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Tormentas solares


En el libro "El Despertar de Helios" hablo de la posibilidad de que una tormenta solar acabe con nuestra civilización y fantaseo sobre el mundo que nos encontraríamos tras una catástrofe de esa magnitud. ¿Pero es todo producto de la fantasía de mi mente imaginativa o existe un riesgo auténtico de que ese suceso pueda llegar a darse?
 

Por desgracia, el peligro es muy real. Habréis leído centenares de libros, artículos... visto decenas de documentales, películas... que hablan del fin de la civilización y del mundo. La mayor parte de las amenazas a la humanidad que se nos presentan son en verdad muy poco probables a corto y medio plazo (por ejemplo la colisión de un gran meteorito con la Tierra), otras son improbables por no decir descabelladas. Pero las tormentas solares son la única amenaza a nivel global terrestre que es tomada muy en serio por todas las agencias gubernamentales. 
 
La propia comisión europea presentó un informe, que venía a alinearse con el de la NASA y el gobierno americano entre otros, en el que se advierte del "creciente riesgo de que se produzca un evento tecnológico (causado por una tormenta solar) de dimensiones catastróficas", donde el riesgo de un fallo eléctrico global a corto plazo es "alto".
 
Pero vayamos por partes.
 
 

El Sol
 
Os pongo un poco en situación. Como sabréis, por lo que la astronomía conoce del Sol, su comportamiento, en periodos cortos de tiempo, está regido por ciclos de alta y baja actividad solar de unos once años de duración cada uno. Hoy en día, el Sol se encuentra desde finales de 2012 y hasta principios de 2015 en el cenit de mayor actividad solar.
 
El astro rey, al igual que la Tierra, está formado por diversas capas, pero de plasma. Éste se mueve, al igual que lo hace el magma terrestre, y lo hace a diferentes velocidades, siendo más lento en los polos que en el interior del Sol y ambos más lentos que en el ecuador solar. Estas diferencias de velocidad son las que crean su campo magnético. En máximos solares el magnetismo es forzado y retorcido por el movimiento del plasma, el Sol recupera su equilibrio realizando violentas explosiones solares que lanzan al espacio ingentes cantidades de plasma y radiación, siendo estas eyecciones más virulentas en el periodo de máximo solar.
 
Si esas explosiones expulsan flujos de plasma y rayos X se habla de fulguraciones, la mayoría de vosotros las conoceréis como viento solar. Si lo que se expulsa es masa coronal (CME), hablamos de tormentas solares.
 
 

¿Puede el Sol acabar con la vida en la Tierra?
 
La respuesta de nuevo es sí. Hoy conocemos, gracias a la NASA, que Marte tuvo agua líquida y un campo magnético similar al terrestre que protegía al planeta de las dañinas radiaciones solares y cósmicas, hoy Marte carece de esa protección. Existen varias teorías de por qué perdió ese escudo, una de las dos más probables es que el campo magnético marciano fuese destruido por una descomunal eyección coronaria solar.
  
¿Es posible? Os preguntaréis asustados, lo es, pero es improbable. Es cierto que una tormenta solar de magnitud gigantesca puede destruir el campo magnético terrestre, en ese caso nada nos protegería de las radiaciones X, gamma... y en un instante no quedaría vida sobre la Tierra. Eyecciones de esa magnitud son posibles y se han dado, pero no son ni mucho menos frecuentes, probablemente ni en millones de años. También hemos de considerar que las eyecciones se realizan en una dirección concreta, si cuando se produzcan la Tierra está en un punto cardinal diferente tampoco tiene porque suceder nada.
  
Ufff diréis aliviados, ¿y entonces a que viene tanto alarmismo? Os preguntaréis. Paciencia, ya llegamos.
  
Es cierto que la probabilidad de que nos alcancen tormentas solares capaces de destruir la Tierra es ínfima, pero la posibilidad de que se produzca una tormenta de grado medio durante un máximo solar, es decir: cada 11 años, es elevada y por tanto, más pronto o más tarde, una de ellas alcanzará de lleno la Tierra.
  
¿Pero el campo magnético de la Tierra nos protegerá? ¿Verdad? querréis saber. Sí, sin duda. A estas alturas estaréis desconcertados, no entenderéis que peligro hay entonces en el Sol. Hace 200 años poco le importaban al hombre estas tormentas solares de grado medio, a buen seguro hemos recibido varias y el hombre ni ha sido consciente de ellas. Entonces, si en la antigüedad eran irrelevantes, ¿por qué iban a importarnos ahora? ¿Qué ha cambiado? La cuestión no es menor y son dudas más que razonables, trataré de explicaros la raíz del peligro. ¿Conocéis el evento Carrington?

