfermeras sean sustituidos por Robots médicos que serán capaces de recetarnos, tomarnos análisis de todo tipo e incluso diagnosticarnos las enfermedades más comunes, quizás sea éste el escenario más lejano de los que he descrito hasta ahora, pero sin duda la mayoría de nosotros lo llegaremos a ver.

 
 
Recreación del tren ideado pro Hyperloop.
Los camioneros, conductores de autobús, taxistas o incluso pilotos tampoco lo tendrán mejor. Otra realidad que ya está circulando por nuestras carreteras son los vehículos sin conductor de Google. En pocos años no serán la excepción, sino la norma. O el impresionante proyecto que empezará a construirse en 2016 por la compañía Hyperloop Transportation Technologies en Quay Valley , una cápsula bala que circulará a más de 1200 Km/h en el interior de un tubo de vacío e impulsado por... ¡aire comprimido! Este sistema de transporte conectará Nueva York con Los Ángeles en tan solo una hora, por lo que los vuelos comerciales se reducirán en unas décadas a sólo los transoceánicos y de largo recorrido. Creo que con estos ejemplos no es osado adelantar que pilotos, azafatas, personal de aeropuertos, barrenderos, mineros, operarios de maquinaria, obreros de la construcción... serán sustituidos en su mayoría por autómatas o robots, como antaño lo fueron las costureras por los telares automáticos o los miles de contables por las calculadoras primero y posteriormente por los ordenadores.
 
Y aquí es donde los nubarrones cubren el futuro. Muchos temen de los Robots, que al igual que en Terminator, se conviertan en los soldados del futuro y se subleven o que la Policía sea sustituida por máquinas al servicio de los poderosos. Pero en verdad no es lo que más me preocupa o debiera preocuparnos, pues no estamos hablando de robots manejados a distancia si no completamente autónomos, máquinas inteligentes capaces de pensar por sí mismas... Aquí en verdad casi preferiría poner mi vida en manos de un ente mecánico que no siente odio, envidia, rabia o avaricia que en las de un humano, pues de los robots militares inteligentes no sabemos cómo será su forma de actuar en una guerra, pero la de los humanos por desgracia la conocemos de sobra. Tampoco me quita el sueño que los poderosos traten de controlarnos con la nueva tecnología, pues ellos siempre han existido, incluso mucho peores que los de hoy en día y sin embargo no pudieron jamás parar el avance de la conciencia y de la sociedad.
 
No, no es eso lo que me preocupa, si no hacia donde irá la humanidad, pues millones de empleos se perderán y tendremos una enorme masa de personas sin futuro alguno. Esta misma situación se dio a principios del siglo XX tras la revolución industrial y todos sabemos cómo se solucionó ese exceso de población sin nada que hacer y "obsoleta" para el nuevo sistema: Dos guerras mundiales. Hoy en día no es posible, pues casi todos los grandes países disponen de armas de destrucción masiva y ese es el punto crítico y el gran problema que sacudirá el mundo en las siguientes décadas: Cómo integrar a las personas que se vean expulsadas de un nuevo sistema que cada vez necesitará menos mano de obra en un mundo dónde los humanos cada vez somos más.
 
Los cambios provocan miedo, incertidumbre y caos  hasta que "lo nuevo" es aceptado y asimilado. De eso sabían mucho nuestros abuelos y tatarabuelos haya por el siglo XIX. Ellos se enfrentaron, al igual que tendremos que hacer nosotros, a una revolución industrial sin precedentes. Las máquinas destruyeron miles de empleos, el paro fue realmente espeluznante en aquellos tiempos y todos temían lo que estaba por venir. Las perspectivas a corto plazo parecían más que negras y el futuro descorazonador... y sin embargo ya veis...  si a vuestros antepasados que sufrieron la revolución industrial les hubieran contado como iba a ser la sociedad de hoy a pesar de todos sus graves defectos... no hubieran dado crédito y les hubiera parecido el paraíso. Nadie podía imaginar entonces jornadas de 8 horas, sanidad o educación públicas y mucho menos el sistema democrático, por muy defectuoso que aun sea, de los que disfrutamos hoy en día en occidente. Y sí, se sufrió y peleó mucho, se derramó mucha sangre y lágrimas, al igual que en otras épocas anteriores, pero llegamos, siempre se llega.
 
