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viernes, 2 de octubre de 2015

¿Nazis en la Antártida?

De entre los centenares de mitos que existen sobre los nazis hay uno poco conocido: el rumor de la existencia de una base secreta en el continente antártico. Sin duda nada se puede afirmar al respecto y todo lo que a continuación expondré es mera especulación, pero cierto es también que se dan una serie de hechos, actuaciones y declaraciones públicas, algunas de los propios dirigentes nazis, que al menos deberían hacernos reflexionar y que hace que no sea tan fantasiosa y descabellada la idea de una base nazi antártica. Pero vayamos por partes.
 
 
Alfred Ritscher.

El interés de Alemania por el polo sur se remonta a mucho antes de la llegada de Hitler al poder. A finales del siglo XIX se llevaron a cabo varias expediciones al océano Antártico y ya en el XX al propio continente, como la expedición de 1901 dirigida por el geólogo Erich von Drygalski, la de 1911 a cargo de Wilhelm Filchner o la más famosa de todas ellas en 1938 por el explorador Alfred Ritscher. Este último, capitán de la marina, alcanzaría la Antártida a bordo del barco Neuschwabenland (Nueva Suabia), estableciendo una base polar temporal denominada Nueva Berlín.



La bandera nazi ondeando en la Antártida
Esta expedición y la posibilidad de encontrar ingentes recursos con los que alimentar su maquinaria de guerra, fue la que llevó a Hitler en 1939 a reclamar para Alemania los territorios explorados por Ritscher y que comprendían entre los 12º Oeste hasta los 18º Este y entre los 70º - 75º Sur y que englobaban la región conocida como la Tierra de la Reina Maud, en la parte norte del continente. Para establecer y reclamar su dominio sobre dichos territorios se establecieron marcas y señales que delimitaban el área de influencia alemana. Es evidente que el III Reich estaba muy interesado en controlar el continente polar. Pero de ahí a una base... dudaréis con criterio y no os falta razón, pero existen una serie de acontecimientos contrastados y reales que al menos a mí me hacen no descartarlo tan categóricamente.

 


Ritscher y la tripulación del buque Nueva Suabia
  Buque Nueva Suabia. 

 El origen de la "leyenda", o no, de la mítica base antártica de Hitler hay que buscarlo en las misteriosas declaraciones públicas que realizó uno de los militares más brillantes del ejército alemán: Karl Dönitz, Almirante de la Kriegsmarine (La marina de guerra alemana) y Comandante en Jefe de la flota de U-boot (UnterSeeBoot: Nave submarina). Os dejo la traducción de las mismas:

En la primera de ellas, Dönitz aseguró en un discurso público:

Mis submarinos han encontrado un verdadero paraíso en la Tierra”.

Aquí, algunos autores creen que Dönitz hace referencia a las tierras antárticas libres de hielo e incluso con presencia de vegetación existentes gracias a la presencia de fuentes termales y que sabemos que la expedición de Ritscher avistó en un reconocimiento aéreo. Hoy, esa pequeña región en el interior del continente helado se la conoce como el oasis Schirmacher, lugar donde se han establecido las bases polares de la india: Maitri y rusa: Novolazárevskaya. Sin duda las declaraciones del almirante son demasiado vagas como para afirmar tal cosa y personalmente las dejaré con un gran interrogante.

Las que dejan menos dudas al respecto y nos abren un gran enigma son las que hizo el almirante de los submarinos en 1943, en plena ofensiva alemana sobre la Unión soviética:

Nuestra orgullosa flota de submarinos ha llegado a los confines de la Tierra para construir una impenetrable ciudadela para nuestro Führer”.


