.comment-body { background: #FFFFFF; color: #000000; }

sábado, 19 de junio de 2021

Una mirada científica sobre los textos sagrados antiguos

Moshé de León,
el gran cabalista sefardí
En este artículo quiero abordar un tema que de forma recurrente se presenta en mi vida: Las coincidencias entre los textos sagrados y los avances en la ciencia, sí, habéis oído bien. Tal y como enseña la cábala, no podemos, más bien no debemos, leer y entender los textos sagrados de forma literal. Con ellos ocurre lo mismo que con los cuentos infantiles, que son psicológicamente mucho más profundos que una historia para niños (Os recomiendo leer el libro: “Psicoanálisis de los cuentos de hada del célebre psicólogo infantil Bruno Bettelheim para comprender este paralelismo con la lectura de los textos sagrados), pues del mismo modo que a un niño de 4 años no le puedes dar a leer la teoría de la relatividad de Einstein, pues no entenderá nada, en los albores de la civilización, cuando se redactaron estos textos, debieron escribirlos en un formato apropiado a la capacidad de comprensión de aquella época. Esto no indica que bajo esas aparentes fábulas no haya mucho conocimiento oculto, tampoco que debamos entenderlos de forma literal, ambas visiones son profundamente erróneas. 

Creo que esto se ve y se entiende mucho mejor cuando se abordan estos mismos textos sagrados de forma histórica. De Jericó se creía que era un mito ya que sólo se mencionaba en la Biblia, pero ahí están sus restos, siendo la ciudad más antigua de la que se tiene constancia, pues Gobleki Tepe aún no está considerada como tal. O con Sodoma y Gomorra, otras ciudades consideradas incluso a día de hoy invenciones pero de las que parece que se ha hallado la primera en la ciudad de Tell el-Hammam al sur de Jordania, cuya historia encaja como un guante en lo descrito en la Biblia, incluida su destrucción por un fuego abrasador. Fuese o no Dios quien la destruyó, Sodoma también existe y por tanto hay que considerar que hay una verdad en los textos bíblicos con o sin adornos literarios. Lo único que pretendo es que el lector empiece a leer estos textos con una visión más allá de la ortodoxia más radical científica o religiosa que por ejemplo, nos hizo tomar la Ilíada de Homero como una fábula con Dioses ayudando a griegos y troyanos, hasta que en 1872 Schliemann, creyendo fervientemente que había una verdad histórica tras los textos de Homero, halló sus restos, demostrando qué, y parafraseando a Galileo: Sin embargo, Troya existe. 


Prometeo encadenado,
Peter Rubens

Es cierto que me centraré en los textos judeo-cristianos, pues es en la cultura en la que me he criado y la que más conozco, pero estoy convencido que lo que vamos a ver en este artículo es aplicable a todos los textos sagrados de cualquier religión. Un ejemplo de ello lo encontramos en el mito griego de Prometeo. Zeus lo castiga, por robar a los dioses el fuego y las artes, a que un águila le devore el hígado cada noche, creciéndole de nuevo por la mañana en una tortura infinita. Curiosamente, la medicina ha demostrado que el único órgano humano que se regenera es precisamente el hígado, interesante ¿no? ¿Por qué no eligieron los griegos los riñones, el corazón, los pulmones, los intestinos… como foco de la tortura? ¿Es casualidad que se eligiera precisamente el único órgano que se regenera? Algo que sólo milenios después hemos sido capaces de conocer y del que sigue siendo un misterio el mecanismo que lo sana. 


