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viernes, 29 de enero de 2016

Un nuevo planeta y... ¿Sumer?

La semana pasada surgió la noticia de que está casi confirmado que más allá de Plutón existe un planeta perteneciente a nuestro Sistema Solar, sería el décimo (Sí, ¡para mí Plutón siempre será un planeta!).  Quizás no lo sepáis pero los científicos llevan ya unos cuantos años tratando de demostrar su existencia aunque hasta ahora no habían tenido éxito. Las extrañas perturbaciones en las órbitas de los planetas exteriores y la desconcertante agrupación de órbitas del cinturón de Kuiper tenían como mejor explicación la presencia de este enigmático y escurridizo vecino: Un planeta de unas 10 veces el tamaño de La Tierra del que se desconocería todo.
 
Hay que ser honestos y decir que pueden existir otras alternativas posibles, como que otra estrella afecte a esa zona del Sistema Solar o que existan perturbaciones hasta ahora desconocidas. Ambas desde mi punto de vista, bastante menos factibles que la explicación del 10º planeta. Trataré de explicarlo con un ejemplo reduciendo las distancias estelares a magnitudes terrestres: Afirmar que una estrella situada en Nueva York afecta a la Torre Eiffel pero no al Louvre no es muy lógico, la 2ª opción se descarta por si misma: primero habría que descubrir esa nueva anomalía para usarla como explicación... Además, los datos aportados por el equipo de Caltech formado por los astrónomos: Konstantin Batygin y Mike Brown parecen muy sólidos pues se basan en muchos años de observación de esa posible  órbita del décimo planeta. De hecho, en un principio ambos eran escépticos de su existencia, pero la acumulación de datos y pruebas año tras año, les ha convencido de que el nuevo vecino planetario  es muy real.
 
La NASA ha puesto en duda el descubrimiento pues afirman que deberían haber visto y fotografiado a dicho planeta. Eso es cierto en parte. Hemos de tener en cuenta que ese misterioso planeta tendría una rotación alrededor del Sol de entre 10.000 y 20.000 años y estaría unas 20 veces más lejos de  nuestro astro rey de lo que está Neptuno. Para encontrarlo deberíamos dirigir hacia esa región uno de nuestros grandes telescopios en su búsqueda. Es más, como afirman los astrónomos de Caltech, quizás esté fotografiado y lo hayamos catalogado o ni tan siquiera nos hayamos fijado en él.

¿Y qué tiene que ver esto con Sumer? ¿Dónde está lo extraño? Os preguntaréis. Bien, en las tradiciones y en la religión sumeria recogidas en las numerosas tablillas de arcilla que han sobrevivido al paso de los tiempos (leyendas que más tarde recogerían Babilonia y Asiria), ya se hablaba de un Sistema Solar formado por 10 planetas... Curioso ¿no? Para los sumerios sus Dioses eran seres reales que habían bajado del cielo y creado al hombre. Los llamaban Annunaki (los bajados del cielo) y según sus creencias estos seres provendrían de un décimo planeta del Sistema Solar al que llamaban Nibiru y que actuaría como lugar de tránsito. Esta raza divina sería reptiloide y habría creado al hombre como una especie esclava para que les ayudase a extraer oro, metal precioso que necesitarían para espolvorearlo en su atmosfera y poder así calentar su planeta, pues sería un mundo helado al encontrarse mucho más lejos del Sol de lo que estaría Plutón.

Como inciso decir que esa leyenda de la creación del hombre es cuanto menos curiosa y merece la pena que la conozcáis. Según los antiguos Sumerios Enki, hijo del rey Annunaki: Anu, fue quien propuso crear al hombre, para lo que mezclando en un recipiente de arcilla un óvulo de homo erectus y ADN de su especie e insertándolo en la matriz de su hermana Ninki, dieron origen a un niño con capacidad de hablar llamado Adamus. Los Annunaki crearon más niños y finalmente decidieron crear una hembra para expandir la raza humana, la llamaron Tiamat. Pero erraron pues la mujer no procreaba. Pero Ningishzidda hijo de Enki, sacó la esencia de la vida de las costillas de sus padres y se la insertó tanto a Adamus como a Tiamat, logrando hacerlos por fin fértiles.... ¿Os recuerda a alguna historia de la creación? Es fascinante comprobar cómo se van transformando los mitos y las leyendas y se van transmitiendo de una cultura a otra.

