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viernes, 6 de enero de 2023

Las brujas de la noche


Antes de continuar con la serie de artículos relacionados con el ocultismo en el III Reich, quiero hablaros de la increíble historia de unas mujeres que se convirtieron en la peor pesadilla para las tropas nazis: Las temidas pilotos soviéticas conocidas como: Las brujas de la noche y que son protagonistas de mi nueva novela.


Sirva de antecedente que las mujeres tuvieron un papel muy importante en todos los frentes durante la II Guerra Mundial, pero su participación fue especialmente importante en el frente oriental, aunque su contribución ha sido obviada o minusvalorada en demasiadas ocasiones. Con este artículo quiero poner en valor su coraje. Su presencia no fue única en los regimientos femeninos de bombardeo, que quizás... o no, sea la más conocida. Todos hemos oído hablar del famoso francotirador Vasili Záitsev, que tan magistralmente interpretó Jude Law en Enemigo a las puertas, pero nadie conoce a la ucraniana Liudmila Pavlichenko, cuyos números fueron superiores: 245 oficiales abatidos de Vasili frente a los 309 de Liudmila y los 11 francotiradores abatidos por Zaítsev frente a los 36 de Pavlichenko. Tampoco casi nadie conoce a Aleksandra Samusenko, quien al mando de su tanque T-34 partió hacia el frente, convirtiéndose en una de las comandantes de carro de combate más fieras desde Stalingrado hasta la batalla de Pomerania (donde fallecería) pasando por la batalla de tanques del Kursk, donde recibiría la más alta condecoración por dirigir una compañía que logró destruir tres tanques Tigre I a los que se consideraba invencibles. 



Liudmila Pavlichenko

Aleksandra Samusenko


Lidia Litviak

Nadie nos ha contado tampoco que, ante la falta de hombres en la retaguardia, muchos de los regimientos antiaéreos soviéticos estaban formados por mujeres, como toda la defensa aérea de Leningrado durante su asedio o el famoso regimiento 1077, que defendió la fábrica de tractores de Stalingrado del asalto alemán, teniendo que retirarse no sin antes haber destruido 83 tanques. O como Lidia Litviak, conocida como la Rosa Blanca de Stalingrado, y su compañera Katia Budánova se convirtieron, como pilotos de cazas, en ases de la historia de la aviación mundial. Con solo 21 años de edad, Lidia lograría doce victorias en solitario y de dos a cuatro compartidas, manteniendo hasta el día de hoy el récord de derribos en combate real a manos de una sola mujer. 


Pero, ¿Cómo llegan estas mujeres a combatir en primera línea? Tras la Revolución de Octubre en 1917 y la toma del poder por parte de los comunistas, estos se encuentran con un país que vivía casi en su totalidad en la edad media. Los planes draconianos de Stalin para la industrialización del país hicieron que no se pudieran permitir que las mujeres quedaran fuera de las universidades o prescindir de ellas para los puestos técnicos. Muchas mujeres, de origen humilde, vieron la oportunidad tanto en la educación como en el campo de la aviación, que es la parte que nos ocupa en este artículo, un modo de prosperar y sacar a sus familias de la miseria. Muchas mujeres se hicieron pilotos de transporte, de acrobacias o de avionetas fumigadoras de campos, acumulando una enorme cantidad de horas de vuelo al llenarse de mujeres los clubs aéreos.


Marina Raskova

La más conocida de ellas sería Marina Raskova, quien será fundamental en la creación de los tres regimientos aéreos femeninos a los que más tarde los alemanes apodarían las brujas de la noche. Marina se convertiría en la Amelia  Earthart de la Unión Soviética, y se haría famosa en 1938 por sus vuelos de larga duración, el primero de más de 3000 kilómetros desde Sebastopol hasta el Ártico y el segundo de 6000 kilómetros desde Moscú hasta el Pacífico. Aunque el segundo no logró tener éxito, pues tuvo un accidente en plena Siberia que casi le cuesta la vida, sus hazañas se hicieron legendarias, logrando Marina ser declarada Heroína de Unión Soviética y convirtiéndose en amiga personal de Stalin, hecho como veremos, será fundamental para que las mujeres luchen como pilotos.