Karl Dönitz
Podemos creer o no a Dönitz pero sus palabras no dejan lugar a dudas y los confines del mundo no puede ser otro lugar que la Antártida a tenor del resto de piezas que conforman este puzzle, las cuales hacen pensar que no eran declaraciones vanas y que iremos viendo en este artículo y el siguiente. Pero antes de continuar, quiero dar unas pinceladas sobre quien era Dönitz para que conociendo al personaje podamos valorar sus declaraciones y capacidades. Al final de la guerra fue nombrado Führer tras el suicidio de Hitler (sería el almirante quien ordenaría la rendición de Alemania días después). A este punto llegaría en una carrera meteórica desde sus inicios como marinero en un U-Boot durante la Gran Guerra, donde obtendría dos cruces de hierro. Durante la II Guerra Mundial y como almirante, convertiría la endeble flota de submarinos que pusieron en sus manos en la máquina perfecta que estuvo a punto ella sola  de poner de rodillas a Gran Bretaña. Con esto quiero dejar patente de que el personaje era de los militares más brillantes y eficaces que disponía el III Reich y muy poco dado a las fantasías y bravuconadas como otros dirigentes nazis como Goebbles o Goering. Sus palabras hay que tomarlas en consideración.
 

Buque corsario Penguin.
Los hechos durante la guerra muestran que los nazis tenían un gran interés en controlar la ruta que discurría por toda la costa occidental africana, desde Europa hasta el Cabo de Buena Esperanza, algo insólito pues las principales rutas aliadas discurrían por el Mar del Norte y el Mediterráneo a través de Suez. Los buques corsarios alemanes (Acorazados ligeros camuflados de buques mercantes) tenían a África como principal objetivo, como lo demuestran acciones como la del acorazado de bolsillo Penguin, que del 13 al 31 de enero de 1941 abordaría y capturaría 5 buques factoría noruegos y 11 balleneros más que se hallaban cerca de la costa de Nueva Suabia a los 59° Sur y 2° 30' Oeste. ¿Qué hacía el Penguin en semejantes latitudes, tan cerca de la Antártida? ¿Por qué estas acciones? Los buques balleneros no tenían ningún interés militar... ¿o sí? ¿Deseaban evitar que ningún buque se acercase demasiado a las tierras antárticas alemanas? ¿A Nueva Suabia? Como veremos más adelante este no fue un hecho aislado.
La marina alemana disponía de varios de estos acorazados ligeros que camuflaban y usaban como corsarios con el fin de hundir barcos mercantes aliados. Es curioso al menos que la mayor parte de sus operaciones de guerra de estos modernos “piratas” se dieran en aguas bastantes australes. Puede resultar razonable que operaran en estas latitudes y no en otras por el menor control de esta parte del Atlántico de la Royal Navy, contra la que estos acorazados denominados “de bolsillo”, no tenían nada que hacer y que las acciones del Penguin se engloben en este marco, pero como veremos no todo es tan sencillo.
Pero la pregunta clave es: ¿Pudo la Kriegsmarine y sus U-Boots construir una base en la Antártida? En un principio parece que la respuesta debe ser un rotundo no, pues los submarinos son naves de poca capacidad de transporte, pero no debemos precipitarnos. El hecho es que está contrastado que, y esto es conocido por muy poca gente, los nazis construyeron una flota de submarinos gigantes secretos de gran capacidad de transporte y tecnológicamente muy avanzados para los cánones de la época: La clase U-21, U-23 de combate y la U-10 de transporte. Sin duda estos U-Boot con la ayuda de los buques corsarios hubieran podido establecer una base alemana permanente en la Antártida. ¿Pero lo hicieron? Poco a poco lo veremos.

En agosto de 1940, el doctor Wohlwill, director del Deutsche Reichsinstitut fuer Metallen (Instituto Alemán del Reich para el Metal), realizó un memorándum que se distribuyó entre sus ingenieros en el que les instaba a encontrar aleaciones de metales no ferruginosos para la construcción que soportasen temperaturas de -60ºC... Temperaturas que solo se dan en la Antártida y el Polo Norte.

La primera sorpresa para los aliados vino al encontrar al final de la contienda que se desconocía el paradero de unos 120 U-Boots, éstos no habían sido declarados hundidos, ni se habían rendido a país alguno. Los aliados descubrieron irregularidades en los archivos de la Kriegsmarine: Los submarinos de última generación (U-10, 21 y 23) llevaban numeración de U-Boots anticuados, algo incompatible con la meticulosidad germana y que llevó a pensar que los nazis deseaban ocultar su existencia. Los aliados tipificaron el hecho como "asunto no aclarado". La versión oficial es que los propios alemanes hundieron estos 120 sumergibles “fantasma” siguiendo la orden del 30 de abril de la Kriegsmarine conocida como “Regenbogen” (auto hundimiento), aunque ésta se anuló el 4 de mayo.

