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sábado, 6 de febrero de 2021

¿Hay alguien ahí fuera? ¿Nos observan?


Recreación Oumuamua

Estas últimas semanas ha habido un gran debate y una enorme polémica por las declaraciones de los más que reconocidos y prestigiosos astrónomos Shmuel Bialy y Abraham Loeb del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en EE.UU acerca del misterioso objeto llegado del confín del espacio y que conocemos como Oumuamua ("mensajero de lejos que llega primero” en hawaiano). Ambos científicos publicaron un artículo en la revista Astrophysical Journal Letters en el que afirman que:


“Oumuamua puede ser una sonda totalmente operacional enviada de manera intencional a las proximidades de la Tierra por una civilización alienígena".


La polémica estaba servida. Esta afirmación no es gratuita, no está lanzada al aire para ser foco de atención, es una reflexión realizada tras descartar todo lo convencional. Pero vayamos al principio. El 19 de octubre de 2017, Robert Weryk y el telescopio Pan-STARRS recogió un hito en la historia de la exploración espacial, localizó el primer objeto que, sin género de dudas, procedía de fuera de nuestro Sistema Solar. Las sorpresas continuaron, pues su gran velocidad y su trayectoria altamente hiperbólica eran inusuales y no tenían explicación aparente. El poco tiempo en el que pudo ser observado tampoco aclaró mucho, pues aunque todos hemos visto recreaciones de su aspecto, en verdad no hay datos fiables de cómo es. Es cierto que puede que su extraña trayectoria sea debida a un fenómeno natural aún no explicado, pero no es el objeto de este artículo el debatir de si es un objeto natural o artificial, algo que no podremos desentrañar pues Oumuamua ya ha desaparecido de nuestro campo de visión y no podemos recabar más datos. Pero si quiero que reflexionemos ante las grandes preguntas que abre este histórico acontecimiento: ¿Hay alguien ahí fuera? Y sobre todo: ¿Nos observan?


Recreación del sistema Trappist I. Credit: NASA/JPL-Caltech

Respecto a la primera pregunta, aunque a muchos les extrañe, el 90% de los científicos lo tiene muy claro: Debe haber vida en el espacio más allá de la Tierra y por supuesto también vida inteligente. Sería curioso comparar este porcentaje respecto a los que opinaban así hace tan solo 30 años, cuando a quien proponía que habían más planetas fuera del Sistema Solar poco más que se le vilipendiaba públicamente por extravagante. Hoy la NASA, incluso ha confirmado que existen Sistemas solares similares al nuestro, como el que orbita alrededor de la estrella Trappist I, formado por siete planetas de tamaño similar a la Tierra con tres de ellos ubicados en la zona de habitabilidad. Es lógico pensar que debe haber vida ahí fuera, pues pensemos que solo en nuestra Vía Láctea hay 200.000 millones de estrellas y al menos el mismo número de planetas. Eso en nuestra galaxia…. Si pensamos que hay 2 billones (2 millones de millones) de galaxias, los actuales cálculos nos arrojan que en el Universo hay la mareante cifra de diez sextillones de estrellas: 10.000.000.000.000.000.000.000… ¿En serio alguien puede pensar que no hay nada vivo e inteligente ahí fuera?

Encelado. Credit: NASA


Yo iré mucho más allá, yo no descartaría encontrar vida (aunque difícilmente inteligente) en nuestro propio Sistema Solar. ¡Por Dios, si no conocemos ni lo que hay en el fondo del mar! ¿Cómo podemos afirmar que no hay seres vivos bajo la superficie de Marte, Mercurio, Venus o en los océanos líquidos que sabemos que existen en Europa (satélite de Júpiter) o de Encélado (satélite de Saturno)? Por no hablar de microorganismos... Estoy convencido que algún día descubriremos esa vida en nuestro propio sistema solar.


Escorpión en la cueva de Movile

Además, cuando pensamos en la vida asumimos que ha de parecerse a la que existe en la Tierra, seres basados en el carbono que respiran oxígeno y que sólo pueden vivir en ciertas condiciones de radiación solar y temperatura, que es como se definen la zona de habitabilidad de una estrella, pero esto no tiene porqué ser así. Ejemplo de ello es la Cueva de Movile a orillas del Mar Negro, en Rumanía. Examinada por primera vez en 1986 tras mantenerse sellada durante más de cinco millones de años, se comprobó que su ambiente era tóxico debido al elevado nivel de dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno, así como el escaso oxígeno. A pesar de ello, las bacterias de la cueva, que no podían hacer la fotosíntesis pues no llegaba la luz, encontraron en la quimosíntesis (como la oxidación de sulfuro en ácido sulfúrico, o la del amonio en nitrato) la forma de obtener nutrientes, materia orgánica que permitiría a extrañas arañas, escorpiones y otros 33 extraordinarios seres vivir en semejantes condiciones. Algo extraordinario. Es decir, el azufre como base de la cadena trófica en un sistema sin luz y sin apenas oxigeno… eso abre mucho el abanico de lo que consideramos habitable ¿no creéis?