Es curioso como los sumerios ya daban respuesta en milenios tan remotos a uno de los grandes misterios de la humanidad, la aparición de la inteligencia: Simple y llanamente por el uso de ingeniería genética. Independientemente de que creamos o no en esta leyenda, ¿No resulta fascinante que los sumerios explicaran la creación  de ese modo? Pues sin duda es de lo que están hablando aunque con palabras de alguien que desconoce los principios científicos que subyacen a la recombinación de ADN. Y si se demuestra sin género de duda la existencia de dicho décimo planeta... ¿No haría acaso eso preguntarnos como conocían los sumerios la existencia de dicho objeto celeste si ni tan siquiera hasta hoy en día con nuestra moderna tecnología podíamos imaginar que estuviese ahí?

Dejando a un lado la existencia o no de esa raza alienígena que nos visitó y creó, siempre según las leyendas del creciente fértil en el 3.500 a.c. hemos de concederles que es sorprendente que al parecer acertaran. Se puede pensar que es simple azar, una casualidad que los sumerios y posteriormente babilonios, quienes recogerían dichas tradiciones, pusieran a sus Dioses creadores en un planeta que hasta ahora parecía no existir. ¿Acertaron como vulgarmente se dice: por pura chiripa? Muchos no sabréis que hay miles y miles de tablillas babilónicas aún por traducir, muchas de ellas en los sótanos del Museo británico. Hace poco se han descifrado cinco de ellas que demuestran todas juntas, que los conocimientos y habilidades matemáticas para calcular el posicionamiento astronómico de los planetas que tenían en Babilonia eran muy avanzados.

Mathieu Ossendrijver de la Universidad de Humboldt (Berlín) ha estudiado esas tablillas junto a otras 100 relacionadas con la astronomía, los textos y fórmulas grabados en el barro no dejan lugar a dudas: los antiguos babilonios habían calculado con exactitud el movimiento celeste de Júpiter y poseían conocimientos matemáticos abstractos que relacionaban el tiempo, la posición y el movimiento, que sabían calcular el área bajo una curva... ¿Y que nos quieres decir? Os preguntaréis, la respuesta es sencilla, ese tipo de cálculo supuestamente no apareció hasta el siglo XIV, lo que me hace replantearme que hace 5.000 años situaron a los Dioses en un décimo planeta no por casualidad, sino porque sabían de su existencia en una época que por supuesto está muy lejana del primer telescopio de Galileo. ¿Cómo fueron capaces de saber de su existencia en tiempos tan remotos? Quizás muchos sigáis empeñados en la casualidad, pero el caso del planeta invisible que ellos llamaron Nibiru no es un caso aislado de astronomía imposible en la antigüedad. ¡Pero eso será la semana que viene!

 

miércoles, 20 de enero de 2016

El futuro nos atrapa

De nuevo ha habido una serie de noticias que como siempre pasan desapercibidas para la gran mayoría del público, pues se han de buscar en secciones concretas de los medios digitales y a veces solo se pueden encontrar en páginas más especializadas. Son de esas noticias que se agradecería que aparecieran en los telediarios en vez de tantas desgracias y muertes. Uno no sabe ya si en verdad vende la sangre y la violencia en vez de lo positivo porque el ser humano es así o se nos hace consumir sangre y vísceras porque a alguien le interesa que así sea. Pero esto sería entrar en otro debate.
 
 
En este último mes he leído dos noticias que son como una ventana a un futuro que la mayoría de nosotros veremos y que de nuevo nos plantearán retos enormes como sociedad. Muchos habréis oído hablar de los coches de Google (quizás no), ya sabéis: El proyecto estrella de la multinacional americana y en el que se están invirtiendo cientos de millones de dólares probando coches sin conductor en entornos reales. Bien, en estas semanas pasadas realizaron su informe anual sobre el estado del proyecto: En 2015 estos coches sin conductor realizaron en un año la friolera de 2,1 millones de kilómetros con tráfico real y 3 millones diarios en un simulador. Por mayor seguridad, en los coches de Google siempre va un conductor, el cual si no ocurre nada no toca los mandos del vehículo. El número de incidentes que obligaron a desconectar el piloto automático fue de 341, de los cuales la toma de los mandos del conductor humano evitó 13 accidentes, desconocemos si graves o no...
 
En 2016 sus pretensiones son erradicar dichos errores a cero. No sé si lo lograrán este año que entra, el siguiente o dentro de dos, pero no tardarán mucho más. Y no solo son ellos quienes van tras el coche sin conductor: Tesla, Nissan y Mercedes también tienen muy avanzados sus prototipos con buenos resultados. Es fácil de imaginar que este avance revolucionará el transporte terrestre de personas y de mercancías. Es muy probable que dentro de tan solo 10 años la profesión de conductor y chofer sea una reminiscencia del pasado.
 