 
 
El evento Carrington
 
En agosto de 1859 comenzó y alcanzó a la Tierra la mayor llamarada solar de la que se tiene constancia, alcanzando su apogeo entre el 1 y 2 de septiembre de ese mismo año. El astrónomo Richard Carrington fue el primero en describirla y en darle nombre. Una visión muy gráfica de su magnitud es el registro en los periódicos de la época de la visión de auroras boreales en Madrid, Mallorca o La Habana. Hay registros de cómo la noche se convirtió en día por la intensidad de las auroras. El campo magnético de la Tierra se deformó por completo, permitiendo que gran número de partículas solares alcanzaran las capas altas de la atmósfera.

Gráfica del 27 de agosto de 1859 en la que se recoge la tormenta solar conocida como Evento Carrington.
Documentos del British Geological Survey geomagnetic.
  
Seguimos aquí, tampoco parece nada del otro mundo más allá de un evento singular, pensaréis. Tranquilos, ya llegamos al fondo de la cuestión. En 1859 como todos sabéis, el mundo moderno y tecnológico estaba en pañales. Pocas ciudades disponían de electricidad y por entonces, incluso el telégrafo era una novedad. Pues bien, aquella tormenta solar destruyó la poca tecnología de la que disponíamos. El telégrafo se cortó, gran parte del cableado se quemó por la sobrecarga eléctrica atmosférica que se produjo. Los grandes transformadores eléctricos se fundieron y dejaron de funcionar los pocos aparatos eléctricos de la época.
 
 

La tormenta solar perfecta en una civilización tecnológica
 

Haced un juego mental: imaginar y trasladar los efectos del evento Carrington a la actualidad. ¿Veis ahora cual es el peligro?
 
Sí, una tormenta solar de esa magnitud, aparentemente afectaría poco o nada a sociedades primitivas como los aborígenes australianos, pero... ¿os imagináis el caos en el mundo occidental? Hay un informe de la OCDE, NASA, gobiernos occidentales... que revela las consecuencias que tendría una tormenta solar de ese estilo en nuestro mundo tecnológico:

Los efectos de un evento como el Carrington podrían durar entre varios días y dos años. Durante las primeras 48 horas se producirían las siguientes situaciones:
 
- Fallo a nivel global del suministro eléctrico, de los satélites, comunicaciones y los sistemas de navegación. Ello implicaría un aumento de accidentes: aéreos, de tráfico, ferroviarios y navales.

- Graves accidentes industriales por falta de suministro eléctrico en instalaciones sin generadores eléctricos alternativos. Posibilidad de varios Fukushima si existe descoordinación en el aviso inmediato a todas las centrales nucleares para su apagado.

- Incendios en cadena de carácter eléctrico, como ocurrió en 1859, junto con la posible afectación a los sistemas de extinción al perderse el bombeo de agua.

- Pérdida de todos los aparatos eléctricos, caos del sistema bancario e incluso posibilidad de perdida de todos los grandes servidores informáticos con todos sus datos.
  
A las 72 horas:
 
- Agotamiento de las reservas de carburantes, pérdida del agua corriente en plantas superiores al segundo piso, del funcionamiento de alcantarillado y recogida de basuras, rotura de la cadena de frío y del abastecimiento de comida. Colapso de hospitales, instrumental médico avanzado y de electricidad en los centros sanitarios, con reservas de gasóleo sólo para pocos días que conllevaría la desnaturalización de las vacunas por falta de refrigeración.
 
- Imposibilidad del transporte de carburantes y reposición de combustible.
 
- Imposibilidad de seguir refrigerando los reactores de las centrales nucleares por bombeo con motores diésel al agotarse el combustible. Las reservas de gasóleo para dichos generadores, por protocolo, llegan a las 48 horas cuando su tiempo de enfriamiento es de varias semanas.
 
- Pérdida del suministro de gas, crítico si el evento se produjese en invierno.
 
- Agotamiento de suministros alimenticios, inicio de pillajes, falta de agua potable...

Podéis acceder al informe a través de la página de facebook del Observatorio del Clima Espacial, pulsa aquí.
 
