Sí, las Navidades ya han pasado, ¿por qué hablo
de ellas ahora? Es sencillo, sabéis que me gusta reflexionar sobre las cosas con
calma, una vez pasadas y con las ascuas de la polémica ya apagadas, dejar pasar
un poco de tiempo siempre da mejor perspectiva. Otra vez la estupidez humana ha
empañado estas fiestas, al menos en España. Es curioso como cada vez más, la
confrontación política se está apoderando de estas fechas por parte de unos y
otros. Quizás todos deberían echar un vistazo a los libros de historia, en
especial a ese capítulo de la I Guerra Mundial durante las Navidades de 1914
cuando soldados alemanes y británicos decidieron abandonar sus trincheras y
celebrar el día de Navidad juntos. Parece ser que es demasiado pedir, como dijo
Albert Einstein, sólo hay dos cosas infinitas: “El Universo y la estupidez
humana y de la primera no estoy seguro”.
Creo que antes de valorar el comportamiento de
unos y otros es justo que yo exprese mi opinión de las Navidades. Para mí es un
periodo que debe ser especialmente dedicado a los niños, ellos son los
protagonistas de estas fiestas que se deben celebrar para ellos. Yo que no
tengo hijos, pues así lo hemos decidido mi mujer y yo, no tengo ese aliciente y
menos aun cuando se ha perdido a un ser querido (en mi caso mi madre). Creo que
esto lo compartiréis todos aquellos que hayáis pasado por este trance, tengáis
o no hijos, nada ya es lo mismo ¿verdad?
En cuanto a la festividad religiosa, yo soy una persona espiritual hasta
donde mis limitaciones humanas llegan y curiosamente lo soy desde un
acercamiento científico (si me habéis estado siguiendo lo sabréis ya) y aunque
me considero bastante cercano al protestantismo cristiano, en verdad soy aconfesional,
no creo en las religiones pues no creo en el hombre y éstas tienen más que ver
con lo humano que con lo divino. No obstante, respeto que cada cual lleve su
espiritualidad como buenamente quiera o pueda y rece al Dios, Dioses o figuras
que considere o que no crea en nada. Dicho esto, pasemos a las polémicas, hay
de todos los colores siendo la insensatez la predominante.
De nuevo los belenes han estado presentes en el
foco de la controversia, que si ponerlos, que si no, que si estamos en un
estado laico y hay que ser asépticos, que se pueden ofender a otras religiones
¿¿¿??? ¿De verdad? Incluso en algunas zonas de Francia se planteaban no
celebrarlas para no ofender a los franceses de origen musulmán… ¿En serio
estamos a estos niveles de infantilismo? ¿De verdad algún musulmán, budista o
ateo se puede ofender por ver unos belenes en la calle? ¿Debo entonces
ofenderme cuando desde las mezquitas llaman a la oración o celebran el Ramadán?
¿Deben prohibirse las celebraciones del año chino por si nos ofenden? ¿O
nuestro fin de año para no ofender a los asiáticos? ¿Debemos prohibir a monjas,
budistas ir vestidos con sus típicas ropas por si ofenden a los ateos? ¿Dónde
está el límite? La religión musulmana nos da el patrón, velo versus burka, el
primero es su costumbre y quizás de vivir su religión (reconozco mi
desconocimiento) y no tendríamos por qué ofendernos, al igual que si vemos una
cruz, una estrella de David o un Buda. Lo segundo es una clara e intolerable
discriminación, sumisión y vejación de la mujer que ni se puede ni se debe
tolerar. Dicho esto, estamos en un país de tradición judeo-cristiana, guste o
no guste y las costumbres son las que son y hay que respetarlas dentro de lo
que debe ser el límite antes marcado. Y se crea o no en ello, ¿por qué no poner
un belén, colgar Papá Noel de los balcones o un árbol de navidad (tradiciones
éstas más bien nórdicas)? Yo no lo hago, pero ¿por qué debería sentirme
ofendido o no dejar que otros lo hagan?
Otro de los puntos de conflicto de los últimos
años han sido las cabalgatas de los Reyes, esta vez la falta de sensatez viene
de los tradicionalistas… aquí hay para todos. La polémica esta vez ha sido variada,
una de las que más vergüenza ajena da es la airada reacción a que no estuviese
la bandera de España presente en el ayuntamiento de Madrid durante el paso de
los reyes magos... ¿Me queréis explicar que tiene que ver el patriotismo, la
bandera, el país, con la celebración de la Navidad? ¿Qué pinta la ostentación
de ninguna bandera o enseña con el nacimiento de Jesucristo? Parece ser que
todos han perdido el norte y ya nadie recuerda realmente entre las luchas de
poder, las bacanales consumistas de que en verdad estas fiestas. Y en efecto, la
bandera no estaba, al igual que en años anteriores cuando los conservadores
gobernaban en Madrid, pues desde su azotea se lanzan fuegos artificiales y no
es plan de que haya un incendio ¿verdad?