Por eso y a pesar de que sé que habrán muchos sinsabores, dificultades y momentos descorazonadores (los tiempos entre épocas son los más duros y nos ha tocado vivir uno), soy muy optimista respecto al futuro. La humanidad y la sociedad jamás ha dado un paso hacia atrás, solo hay que ver (aunque aún quede trecho por recorrer) en qué situación estaban hace tan solo treinta años los derechos de la mujer, de los homosexuales, de los niños, de otras razas o el de los propios animales... Hemos avanzado para bien y muy rápido si miramos el gran cambio de estos últimos cien años respecto de los 10.000 años que llevamos de esta civilización. El futuro nos traerá una humanidad más inteligente, formada y culta, pues solo aquellos que dispongan de estas cualidades tendrán cabida y al igual que el número de personas con elevado nivel cultural de hoy en día es muy superior al de principios del siglo XX, a finales del siglo XXI será muy superior al actual. Una humanidad, formada y culta será más "humana", concienciada, menos manipulable y sin duda será mucho mejor y transformará esta civilización por una nueva y mejor. ¿Cómo será? La semana que viene os contaré cómo me imagino que será esa nueva humanidad.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Terminator, ¿ficción?

 
 
Todos hemos visto la saga de "The Terminator" que inició James Cameron en 1984, donde una IA (inteligencia artificial) llamada Skynet, se hacía con el control del mundo y a través de sus robots asesinos llamados Terminator (uno de ellos encarnado por Arnold Schwarzenegger) trataba de eliminar a la humanidad. En la década de los 80 a todos nos sobrecogió e impactó este icono del cine de la ciencia ficción, pero lo veíamos muy lejano e irreal.
 
ASIMO en 1997

En aquellos años la robótica estaba en pañales y la tecnología muy lejos de ni tan siquiera acercarse a lo que Cameron visionaba para nuestro futuro. Los años fueron avanzando y la tecnología creciendo de forma exponencial a un ritmo vertiginoso. No tardamos mucho en ver al simpático ASIMO, fabricado por Honda en 1997 y que nos dejó boquiabiertos. Entonces empecé a entender que las "fábulas" de Asimov, Cameron... empezaban a no serlo tanto y que quizás, al igual que Julio Verne, habían sabido ver hacia dónde nos llevaba el futuro. Pero todos vimos sus limitaciones, hoy ASIMO ha evolucionado y la coordinación de sus movimientos, su robustez y capacidad de entendimiento es muy superior a aquel primer modelo. Hoy los robots están por todas partes y empiezan a hacerse dueños de nuestras vidas, al igual que la tecnología. Están los autómatas de las fábricas, bastante "simples" si los comparamos con los robots de exploración espacial como pueda ser la Mars Rover o el propio ASIMO.
 
 
A la mayoría de nosotros nos sorprendió ver los modelos japoneses que hacían de camareros o de azafatas. Yo al menos los miré en su día con curiosidad y con una cierta sonrisa pues aún la tecnología los hacía muy inferiores al ser humano. Los avances en la mecánica de estos robots  eran espectaculares, empezaron a  subir escaleras, a coger vasos con delicadeza... pero su software dejaba bastante que desear, su programación era muy básica. Por ello aún era incapaz de creerme el mundo apocalíptico que nos describía Terminator.
 
Cuando oí por primera vez de los drones militares un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Máquinas voladoras teledirigidas que disparaban misiles y realizaban ataques, solo pude pensar: Dios, esto empieza a dar miedo... pero el ser humano tiene la capacidad infinita para ponerse una venda en los ojos y no ver la realidad. Me auto convencí de que no pasaba nada: Son aviones no tripulados que  maneja un operador en remoto. La decisión final sigue dependiendo de un humano, tranquilo José, es lo mismo que un operario de tanque... Sí, lo sé, un pensamiento muy ingenuo, como si el hecho de que una persona controle un arma tan poderosa o su misma existencia, no fuera suficiente para alarmarse.
 
La señal de alarma y el motivo de este artículo fue mi mayúscula sorpresa al descubrir que las IA ya son una realidad y como no, la primera aplicación que quiere darle el ser humano a este avance es la militar. Con la inteligencia artificial se pretende dotar a las máquinas de auténtico pensamiento crítico y capacidad de decisión, que no sigan una programación estricta que no puedan saltarse, si no que sepan adaptarse y buscar soluciones a las situaciones a las que se puede enfrentar. El número de empresas robóticas militares están en aumento y se calcula que no menos de 76 países están desarrollando esta tecnología. Es cierto que todavía no hemos llegado a crear nada parecido a un Terminator o el ordenador que lo controla: Skynet, pero no nos engañemos, estamos en la antesala, a un solo "un minuto" de lograrlo.
 
Si no os lo podéis creer os daré unos ejemplos:
 
1-La empresa BAE Systems, con sede en Reino Unido, ha creado un avión supersónico llamado Taranis que es capaz de llevar misiones intercontinentales sin ser detectado por el radar. Este modelo es el primero en cruzar la línea de los drones, pues es prácticamente autónomo, estando más cerca de Terminator que de los aviones no tripulados.
 