Y nadie podría enviar ayuda a nadie ya que el caos sería generalizado. Estamos en una sociedad dependiente de la tecnología, sin ella ya no sabemos cómo sobrevivir. Somos una civilización muy vulnerable, el riesgo existe y es muy real. En 1859 no tenían casi tecnología, es por eso que la tormenta solar no causó demasiados problemas y no pasó más allá de ser un curioso fenómeno de la naturaleza. Hoy, el caos que se generaría las primeras 48 horas podría hacer tambalear los cimientos de occidente, a los pocos días, con el fallo en cadena de las centrales nucleares sería nuestro fin como especie. Para que os hagáis una idea de la carga electrostática ambiental que se generó, algunas estaciones de telégrafo funcionaron porque sus operadores las desconectaron de la red eléctrica y funcionaron sólo con la electricidad ambiental, evitando así la sobrecarga.


¡Estás exagerando!

Por desgracia no. Al igual que los terremotos, las tormentas solares tienen su propia escala de peligrosidad, las tormentas tipo X son las de mayor potencia y pueden afectar a zonas localizadas o pueden ser de carácter global. En Noviembre de 2013 alcanzó a la Tierra una tormenta de magnitud X.3.3, que provocó graves perturbaciones de las ondas de radio en toda la zona del pacífico.

El 13 de marzo de 1989 en Quebec, Canadá, una tormenta solar provocó un verdadero caos. La red eléctrica de la ciudad de Montreal dejó de funcionar durante más de 24 horas, más de 6 millones de personas se quedaron sin electricidad al fundirse y quemarse centenares de generadores eléctricos y la totalidad de las líneas de alta tensión. Esta tormenta fue de nivel X.7

Recientemente, en un pueblo del interior de Egipto se están dando fenómenos de incendios eléctricos fortuitos que están creando el caos entre sus habitantes. Se queman los generadores, el cableado eléctrico, ellos lo achacan a los demonios, es una población rural. Desde mi punto de vista y sin más datos, lo que están viviendo es muy parecido a los fenómenos observados durante el evento Carrington, a buen seguro que un pequeño pulso geomagnético producido por una tormenta solar ha alcanzo a esa población en concreto.

Tampoco es para tanto estaréis pensando, seguro que no es probable que pase nada y todo esto es alarmismo por parte de las autoridades para meternos miedo. Ojalá. Ya habéis visto lo ocurrido en Quebec con un pulso de nivel X.7, pues bien, las alarmas internacionales saltaron el 4 de noviembre de 2003, ese año se registró una tormenta de nivel x.48, esa tormenta nos rozó, en pocas palabras, nos salvamos por un pelo ¿podéis imaginaros la catástrofe de Quebec multiplicada a ese nivel y en todo el planeta? Si hubiéramos sufrido su impacto directo, hubiera aniquilado nuestra civilización tecnológica y hubiéramos vuelto a la edad de piedra en tan solo unas pocas horas. ¿Entendéis ahora el porqué de los protocolos de la OCDE? ¿De las misiones solares emprendidas por NASA?

La cuestión no es si sucederá, si no cuando. Es posible que durante este máximo solar no se produzca, quizás en el de dentro de 11 años tampoco, pero a corto plazo sucederá. Esperemos que la tecnología haya solucionado para entonces las consecuencias de un impacto de esa magnitud y lo veamos, como en 1856, sólo como un fenómeno extraordinario de la naturaleza.

Seguro que las autoridades están pendientes y tomarían medidas al detectar una llamarada gigante tratareis de tranquilizaros. ¿Seguro? ¿Todos los países con centrales nucleares lo harían? Una potente llamarada tardaría unas 9 horas en alcanzar la Tierra, ¿creéis que somos capaces de coordinarnos a nivel mundial en 9 horas? ¿Irán, Pakistán o Corea del Norte creerían a tiempo a la NASA si les advirtiera de una tormenta solar?

Un dato, esta madrugada, 29 de Marzo de 2014, se ha registrado una tormenta solar desde la NOAA, National Oceanic and Atmospheric Administration dependiente del Departamento de Comercio de los Estados Unidos. Los cálculos iniciales han disparado todas las alarmas, se preveía un impulso altamente peligroso y con impacto directo sobre la Tierra, afortunadamente se ha podido comprobar que los datos iniciales eran erróneos, dando una magnitud muy por encima de lo real, al final ha sido de nivel X.1... Quiero que reflexionéis sobre lo que ha sucedido: ¿qué hubiese pasado si hubiese sido al revés? ¿Y si hubieran creído que el pulso era de una magnitud muy inferior a la real y no se hubiese dado la voz de alarma en un evento de nivel X.48?

Por desgracia, estoy convencido de que la realidad superaría con creces a la ficción que narro en mi libro.



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