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lunes, 21 de julio de 2014

¿Existe magia en la música?



En éste y los siguientes artículos sé que me voy a meter en un camino lleno de zarzas y espinas, en temas delicados que son sensibles, lo sé bien, yo he estado en esa situación… creo que debo hacerlo y poner mi modesto granito de arena. No quiero adelantar acontecimientos e iré por partes, desarrollando mi postura paso a paso, creo que es como debe hacerse.
 
Bien, entremos pues en materia. Muchos habréis oído que “la música cura las heridas del alma”, una vez más debo darle la razón a la sabiduría popular a la cual muchos tienden a denostar, ya sabéis que para mí es ciencia: la base de un científico es la observación y ésta son siglos de recogida de datos. Pero ¿Qué hay de cierto en todo ello?
 
La música es sonido y éste se propaga en el aire o en el agua como una vibración, una onda sonora. Esa vibración puede ser de muchas clases, armónica, disonante, de una frecuencia o de otra, más aguda o más grave… hay muchos tipos de música y se puede escuchar de muchas formas: a más o menos volumen, rock o clásica… Sí, eso no es nada novedoso, pero… ¿Sois conscientes de los efectos del sonido sobre nosotros y lo que nos rodea?
 
Hay muchos estudios que demuestran que la música influye en el crecimiento de las plantas: el de la investigadora Dorothy Retallack de la Universidad de Denver, o el de los científicos de la Universidad de California en San Diego y tantos otros. En ellos se demostró que las plantas sometidas a música clásica crecían entre un 15 y un 20% más respecto a las que no lo eran. Se realizó la experimentación de someterlas a música rock y la reacción de las plantas fue la contraria, echaban menos raíces y crecían significativamente menos. En dichos experimentos también se observó que aunque la música fuese clásica, si esta se emitía a altas frecuencias las plantas sufrían un efecto negativo en su desarrollo (si tratáis de hacer el experimento ya sabéis, no os paséis con el volumen).
 
El porqué de esta diferencia en los resultados entre el tipo de música y su volumen se debe a que la música clásica está compuesta por sonidos armónicos mientras que la música rock en su mayoría no lo es (que no se enfaden los rockeros, yo también lo soy), es decir, la buena o mala vibración influye en las plantas. Lo mismo ocurre con la frecuencia, bajas o altas frecuencias, un volumen alto o demasiado bajo tiene efectos negativos o no tiene ninguno. Es como cuando hablamos, si alguien nos chilla, aunque sean piropos nos molestará, si nos susurran no sabremos que nos dicen.
 
Los científicos de San Diego encontraron explicación a este fenómeno, los estomas de las plantas (que son los poros que atraviesan su piel y que permiten el intercambio de gases y nutrientes, como el abono de hojas) al parecer eran sensibles a las vibraciones, permanecían abiertos incluso cuando no deberían estarlo con música clásica y a la inversa con la música rock.
 
Bien, son plantas, ¿pero nos puede afectar a nosotros los animales? Un estudio publicado por la Universidad de Santiago de Chile demostró que este mismo método aplicado a los caracoles obtenía resultados parecidos. Tras 4 años de seguimiento, los caracoles “aficionados” a la música clásica ponían un 14% más de huevos y crecían un 18% más.
 
¿Tanto nos pueden afectar las vibraciones y el sonido a nivel interno? Según los experimentos de Masaru Emoto existe una profunda influencia de la música sobre la formación o no de cristales agua. La presencia de música clásica hace que durante el proceso de cristalización el agua forme cristales “hermosos” mientras que con música no armónica los cristales son amorfos o directamente no tienen forma alguna, como se puede ver en las imágenes.
 
Es cierto que se pueden sesgar las muestras y buscar solo los cristales “bonitos” de una muestra “tratada con música/palabras armónicas”, que es por lo que se refuta el trabajo de Emoto, pero la verdad es que en mi proyecto final de carrera debía obtener cristales de derivados de la sulfamida y la verdad es que sin música clásica me era muy complicado obtenerlos.
 