La otra gran noticia hace referencia a la gran revolución que está por venir: las IA, las Inteligencias Artificiales, las cuales han dado un paso de gigante en 2015. Como ya comenté en artículos anteriores, las computadoras tendrán capacidad de aprendizaje y tendrán una inteligencia comparable a la humana. Las máquinas capaces de pensar, combinadas con los increíbles progresos de la robótica, sustituirán a millones de humanos de sus puestos de trabajo: teleoperadores, recepcionistas, operarios de todo tipo, oficinistas, operarios de banca, contables, economistas... Tan solo hace unas pocas semanas escribía al respecto, tratando de echar un vistazo al tipo de sociedad que estaba por venir... Lo que no preveía es que estuviera tan cerca. El gran obstáculo de las IA ha saltado hecho añicos. Hasta el año pasado los científicos se topaban con una enorme barrera: para hacer que una máquina fuera capaz de pensar por sí misma y aprender, se necesitaba insertarle una titánica cantidad de rutinas, subrutinas y preguntas de aprendizaje. Bien, los científicos ya han logrado que una IA sea capaz de iniciar su aprendizaje con la sola formulación de una pregunta. Al igual que con Google, serán una realidad en un par de años y no en una o dos décadas.

Hace poco surgió una noticia que pasó desapercibida, Eugene, una IA basada en los desarrollos de los programadores ucranianos Veselov y Demchenk en San Petersburgo, ha logrado superar por primera vez el test de Turing (por el investigador Alan Turing), en éste un grupo de humanos, sin ver a su interlocutor, han de determinar en base a sus respuestas si es humano o una máquina... Eugene les convenció de que era un niño humano de 13 años.
 
El futuro nos alcanza a pasos agigantados, ¿Qué será? ¿Para bien o para mal? Muchos podréis pensar que son exageraciones, pero incluso una de las mentes más brillantes que posee la humanidad en la actualidad: Stephen Hawking ha mostrado su gran preocupación al respecto, pues piensa que el ser humano se enfrenta a su propia apocalipsis: el colapso de la sociedad. En sus declaraciones ha afirmado:

«El desarrollo de una completa inteligencia artificial podría traducirse en el fin de la raza humana», ha advertido.

Muchos quizás estéis pensando en un final como Terminator, con una sublevación de las máquinas. Hawking, y yo estoy de acuerdo con él, está pensando en que el ser humano es muy probable que no gestione bien ese futuro a tenor de nuestro comportamiento actual. En sus propias palabras:

"Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá del modo en que las cosas se distribuyan. Todo el mundo podría disfrutar de una vida de lujos y ocio si los bienes producidos por las máquinas son compartidos. Pero también podría pasar que la mayoría de personas acabaran siendo miserablemente pobres si los propietarios de las máquinas tuvieran éxito con sus presiones políticas en contra de la redistribución de la riqueza. Hasta el momento, la tendencia parece encarada hacia la segunda opción, propiciando que la desigualdad siga creciendo".

Un mundo donde el 5% de la población controle el 99% de la riqueza está abocado al colapso y a una sangrienta revolución, que con la tecnología actual podría ser, tal y como afirma Hawking, el apocalipsis de la humanidad y nuestra auto-destrucción. Según el propio científico: "El capitalismo es más peligroso que los robots" y yo estoy de acuerdo con él. En un sistema dónde todo vale para maximizar beneficios, acosta de lo que sea, dónde casi todas las grandes multi-nacionales montan sus fábricas en el tercer mundo pagando miserias incluso para países con salarios irrisorios, donde se ha establecido que si hoy gano 200 mañana he de ganar 300 a cualquier precio, donde si he ganado 50 cuando antes ganaba 100 se considera que he perdido y no ganado 50 y destrozo a quien haga falta para volver a ganar 100... En un mundo así y viendo los antecedentes históricos, es muy previsible que quién controle las máquinas no se comporte por voluntad propia con sentido común. No hay mayor droga que el dinero y el poder, frutos de nuestro desmesurado super-ego del que ya alertaron Freud y Jung.