Ya en 1941, con los alemanes avanzando por toda la Unión Soviética, la necesidad imperiosa de disponer de una potente aviación se hizo más que evidente. Hombres y mujeres dispuestos a convertirse en pilotos no faltaban, pero los soviéticos no disponían de tantos aviones como pilotos. Como era de esperar y a pesar de que los aviadores masculinos tenían mucha menos experiencia que las mujeres, los aviones de combate fueron puestos en manos de hombres. Pero hubo un hecho que lo cambiaría todo. Masha Dolina, a quién podéis ver en la portada de la novela, era instructora en un club de vuelo que iba a ser capturado por los alemanes en su rápido avance hacia Moscú. El coronel a cargo del aeropuerto ordenó destruir todos los aviones, pero Masha se negó. No iba a permitir que su querido avión Polyakov U2, que luego tan popular harían las brujas de la noche, fuese destruido. Tras varias amenazas de denunciarlo a sus superiores por abandonar material de guerra, logró convencerlo de qué, si lograban volar de noche los aviones y ponerlos a salvo, pensaría en dejarla ser piloto de combate. Masha y el resto de mujeres del aeródromo, en una acción sin precedentes, salvaron los aviones llevando y aterrizando los aparatos al otro lado del Dnieper en completa oscuridad.


Esta acción no pasó desapercibida y Marina Raskova la usó para convencer a Stalin que le dejara crear tres regimientos aéreos completamente femeninos, inicialmente denominados: El 586º de caza y los 587º y 588º de bombardeo nocturno. Masha Dolina, sería requerida por Marina para dirigir el 588º Reg de bombardeo nocturno, algo que no le gustó en absoluto, pues estaba a punto de convertirse en piloto de caza por su hazaña, pero finalmente entendió que Raskova necesitaba a las mejores. Los inicios de estas mujeres en la guerra no fueron fáciles, el alto mando ni tan siquiera había pensado en sus uniformes, que les venían enormes por ser de hombres. A pesar de ello, cuando los alemanes se encontraban a menos de 150 kilómetros de Moscú, partieron al frente cantando una canción:


“Adiós Moscú querido. Parto a expulsar al enemigo…”


Sus aviones eran los anteriormente mencionados Polyakov U2, aeronaves biplaza usados para instrucción y más propios de la I Guerra Mundial que de aquella contienda, pues estaban hechos de unas pocas barras de aluminio, mucha madera y tela. Las propias pilotos los llamaban las máquinas de coser por su característico ruido de motor de taca-taca-taca-ta de las tricotosas. Pero eso no impidió a estas valerosas mujeres, todas voluntarias y muy jóvenes, la mayor de ellas apenas tenía de 23 años, en convertirse en la peor pesadilla del ejército alemán en cualquiera de los frentes. La camaradería entre estas mujeres fue lo que hizo de estos regimientos la unidad de combate de élite que fue. Habían chicas instruidas: Matemáticas, físicas, químicas, mujeres sin estudios pero muy hábiles en otras materias y unas a otras se enseñaban sus conocimientos entre misión y misión.



Pero, ¿Cómo llegan estas mujeres a tener esa fama? Tenéis que pensar que tipo de aviones pilotaban, se llamaban bombarderos pero ni tan siquiera tenían bodega de carga. Sólo disponían de dos bombas bajo las alas y todas las bombas que la copiloto del avión podía subir a su regazo. Con tan endebles aviones, solo les quedaba que actuar de noche, pues de día eran un blanco demasiado fácil de derribar y su merecida fama se la ganaron por su forma de atacar. Volaban de noche y a pocos kilómetros de su objetivo, apagaban los motores, planeaban, lanzaban sus bombas y encendiendo los motores remontaban el vuelo. ¿Os imagináis el terror de los alemanes? No se las veía, no se las oía, pero desde la profunda oscuridad de la noche, mujeres volando sobre lo que era poco más que una escoba, los destrozaban con sus bombas.


No es de extrañar, que los alemanes las llamaran nachthexen, brujas de la noche y que les tuvieran pavor, tanto, que a cualquier alemán que derribara una "bruja" le concedían la máxima condecoración: La Cruz de Hierro. Sirva de ejemplo, los comentarios que dejó sobre ellas uno de los ases de la aviación alemana, Johannes Steinhoff:


Nos era simplemente incomprensible que los pilotos soviéticos que nos daban tantos problemas eran, de hecho,... mujeres. Estas mujeres no le temían a nada: venían noche tras noche, en sus destartalados aviones, impidiéndonos dormir…


Espero que con este artículo se haga un poco más de justicia a las mujeres que en tantas facetas y a lo largo de toda la historia han sido tan poco reconocidas y que todos aprendamos a interesarnos e ir un poco más allá de lo que se nos suele contar en la mayoría de los libros, pues quizás nos estemos perdiendo historias fabulosas que merecen ser conocidas y contadas.




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