No obstante es un hecho que las vibraciones y sus diferentes frecuencias ordenan la materia en figuras geométricas de diferente forma y complejidad. Los patrones de Chladni son un ejemplo, como podéis ver en el siguiente video:

 
 
Por lo tanto no es descabellado pensar que someter al agua a música clásica, o lo que es lo mismo a vibraciones armónicas, hará que esta forme patrones de cristales más simétricos que si no. Muy bien, ¿y qué? ¿En que nos afecta esto? - estaréis comentando algunos. Tenéis que tener presente que los seres vivos estamos formados en un 80% de agua, tened esto en cuenta y sigamos.

No solo las vibraciones afectaban a la formación de cristales "hermosos", la procedencia del agua también era importante: el agua de manantial tendía a formarlos mientras que el agua del grifo no (para ver los estudios podéis acceder a su web: www.masaru-emoto.net). Quizás este punto sea el menos llamativo, es evidente que a más impurezas en el agua más difícil es de obtener un cristal bien formado, lo sé bien por mi trabajo en el laboratorio.

Creo que esto debería hacernos reflexionar sobre lo que estamos bebiendo y sus implicaciones en nuestra salud, se me antoja mucho más importante de lo que nos creemos. Nuestros riñones filtran la “suciedad” que ingerimos, pero no la filtra toda y además, si el agua no es de buena pureza, me pregunto en qué medida podrá afectar eso por ejemplo en la creación de proteínas o tantas otras sustancias, ya que hemos de tener en cuenta que todo se fabrica con agua o en medio acuoso. ¿Empezáis a ver su importancia? Sería interesante y conveniente realizar un estudio de los enfermos y ver en qué porcentaje éstos que beben agua mineral de forma habitual o agua corriente.
 
Hemos hablado de la música y sus vibraciones, del grado de pureza del agua y nos falta el punto más controvertido de Emoto, su tercer factor que afecta a la obtención de cristales bonitos y perfectos: la palabra y los pensamientos. El científico japonés afirma que en las placas donde escribió palabras amables: paz, amor, felicidad o a las que hablaba con dulzura obtuvo ostensiblemente más cristales regulares que en las placas del mismo agua en las que no se escribió nada… y casi ninguno (y los pocos que obtuvo deformes) en aquellas que escribió guerra, odio, envidia o sobre las que vertió pensamientos negativos. Afirma que de alguna forma, el ambiente que se crea alrededor de las muestras de agua idéntica influye sobre los resultados que se obtienen. En resumen, la mente también es capaz de influir en la materia, en este caso en la obtención o no de cristales hermosos.

Estarás de broma – no os lo podréis creer. Pero yo estoy con Emoto, las buenas“vibraciones” y pensamientos pueden influir sobre la materia. Hoy no entraré más a fondo en ello, no quiero haceros demasiado larga la lectura, sé que la vida moderna no os deja mucho tiempo, pero pensar en cómo, y eso sí que lo he visto con mis propios ojos, a una planta si se le da cariño y se le habla con frases agradables crece más o se recupera si está decaída o muere si cada vez que pasamos por su lado le decimos: “Bah, esta se va a morir” – las palabras tienen mucho poder, es curioso como cobra para mí sentido la frase del génesis:“primero fue el verbo”.    
 
Volvamos a las vibraciones. ¿Porque afecta tanto el sonido a la materia? Hemos de tener en cuenta un hecho científico, las partículas subatómicas e incluso el propio átomo y los electrones están vibrando continuamente, por lo tanto su organización y movimiento se puede ver alterado por otras vibraciones que pueden armonizar o distorsionar su estado, haciendo que se estructuren de forma ordenada o de forma caótica, nosotros somos reflejo de nuestro interior, de nuestros átomos y por tanto dependeremos de cómo estén organizados para tener un cuerpo en equilibrio o en caos.

Para mí, tras analizar estas evidencias, cada vez cobra más sentido la frase de “buenas/malas vibraciones”. Creo que es un hecho que las buenas vibraciones en su amplio sentido (positividad interna, sonidos que nos envuelven, música que escuchamos…), lo que en ciertos ambientes se llama vivir en armonía, o lo contrario puede afectar mucho a nuestra salud. En el siguiente artículo lo iremos viendo.
 


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