La humanidad que está a la vuelta de la esquina y que veremos deberá dar un salto de conciencia si no quiere colapsar, pues como bien dice Hawking: o vamos a una sociedad donde todo el planeta sea justo o acabaremos aniquilándonos los unos a los otros. Para que todos seamos prósperos no queda otra, incluso a corto plazo, que empezar a salir de nuestra amada Tierra hacia nuevos mundos. Empezar a pensar como especie en vez de en clanes del tamaño que queráis (Nacionales, regionales, familiares...).  Sabéis que soy optimista y que creo que lo lograremos, lo que no sé es cuantas lágrimas nos costará el cambio.

Depende de nosotros evitar un capitalismo deshumanizado y depredador como el que hemos visto durante esta crisis. Nos jugamos algo más que nuestro bienestar como individuos, nos jugamos nuestra existencia como especie.

 

viernes, 15 de enero de 2016

¿Pueden las palabras curar? Parte II


Como vimos la semana pasada, es una verdad científica que las palabras y en concreto las emociones que se derivan de ellas, pueden hacer que enfermemos, que no lo hagamos o que nos curemos de muchas enfermedades al obligarnos, con su correcto uso,  a cambiar hacia un pensamiento positivo. Nuestro sistema inmunológico se debilita o se fortalece mediante las palabras que usamos o dejamos que nos influencien a lo largo de nuestra vida, pues ellas son la expresión de nuestras emociones que a su vez controlan la creación o no de sustancias químicas y hormonas que afectaran a nuestra salud. Si, las palabras curan... o nos hacen enfermar. Cuidemos muy bien el uso que hacemos de ellas con nosotros mismos y con los demás.

Esculapio, Dios romano de la medicina.
Pero la gran pregunta que se nos plantea es si los demás mediante la palabra o la oración pueden curarnos) o nosotros curar a los demás) cuando una enfermedad grave se presenta en nuestras vidas. En este punto debo confesar que soy escéptico a medias. No creo que solo con la mera oración se cure un cáncer, una hepatitis, una embolia... ya me entendéis. Pero no todo es tan fácil pues si creo que puede ser como un buen complemento, os explicaré por qué lo creo: La oración, la presencia del familiar, la imposición de manos, nuestra propia "fe" en nuestra curación o lo que queráis, en sí no nos va a sanar, pero puede influenciar en el subconsciente del paciente y reforzar su sistema inmunológico haciendo que la medicina ortodoxa sea más efectiva o directamente ayudándola aumentando las defensas del cuerpo. No es un tema baladí, pues está demostrado (y hay estudios al respecto) que la quimioterapia suministrada a los pacientes en salas donde como sonido ambiente hay música relajante, o música clásica es mucho más efectiva.

Esto me hace plantear muchas cosas, como por ejemplo, si con meditación profunda y focalizando nuestra energía y voluntad en acabar con la enfermedad no conseguiremos que los medicamentos que ingiramos se focalicen en la zona afectada y sean también más efectivos. Se han dado casos de curaciones imposibles, los cuales están muy bien documentados. Aquí hago un inciso y os recomendaría que os leyerais un libro: El médico perplejo del doctor Robert S. Barrow, en el encontraréis muchos ejemplos documentados al respecto.

Bien, sigamos, existen personas desahuciadas que han salido de la enfermedad, una de ellas fue mi madre en el segundo cáncer ¿cómo lo hizo? La verdad es que no lo sé, pues tuvo lugar a principio de los 90, os podéis imaginar que los medios para luchar contra el cáncer de la época no son ni por asomo los que hay hoy en día. Solo sé que su voluntad por sobrevivir era férrea, inquebrantable, iba a derrotar al cáncer por sus narices y le daba igual que los médicos opinaran lo contrario. Y lo hizo. Se trató a pesar de las nulas esperanzas y contra todo pronóstico: ganó. Aquello me hizo reflexionar y mucho, la quimio de entonces no era la mejor ni tan efectiva como la actual, pero su determinación en salir adelante estoy convencido que consiguió aumentar de tal modo sus defensas que suplió las carencias de la medicación y salió victoriosa.

Habrán casos en los que por desgracia nada se podrá hacer, es el ciclo de la vida: Empezamos a morir el día que nacemos, pero estoy convencido que con nuestras palabras y la perfecta gestión de nuestros sentimientos y emociones podemos evitar traspasar la línea roja o incluso si la hemos traspasado por poco poder dar un paso atrás y no me cabe duda de que la buena gestión emocional puede evitarnos la mayoría de las enfermedades comunes. Ayudemos a los medicamentos a curarnos. Antes de finalizar y para que no queden dudas al respecto, no creo que nadie tenga un poder milagroso de curación, ni que la imposición de manos, la oración u objeto/pócima milagrosa curen por sí mismas, si en algo pueden influenciar es en nuestro subconsciente que ya hemos visto que puede ser vital. Todos deberíamos ser muy conscientes de ello y deberíamos huir como del fuego de los "sanadores milagrosos".
 
