En este artículo quiero de nuevo unir dos noticias que han acontecido estos últimos meses y que abre las puertas a reinterpretar todo lo que sabíamos sobre los viajes espaciales y la posibilidad de que una civilización extraterrestre nos haya o no visitado.
Dentro de la ciencia nadie duda de que debe haber vida más allá de la Tierra, y que con toda seguridad existen seres inteligentes y civilizaciones avanzadas en nuestra propia galaxia. Según los cálculos de la propia NASA debe haber no menos de 300 millones de planetas habitables sólo en la vía láctea, ahora multiplicar esa cifra por 100.000 millones de galaxias.... 30 trillones de planetas habitables en el universo. Convendréis conmigo en que no es serio pensar que sólo la Tierra es habitable. Yo incluso voy más lejos, tampoco descarto la existencia de vida, no inteligente eso sí, en nuestro propio sistema solar. Sí no conocemos lo que hay en el fondo de los océanos, menos aún si hay vida subterránea en Marte.
Como ya dije en artículos anteriores, debe haber civilizaciones inteligentes en nuestra propia galaxia, pero el argumento que se esgrime, y en principio no carece de cierta solidez, es que las distancias espaciales son inmensas. Un ejemplo clarificador, la estrella más cercana, Próxima Centauri, se encuentra a unos 4 años luz, con nuestra tecnología actual, el viaje de ida con una nave de 100 metros, costaría no menos de 50.000 años, si esto es inviable, es fácil deducir que pensar alcanzar estrellas situadas a una distancia de 200 o 300 años luz con naves tripuladas es ridículo... ¿O no?
Aquí entra una de las noticias de la que os he hablado y que no suelen darse en los periódicos más allá de un pequeño artículo en la sección de ciencia. La ciencia ha demostrado que el escollo insalvable para los viajes interestelares: Viajar más rápido que la luz, no es tal. ¿Cuál es el problema? Einstein nos dijo que cuando una partícula supera la velocidad de la luz su masa crece hasta el infinito y por tanto necesitamos una cantidad de energía infinita para moverla. De ahí que siempre se nos haya dicho que no es posible viajar más rápido que la luz. Pero eso cambió hace unos años cuando se descubrieron unas partículas llamadas solitones, que al superar la velocidad de la luz no aumentarían en masa y que generarían una especie de burbuja espacio-temporal que nos permitiría viajar muchísimo más rápido que la luz, en pocas palabras: El motor de curvatura de Star Trek. ¿No es curioso como la ciencia cuando avanza casi siempre lo hace en la línea que ha marcado la ciencia ficción décadas antes, cuando no se tenía ni la base teórica para lo que plantean muchos escritores?
Pero sigamos. El problema estaba en que para generar esas partículas y esas ondas de curvatura se necesitaba una energía desconocida para la física. Pero parece ser que el problema ha sido encauzado por Erik Lentz, físico de la Universidad de Gotinga (Alemania), en su estudio publicado en Classical and Quantum Physics. Ha propuesto un método para la construcción de nuevos solitones hiperrápidos en los que no hay necesidad de usar densidades de energía negativa exóticas. Es decir, el problema ha pasado de ser teórico a ser de ingeniería. Sí que se puede viajar más allá de la luz pero necesitamos comprimir una masa que equivaldría a cien planetas Júpiter.
Sí, hoy es impensable lograr algo así, pero estamos de enhorabuena, los físicos Alexey Bobrick y Giannu Martire ya están estudiando cómo utilizar una fuerza gravitacional masiva para lograr comprimir esa masa. Es decir, aunque no tengamos aún disponible la tecnología para lograrlo, es sólo cuestión de tiempo que la tengamos, tal y como pasó con la energía nuclear o con la actual fisión, a punto de ser controlada. No podemos tener duda alguna que, si la humanidad no se autodestruye por su propia estupidez, dentro de mil años dispondremos de esos motores y que el viaje de ida y vuelta a Próxima Centauri nos costará tan solo un par de años. Ahora pensemos en una civilización que nos lleve tan sólo mil años de ventaja, sinceramente, creo que no es descabellado pensar que ya dispondrán de esa tecnología o una aún superior y que pueden alcanzar sin duda cualquier parte de la galaxia que se propongan. En pocas palabras, que una civilización alien es imposible que nos visite por las enormes distancias siderales es otro mito que hay que tachar y eso me lleva a la segunda noticia de estas semanas: La desclasificación de los archivos OVNI por parte del departamento de defensa de Estados Unidos.