Hay otros hechos científicos en los textos sagrados que quizás sean fruto de la observación y más fácilmente explicables, pero que nos sirven de muy buen ejemplo para que entendamos que no es ninguna necedad pensar que tras ellos hay una base científica. Uno de esos ejemplos es la prohibición de comer carne de cerdo en el mundo judío y musulmán. La triquinosis es una enfermedad parasitaria que se produce al comer carne de cerdo, los parásitos pueden invadir los músculos y provocar la muerte. Esta enfermedad se produce por la descomposición de la carne de cerdo, lo cual en ciertas épocas históricas y ambientes calurosos debió ser todo un problema. ¿Cómo impides que millones de personas, a las que no les sobra la comida, se priven de una fuente de alimento? Haciendo que sea pecado y un atentado contra lo sagrado, es lo mismo que con las vacas en la India, si matas una vaca tienes comida para una semana, viva tienes leche/alimento durante muchos años… Es decir, hechos científicos se escondieron tras textos místicos y sagrados para que fueran aceptados y entendidos. Es un concepto clave que nos puede abrir la mente y la forma de verlos con otros ojos. 

Aunque no se prohíba específicamente, se desaconseja o está muy mal visto el sexo oral y anal en las tradiciones judeo-cristianas. Hoy sabemos que el virus del Papiloma (VPH) es una realidad presente en la vagina, pene o ano y que se puede contagiar entre personas. De los 100 tipos de VPH que existen, 16 son potencialmente cancerígenos (especialmente el 16 y el 18). Es cierto que el sistema inmune suele destruir este virus pero en un porcentaje, aunque muy pequeño, puede provocar cáncer de garganta, de útero o de ano (tipo del que el VPH es responsable en su mayoría). Como este virus se contagia por contacto, al igual que con el SIDA, a mayor número de relaciones más probabilidades de “topar” con una persona infectada. Aunque nos pueda parecer lo contrario, el sexo no está mal visto en las religiones siempre que sea dentro del matrimonio y no sean de cierta naturaleza ¿quizás estas reglas de sexualidad “religiosas” se deban, al igual que el no comer cerdo, al intento de evitar prácticas potencialmente dañinas respecto a la salud? ¿Eran conscientes en la antigüedad de estos riesgos y que estas enfermedades venéreas sucedían aunque no supieran su base científica? 

Freud y jung

Cambiando de tercio, los textos sagrados nos hablan de aspectos de la psique humana con una precisión asombrosa. La tradición cabalística nos dice que para llegar a la elevación del espíritu debemos de desprendernos del egocentrismo, desarmar nuestro ego para que nuestra vida tenga una meta altruista, ir más allá de nuestras meras necesidades personales y materiales, tener un correcto balance entre lo que se recibe y lo que se da, debiendo ser la humildad la base de nuestro comportamiento. Curiosamente, milenios después, las dos grandes mentes científicas del psicoanálisis: Freud y Jung, llegan a la misma conclusión: Un mal entendimiento y gestión del ego no permite ver los propios errores y nos lleva a que nos controlen nuestros instintos más básicos, siendo la contracara de la humildad y origen del egocentrismo. Curioso ¿no? Uno no puede dejar de preguntarse si ambos llegaron a esta misma conclusión o tuvieron acceso a estos preceptos cabalísticos y demostraron que estaban en lo cierto. 

Los textos sagrados están plagados de estos ejemplos, pero lo que llama mucho la atención es su concepto del origen del Universo. De nuevo debemos huir de la literalidad y leer más allá, en este caso del Génesis. Por ejemplo, muchos fanáticos afirman que Adán es el primer hombre físico y niegan por tanto la existencia de Neandertales, Sapiens, dinosaurios… en una sin razón. La cábala lee tras el Génesis y nos indica que Adán es el primer ser humano que sintió por primera vez la necesidad de encontrar su propósito en la vida y de conectarse con algo más grande que él: la Energía Superior o Dios, la cosa cambia ¿verdad? Es con este espíritu cabalístico como debemos leer el relato de la creación y abandonar el nivel bajo de entendimiento: nefesh, tanto si nos acercamos a este texto desde la vertiente científica como de la espiritual. 