Por si alguien necesita algo más concreto y racional, pensar que al contrario de lo que muchos pensamos, al día se generan del orden de 500 a 1000 nuevas neuronas y sus correspondientes conexiones gracias a las células madre. La voluntad de cada individuo y su estado emocional son claves para determinar a qué se destinan esas neuronas. Quizás esta sea la clave para resolver esa gran verdad intangible que tan bien plasma nuestro refranero: "Quién la sigue la consigue" o "Si quieres ser Papa, métetelo en la cabeza". Si nuestra voluntad o si nuestros esfuerzos, están dirigidos a unos objetivos concretos, buena parte de esas neuronas irán destinadas a las regiones cerebrales encargadas de alcanzar dichos objetivos. Si en vez de dedicar  1 millón de neuronas a pensar cómo podemos conseguir algo, dedicamos 2 millones y cada día le añadimos más neuronas... es evidente que al final lograremos dar con la solución que nos haga llegar a nuestra meta, incluido recuperarnos de una enfermedad.
 
Entonces, no hay magia, es todo un proceso natural... ¿Seguro? Son nuestras conciencias quienes rigen las emociones y estas a su vez nuestro cuerpo ¿Acaso no hay nada más mágico que seamos capaces de crearnos a nosotros mismos con algo tan etéreo como la voluntad y la plena conciencia de nuestro yo? ¿Qué es la voluntad o la conciencia? ¿De dónde vienen? ¿Dónde están? Os dirán que dentro del cerebro, pero es falso. Nadie lo sabe ¿No es acaso el gran misterio?
 
 
 

viernes, 8 de enero de 2016

¿Pueden las palabras curar? Parte I

Sé que este es un tema delicado de tratar, pues cuando se habla de la salud siempre hay que andar con pies de plomo. Voy a ser lo más riguroso posible en este artículo, pues es algo que me tomo muy en serio y os explicaré el porqué. Quienes me conocéis ya sabréis que perdí a mi madre hace ya la friolera de 15 años tras un cuarto cáncer, así que comprenderéis que no hago bromas al respecto y si en algo soy intransigente es aquí. No hay nada que me cause más repulsión y asco que aquellas personas que fingen, manipulan o juegan con las enfermedades para sacar un rédito monetario, emocional o de cualquier índole. Es evidente que los 14 años de la enfermedad intermitente de mi madre es la experiencia más traumática de mi vida... y la más transformadora a la vez, pues fue la semilla de lo que soy ahora y de este blog, ya que fue en ese instante cuando empecé a buscar el sentido y la naturaleza de esta vida que nos ha tocado vivir.
 
Podré estar equivocado o no, pero ante todo quería dejar muy claro que lo que expongo a continuación me lo tomo muy en serio. Vayamos a ello entonces. ¿La palabra puede curar? Todas las religiones afirman que sí, que a través de la oración y el rezo fervoroso se obran curaciones milagrosas, otros afirman que estatuas, reliquias juegan el mismo papel, otros que con la imposición de manos u otros sortilegios son capaces de sanar. ¿Qué hay de cierto en todo ello? Yo no creo que la oración o rezar a una imagen sea capaz de invocar a unos seres intangibles que se apiaden de nosotros y nos curen desde el más allá. Tampoco creo en esos charlatanes ambulantes que aseguran tener capacidades mentales o pócimas milagrosas y que se aprovechan de la desesperación ajena para exprimirles hasta el último céntimo... A estos los metería entre rejas de por vida. Entonces, ¿no existe nada, son todo mentiras y engaños? No es tan sencillo...
 
Es más que evidente y lo saben muy bien los médicos, que tener "fe" en que uno va sanar, y no me refiero a una religión en concreto, ni a espíritus, Santos o Dioses de cualquier índole sino a la obstinación (sea cual sea el origen de la misma) de una persona en curarse y no morir es absolutamente clave para que una persona que está en el "filo de la navaja" viva o muera. Yo he visto para mi desgracia las dos vertientes. Por tanto, eso tan etéreo que denominamos "voluntad" debe de ser relevante para la sanación por algún motivo. A lo largo de dos artículos trataré de ahondar un poco en este delicado tema de forma rigurosa.