Hace ya un par de años que el ejército estadounidense ha comenzado a filtrar grabaciones realizadas por sus pilotos militares de lo que ellos llaman UAP: Fenómenos aéreos no identificados, lo que siempre hemos conocido como OVNI's. De hecho, hasta hace poco, cualquier piloto comercial o de combate que asegurara haber visto un Ovni, podía meterse en serios problemas y ver peligrar su propia carrera profesional. Uno puede pensar, y seguro que en muchos casos fue así, que esos avistamientos eran prototipos militares que se deseaba mantener en secreto para no dar información a las potencias rivales. Ahora, el departamento de estado estadounidense, insta a que se informe de todos los avistamientos sin miedo a "consecuencias negativas". ¿Qué ha cambiado? Es lógico pensar que teman que las naves actuales que avistan y de las que desconocen su origen, sean aeronaves rusas o chinas que superen en mucho las capacidades técnicas de sus aviones, de hecho confirmaron que en 18 de esos casos, los objetos o imágenes percibidas se movían «a una velocidad considerable sin una forma discernible de propulsión» y que eran «objetos claramente tecnológicos».
Hace unos días tuvo un hecho histórico, se llevó a cabo una reunión de La Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes de EE.UU, la cual disponía de una vista pública y otra a puerta cerrada para los temas más delicados. El objeto de la comparecencia, era discutir públicamente los avistamientos de objetos no identificados (Podéis encontrar la comparecencia en internet). Scott Bray, subdirector de inteligencia de la armada del Departamento de Defensa y su superior, Ronald Moultrie, principal responsable de inteligencia en el Pentágono, confirmaron que los avistamientos de objetos tecnológicos no pertenecientes al ejército, son «frecuentes y continuos», confirmando que tenían desde 2004 a 2021 no menos de 144 avistamientos militares no explicables.
Ambos, admitieron estar desconcertados al conocer que China también tenía un programa, al igual que ellos y los rusos, que trataba de discernir el origen de esos objetos que hacen giros imposibles de 90º, que pueden volar a velocidades que no alcanza ningún avión conocido, detenerse en seco para a continuación sumergirse en el océano, como la filmación que todos hemos visto en el video publicado por la armada de USA. Todos sabemos que esa tecnología, si es terrestre, debe ser china, rusa o estadounidense, nadie más puede tenerla, pero si todos están investigando el fenómeno es porque no saben lo que es. Nadie investiga sobre lo que ya sabe. Creo que, tras la primera parte del artículo y tras estas declaraciones, no se puede descartar, sea cierto o no, que sean naves no terrestres. Respecto a la naturaleza de estos objetos, Scott Bray y Ronald Moultrie simplemente se limitaron a indicar: «no hacemos conjeturas sobre su origen».
Pero la guinda de la comparecencia fue cuando un periodista preguntó sobre la veracidad de que los militares hubiesen recuperado objetos no terrestres en tierra, en clara referencia a Roswell. Ambos mandos militares negaron que hubiera ningún caso en el que el ejército hubiera recuperado restos de un accidente en tierra de alguno de estos objetos o que hubiera pruebas de que fueran «de origen no terrestre». Hasta aquí lo esperable, pero el avispado periodista preguntó si habían recuperado alguno de estos objetos en el mar, la respuesta fue sorprendente: «eso lo trataremos en la parte de Secretos Oficiales de esta comparecencia». ¿No da qué pensar que no lo negaran tajantemente? Es evidente que hay objetos volantes que surcan nuestros cielos con una tecnología muy superior a la que conocemos los civiles. Si son militares o de una civilización extraterrestre no lo sé, pero visto lo visto y sabiendo ahora gracias a la ciencia que los viajes a velocidades mayores que la luz son posibles, podemos afirmar que la opción extraterrestre no es ni mucho menos descartable.
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