“Y Dios dijo: que se haga la Luz, y la Luz se hizo” 



Todos reconoceremos este pasaje de la Biblia y cualquiera puede ver en él la explosión del Big Bang a la que la cábala llama: Tsimtsum. Las enseñanzas cabalísticas nos dicen que todo lo que existe se creó mediante diez emanaciones de energía a las que llama Sefirots y que fueron irradiadas de una luz primigenia. Es decir, la energía creo la materia, tal y como la teoría del Big Bang describe: La energía desprendida de la gran explosión dio origen a los primeros átomos y a la materia tal y como la conocemos, es decir, la luz inicial y la energía es el origen de la materia como afirman los textos cabalísticos. La Biblia nos dice que el verbo, es decir la palabra, lo creo todo. Las palabras, el sonido, no dejan de ser una onda vibratoria y la materia en sí no son más que movimientos vibratorios moleculares... Como dijo Nikola Tesla:

 

«Si quieres entender el Universo, piensa en términos de frecuencia, energía y vibración.» 


Parece que también aciertan en la naturaleza de lo físico: lo material proviene de la palabra, de la vibración de los átomos si sabemos leer entre líneas. 


Aunque no lo creas, sus explicaciones van mucho más allá del Big Bang (El Tsimtsum en la cábala). Los textos cabalísticos nos indican que no existe la nada y que el infinito es Dios. Según el estudio de las enseñanzas ocultas en la Biblia, Dios se retiró de parte de “su Universo”, dejando un vacío que permitió la creación de “nuestro Universo” que nada tiene que ver en su naturaleza respecto al Universo divino. Hasta hace poco no se descubrió que el Universo se expande y contrae de forma continua en un ciclo temporal gigantesco y que el Big Bang se produjo tras una contracción inicial. El propio Stephen Hopkins, al preguntarle sobre lo que existía antes de la gran explosión, afirmó que nuestro universo evolucionó independientemente y como la Ley de la Conservación de la Materia no aplicaría al momento del Big Bang, la nueva materia creada nada tendría que ver con la original. Por eso afirmó que antes del Big Bang no había nada, pero no en términos absolutos, si no en referencia a nada comparable a lo existente en nuestro Universo. Realmente sorprendente la similitud, ¿verdad? 

Pero demos otra vuelta de tuerca. Según los eruditos cabalísticos y su interpretación oculta tras los textos del Génesis, Dios no se retiró por completo de la nueva creación, parte de su esencia, su energía, permaneció en esa nada que creó para que se expandiera nuestro Universo conocido y por ello afirman que en todo lo que hay, incluso nosotros, hay parte de Dios, es decir, de esa energía primigenia anterior al Big Bang. Pues bien, hace pocas semanas, dos laboratorios: el Fermilab en Illinois y el CERN en Europa, han demostrado que el comportamiento errático de una partícula sub atómica llamada muón, es debido a que en nuestro Universo estarían actuando energías y fuerzas que van mucho más allá de la comprensión actual y que rompen en mil pedazos el modelo estándar de la física actual. Quizás estas energías y fuerzas de origen misterioso den explicación al otro gran quebradero de cabeza de la física: La materia oscura, que parece estar esparcida por todo el cosmos. ¿Puede que la cábala ya tenga respuesta a esas dudas? Si miramos los textos cabalísticos con mirada exclusivamente científica, la explicación a estos experimentos sería que en nuestro Universo quedan restos de lo que existía antes del Big Bang: una física y una materia que, en palabras de Stephen Hopkins, nada tendría que ver con la física/materia actual y que la cábala asimilaría a la esencia de Dios, anterior a la creación. Realmente la aproximación de la creación de la cábala, creamos o no que Dios está tras de ella, se ajusta como un guante a la realidad científica y cada vez más a medida que ésta aumenta sus conocimientos. Para mí, es un absoluto misterio cómo estudios esotéricos de hace siglos sobre los textos sagrados de hace milenios, describen con tanta precisión algo tan extraordinariamente complejo como el origen del Universo y cuyas conclusiones la tecnología actual parece estar demostrando, a su pesar me temo, punto a punto, ¿no creéis?


No hay comentarios :

Publicar un comentario