La otra es que en algunos lugares parece ser que
molesta que tres mujeres hagan de reyes magos… las respuestas airadas de que si
eran hombres, que eso no podía ser… ¿de verdad? ¿Tan profundo es vuestro
machismo? ¡Pero es que no eran mujeres
los reyes magos! - Arguyen airados…vamos a ver queridos tradicionalistas, solo
en el evangelio de Mateo se habla de unos magos, no de unos reyes… sí, sí, magos
de esos que la inquisición quemaba en sus hogueras. Tampoco nos habla de cuál
era su número, su origen, raza o sexo. El mito de los tres reyes se creó en el
siglo VI y el que uno fuera de color se introdujo en el siglo XVI. Tampoco
sabemos cuáles fueron sus regalos si es que los llevaron, ¡Por Dios! ¡Si la
Biblia pone claramente que Jesús nació cuando los pastores ya dormían al raso junto
con sus rebaños de ovejas! Lo cual evidentemente no sucedía en pleno invierno,
sino a finales de mayo o a lo largo de Junio. Por lo tanto… ¿A qué viene tanto escándalo
entonces en que sean mujeres? ¿Dónde estaban los hombres cuando estaba clavado
en la cruz con la excepción honrosa de José de Arimatea? ¿A quién otorgó Jesús
sino a la Magdalena el honor de dar testimonio de su resurrección? ¿Tenéis que
usar también las navidades para dar la pelea política unos y otros?
En definitiva es una lástima que unos y otros no
hagan suya esa tregua de Navidad que otrora los soldados que el día de antes se
estaban masacrando, hicieron suya. Unos y otros deberían dejarse de sus guerras
políticas, que el año tiene muchos días para hacer y decir sandeces, estas
fechas, aunque para mí no sean especiales, todos deberíamos pensar un poco en
los niños, en especial los que menos tienen y darles un tiempo de completa
felicidad sin que los “adultos” den la murga con sus asuntos”. De nuevo me
reafirmó en esa frase del filósofo griego Diógenes: “Cuanto más conozco a las
personas, más quiero a mi perro”.
Y por supuesto está la polémica de las campanadas
de fin de año con Cristina Pedroche, que para quién no sepa quién es, es una
periodista española que participa en varios programas de sobremesa y que la
prensa ha encumbrado como una de las mujeres españolas más sexys. Por supuesto,
la polémica viene de los vestidos cortos de tela que ha estado luciendo durante
los últimos años en las 12 campanadas que celebran la llegada del Año Nuevo.
Las discusiones sobre este asunto se pueden alargar hasta una semana después,
lo cual dice mucho, por muy poco, en el nivel en el que estamos. El que una
mujer se vista como quiera no debería ser objeto de ninguna controversia,
además, el vestido en sí no entiendo por qué ha causado tanto revuelo, pues
como se puede observar es más bien un traje de baño. Otra cosa es que
consideremos adecuado o no que lleve un traje de baño, bajo mi punto de vista
muy hortera, en la celebración del fin de año. Creo que Cristina podría ir
mucho más elegante a la vez que sexy si es así como quiere mostrarse, pero de
ahí a calificarlo de obsceno como han hecho algunos… obsceno son muchos
programas de la telebasura que se ven a media tarde o por la noche en la gran mayoría
de cadenas. Para mí no es muy acertado el vestuario que elige año tras año, al
igual que no es adecuado vestir un chándal para ir al trabajo, hay que saber
vestir para cada ocasión, más aún en televisión.
Pero claro, de nuevo el dinero, esta vez en forma
de audiencia, todo lo puede. La cadena encantada con la polémica de si es o no
sexista. Para mí el hecho de que la periodista se vista así no es sexista, pero
sí que lo es el tratamiento global que da a la mujer las diferentes cadenas de
televisión y que se transmite a las chicas más jóvenes: Ellas han de ser
delgadas, jóvenes, guapas, ellos, cualquiera vale, para muestra el acompañante
de Cristina diciéndole sandeces de viejo verde. Eso sí que es sexista, no el
vestido. Aun así, esto no sería más que una mera anécdota si no fuese porque este
patrón se repite en todos los programas, ellas monísimas, ellos pueden ser
feos. El hecho de que la belleza sea lo que más pese en la balanza para que una
mujer sea presentadora o periodista televisiva, por encima de sus méritos o
intelecto, sí que es extremadamente sexista. Pero esto daría para varias
reflexiones. Sólo pensad en ello.
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