Pero la realidad parece desmontar esta versión oficial y al menos sabemos a ciencia cierta que varios de ellos no yacían en el fondo del mar. Existen referencias sobre la existencia de submarinos alemanes “extraviados” tras el fin de la II Guerra Mundial que nos hacen pensar que al menos no todos los capitanes de esas nuevas clases de submarino cumplieron la orden “Regenbogen” y que revisten de cierto grado de verosimilitud a la posible existencia de la base antártica que describe la novela, pues de nuevo el avistamiento de los mismos siempre se da en el entorno del Polo Sur.

Uno de los casos más llamativos fue el encuentro del ballenero islandés Juliana II con un U-Boot de grandes dimensiones en septiembre de 1946 en aguas entre la Antártida y las Islas Malvinas. El capitán del ballenero, Christian Hecla declaró que el buque de guerra llevaba la bandera alemana oficial de luto y que les exigió la entrega de combustible y víveres, pero que les abonaron en dólares americanos e incluso les indicaron donde se encontraban las ballenas.

Los más desconcertante de ellos y que recogió la prensa internacional ampliamente, fue la llegada al Mar de la Plata en Argentina de dos submarinos alemanes de última generación, capaces de permanecer sumergidos hasta seis meses.


 



 Arriba el U-530 en el Mar de la Plata. Bajo estas líneas el teniente Otto Vermuth.
  Arriba el U-977 en el Mar de la Plata. Bajo estas líneas el Capitán de Fragara Heinz Schaeffer. 

 
El primero fue el U-530, bajo el mando del Teniente de Navío Otto Vermuth, de tan sólo 25 años, que llegó a Argentina el 10 de julio de 1945, al parecer su rendición se debió a un fallo de los motores que le impidió seguir navegando. Casi un mes después, el 17 de agosto, llegaría al mismo puerto el U-977, bajo el mando del Capitán de Fragata Heinz Schaeffer, también de 25 años. Esta vez el submarino había sido detenido, capturado y obligado a ir a puerto por un buque rastreador de la marina argentina.

En ambos casos, los buques iban cargados de más hombres de los necesarios y las bodegas estaban repletas de víveres en barriles y gran cantidad de cigarrillos, aunque ninguno de ellos fumase como es tradicional entre los marineros de submarinos. La tripulación no pudo explicar satisfactoriamente su procedencia, a dónde se dirigían, ni por qué las naves estaban matriculadas falsamente con las series U-530 y U-977, correspondientes en realidad a dos viejos submarinos que en los archivos navales de la Kriegsmarine aparecían en estado de reparación. ¿De dónde venían realmente estos buques? Los dos capitanes alemanes siempre se negaron a responder.

La existencia de un tercer submarino que se rindió frente a las costas portuguesas en Leixoes por otro fallo de máquinas añade más misterio al hecho, pues su partida se produjo en las mismas fechas en las que el U-530 y el U-977, alrededor de Junio de 1945 y al igual que éstos su tripulación la conformaban hombres jóvenes de menos de 25 años. Ninguno de los tres submarinos se rindió por voluntad propia, si no por las circunstancias que se dieron durante su travesía y esto nos lleva a una serie de preguntas incómodas: ¿Cuál era su destino que les llevaba a pasar por Argentina con dirección sur? ¿Eran sólo tres o formaban parte de un convoy mayor en ruta a no se sabe dónde? Una respuesta es clara, su destino no parecía ser Argentina y desde luego si había más submarinos no se tiene noticias de ellos ni del desembarco de su tripulación en territorio argentino. De hecho, la presencia de otros submarinos de la misma clase en las costas antárticas (como el avistado por El Juliana) hace que no sea descabellado pensar que los tres tenían por destino los territorios de Nueva Suabia.

Por último, serán algunas fotografías de la superficie antártica, como poco extrañas, la expedición americana de 1946 a la Antártida conocida como "Operación High-Jump" y un informe secreto desclasificado del KGB los que apuntalarán la teoría de la base nazi antártica. Pero eso será la semana que viene.

 

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