2- El robot Atlas, diseñado por Boston Dinámics y financiado por DARPA, la Agencia estatal estadounidense para la Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa. Según la propia empresa: “Atlas puede caminar sobre los dos pies, lo que le deja los miembros superiores libres para levantar, transportar y manipular objetos. En terrenos muy abruptos, Atlas tiene la fuerza y la coordinación suficientes como para trepar utilizando las manos y los pies, abriéndose camino a través de espacios congestionados. Las manos, articuladas y con sensores, le permiten utilizar herramientas diseñadas para uso humano”.

Sabiendo sus capacidades y por quién está apoyado económicamente y supervisado... Me entendéis ¿verdad?
 
 
Los denominados Killer Robots (Robots asesinos) serán una realidad en menos de diez años y a nivel internacional el debate ya está abierto. Amnistía internacional, apoyada por muchas organizaciones y hasta 6 premios nobel han puesto el debate encima de la mesa con una campaña denominada Stop Killer Robots. Yo estoy con ellos, no se debe permitir la existencia de estos robots que de forma autónoma decidirán sobre la vida y la muerte de seres humanos sin supervisión alguna. ¿Cumplirán estas máquinas las convenciones de guerra? ¿Cómo distinguirán quién o qué es una amenaza? ¿Podrán evaluar correctamente todas las situaciones? ¿Entenderán los matices? Las respuestas creo que todos las conocemos.

Quizás no se llegue a ese extremo, el de tener Terminators en nuestros ejércitos, pero sin duda los emplearan como agentes de la ley. Policías autónomos que determinarán por sí mismos quién ha cometido un delito y con que contundencia reaccionar, cuando actuar o no en una manifestación, quién es o no una amenaza... Muchos científicos dudan que sean nunca capaces de analizar correctamente las situaciones y se plantean muchas dudas ¿Sabrán distinguir una pistola de juguete en manos de un niño de una real? ¿Cómo aplicar justicia en vez de ley? Pues en demasiadas ocasiones, incluidas las democracias occidentales, ambas no van unidas. Demasiadas incógnitas que hacen del futuro que se avecina a corto y medio plazo, un lugar muy incierto. 
 
No es un tema baladí que solo existe en la mente de cineastas, escritores o conspiranoicos, en Abril  de este año se llevó a cabo en Ginebra la segunda reunión informal de expertos convocada por miembros de la Convención sobre Armas Convencionales (CCW) de la ONU con la finalidad de prohibir el desarrollo de los denominados LAWS (Sistemas de Armas Autónomos Letales). Esto nos da una idea de lo cerca que estamos de ese futuro y de que ya está más cerca de la realidad que de la ciencia ficción.
 
La ciencia y la tecnología siguen avanzando sin detenerse, a veces demasiado deprisa y sin darnos tiempo a reflexionar sobre las consecuencias de la misma. Es cierto que como la mayoría de las culturas milenarias llevan diciendo, todo tiene una doble vertiente: el bien y el mal, el Ying y el Yang, positivo o negativo... como prefiráis, la ciencia no es menos. Es una línea roja que no debemos atravesar, el ser humano ha demostrado (y sigue haciéndolo) que no está preparado a nivel mental y de conciencia para darles un buen uso.
 
Pero aunque así fuera, que nos olvidáramos de las aplicaciones bélicas, hemos de pararnos y reflexionar sobre las consecuencias del desarrollo de las IA, pues van a ser una gran revolución humana y social, tanto como la revolución industrial en el siglo XIX. Incluso las aplicaciones positivas de la robótica inteligente pueden traer graves consecuencias para el modelo social que hemos construido.  Se producirá resistencia y desordenes, tal y como se produjo hace dos siglos cuando aparecieron los primeros telares y máquinas de vapor que sustituyeron a miles de trabajadores. Se volverá a producir una dura resistencia al cambio y sabotajes contra las nuevas máquinas, esta vez por parte de los modernos hackers. Curioso el origen de la palabra sabotaje, que proviene del vocablo francés: sabotage, que a su vez viene de la palabra sabot: zueco de madera, que usaban los antiguos empleados de las fábricas en el XIX para insertarlos entre los engranajes de las nuevas máquinas y así inutilizarlas e impedir que los despidiesen. Sinceramente creo que tras 8.000 años del mismo modelo de civilización, estamos en la antesala de su fin, depende de nosotros que lo que venga sea mejor o peor para el ser humano. Pero esa reflexión ya será en el siguiente artículo.