Hay estudios que demuestran que muchas dolencias estomacales causadas por stress y que los fármacos no son capaces de curar, se solucionan casi mágicamente a través de la meditación o la risa. Sin duda el estado de ánimo influye mucho en nuestra salud y en la aparición o desaparición de ciertas enfermedades. Sí, y aunque no lo creáis aquí no hay nada mágico, pues la sonrisa (real o incluso fingida) obliga a nuestro cerebro a modificar lo que se denomina el circuito de la angustia y nuestro metabolismo. ¿No es maravilloso e increíble que la sonrisa y las acciones que nos hacen sentir bien con nosotros mismos sean fuente de salud? No es nada nuevo, desde hace décadas hay estudios, como ya comenté en otros artículos anteriores, que constatan que la felicidad o la ausencia de la misma, independientemente de factores sociales y/o socioeconómicos del individuo o incluso alimentarios, es la causante de que ciertos defectos genéticos, y las enfermedades que se derivan de ellos, se desarrollen o desaparezcan. Muchos pensaréis que es charlatanería, quizás es lo que os quieren hacer creer, pues casi nadie conocerá que el estudio de la modificación del ADN por estados emocionales es una ciencia real, reconocida y aceptada por la ortodoxia que se llama: epigenética, que demuestra que nuestro estado emocional puede producir hormonas capaces de penetrar en la membrana celular y hacer que ciertos genomas se manifiesten o no lo hagan, genes que nos interesan que despierten y genes, como los oncogenes (cancerígenos), que es mejor que no lo hagan.
 
Pero añadamos más datos. En Boston se realizó un experimento médico muy interesante que deberíais conocer: A un grupo de voluntarios se les sometió durante varios minutos a un"bombardeo" de palabras negativas: oscuridad, muerte, problema... de forma inmediata se les sometió a un análisis de sangre y saliva para un radioinmunoensayo hormonal en el que se demostró una elevación cuantitativa y significativa de una sustancia llamada cortisol, la hormona asociada al miedo. La prueba contraria, mostrar palabras positivas producía el efecto contrario, el cortisol disminuía de forma clara. Es decir, las palabras (y las emociones asociadas a las mismas) cambian nuestro metabolismo y esos cambios, prolongados en el tiempo pueden hacernos enfermar de forma grave o que sanemos.  Como veis el enunciado no es ninguna tontería, ni tampoco magia.
 

Molécula de Cortisol
Pero, ¿hasta dónde es cierto esto? ¿Son casos puntuales, es generalizado? Me preguntaréis. Bien, la Universidad de Harvard ha demostrado que entre el 60 y el 90% de  las consultas de medicina general en el mundo occidental son debidas a lo que se llaman emociones tóxicas: resentimiento, odio, frustración... ¿Cómo es posible? Querréis saber. Bien, de nuevo el cortisol es la respuesta, pues esta hormona es capaz de adherirse a la membrana de los linfocitos y de los glóbulos blancos (que son los que nos defienden de los catarros, de la gripes o incluso de las células los tumorales) haciendo que dejen de funcionar. A mayor concentración y duración en el tiempo de cortisol en sangre el riesgo de enfermar es mayor ¿Empezáis a comprender?
 
Pero esto no termina aquí, el denominado distress (o stress malo), el que nos bloquea y angustia a diferencia del stress "bueno" (el que nos mantiene concentrados y alerta) está completamente demostrado que es provocado por las frases negativas del día a día: "no lo lograrás, eso es imposible, no vales para eso..." el permanente y continuo no, no, no... Pues bien, experimentos sobre personas sometidas a este tipo de expresiones han demostrado, usando scaneres cerebrales de resonancia funcional magnética, que por ejemplo, el riego sanguíneo cerebral se alteraba o que ciertas regiones cerebrales se apagaban...

Creo que a estas alturas podemos asegurar con total certeza científica que nuestra mente y la gestión que hace de nuestras emociones, es capaz de evitar que enfermemos ya que puede aumentar o disminuir nuestro sistema defensivo y hacernos más o menos vulnerables a nuestro entorno. También es evidente que ciertas dolencias asociadas a las emociones tóxicas, al stress o a la negatividad que nos rodea en nuestro día a día, pueden ser curadas con simple meditación o relajación o lo que es lo mismo: gestionando correctamente nuestras emociones. Sí, es más que posible curarse de ciertas enfermedades con el uso de la mente. ¿Pero se puede ir más allá? ¿Curar enfermedades graves? Eso, lo veremos en el siguiente artículo ;).