Una vez aceptado por la comunidad científica que es ilógico pensar que no haya vida, incluso inteligente, ahí fuera, llega la segunda pregunta del artículo ¿Nos observan? Aquí la comunidad científica es muy clara también, dada las distancias espaciales y que no se haya detectado señales de radio “extrañas” salvo un puñado de ellas, como la famosa Wow! recibida el 15 de agosto de 1977 a las 23:16 en el radiotelescopio Big Ear y algunas más recientes, son claro indicativo que no hay vida inteligente en nuestro vecindario más cercano y que es imposible que otra civilización nos haya visitado o sepa que estamos aquí debido a la inmensidad del espacio. Pero, ¿esto es así?

El año pasado China creó uno de los mayores hitos de la tecnología: implantó con éxito un sistema de comunicación cuántica entre un satélite y dos telescopios. Este tipo de comunicación está basado en el entrelazamiento cuántico de partículas subatómicas y que posee la ventaja de ser una comunicación instantánea y fuera del espacio y del tiempo, es decir, cuando se modifica una de las partículas, la otra, independientemente de la distancia (aunque esté a millones de años luz), también se modifica al instante y sin que transcurra ni una mil millonésima de segundo. Además el sistema es inviolable pues cuando alguien trata de observar estas partículas durante su transmisión su estado cambia y el entrelazamiento queda roto. ¿Veis por dónde voy? Es evidente que una civilización que nos lleve sólo mil años, o nosotros mismos dentro de 100 años, basará sus comunicaciones en el entrelazamiento cuántico no en ondas de radio, pues con este sistema se puede comunicar con una base en Marte o con una nave a 10 años luz de forma instantánea, por lo que dudo mucho que haya una civilización avanzada transmitiendo sus comunicaciones por ondas de radio. Este argumento no me sirve.



“El espacio es inmenso y es difícil que nadie sepa que estamos aquí”, se argumenta. ¿Seguro? Hoy en día con nuestra tecnología, que comparada con la que los propios humanos poseeremos dentro de mil años (si no nos exterminamos antes a nosotros mismos) habrá la misma diferencia que entre la actual y la de los hombres de las cavernas, hemos descubierto planetas e incluso intuido y sabido con cierto grado de seguridad, que tipo de planetas son y sus atmosferas con telescopios con un diámetro de 5 metros. No es difícil de imaginar que dentro de mil años, cuando sin duda tengamos bases o quién sabe si ciudades, en Marte y la Luna, será una realidad los planes de triangular dispositivos telescópicos entre la Tierra, Marte y la Luna para tener un telescopio de diámetro interplanetario con el que se podrán contar los pelos del bigote de un ratón situado a años luz de distancia. Si ya estamos descubriendo planetas habitables, ¿cómo no va a haber una civilización que nos lleve tan sólo un milenio en tecnología que sepa que la Tierra contiene vida? Dentro de mil años los terrestres tendremos un mapa de casi todos los planetas de la galaxia, los habitables y los que no, su composición e incluso si hay vida en ellos, por lo tanto, una civilización extraterrestre debe saber por pura lógica que en la Tierra hay vida. Máxime cuando esta lleva millones de años de existencia, la ventana de observación es muy amplia. Saben que hay vida en la Tierra.

Luego llega el gran problema: Las distancias siderales. Sí, son enormes, ¿o no? De nuevo en este aspecto pensamos en términos humanos y en base a nuestra actual tecnología. Craso error. ¿Si le dijésemos a un miembro de esas tribus no contactadas que hay humanos que pueden ir y volver a la Luna en 5 días que nos dirían? Exactamente lo mismo que argumentamos hoy en día: Eso es imposible de conseguir. Además, con nuestra más que primitiva actual tecnología espacial, tenemos dispositivos tecnológicos que alcanzarían Próxima B, nuestra estrella más cercana a 4,2 años luz, en unos 30 años, donde por cierto hay un planeta similar a la Tierra y que probablemente sea habitable. ¿Cuánto nos costará llegar allí dentro de mil años? ¿Alguien puede ni tan siquiera imaginar cómo será nuestra tecnología espacial que hoy en día no está ni en pañales? Por no hablar de que, si nosotros tenemos ya la capacidad de crear Inteligencia artificial y robots, que no podrá tener alguien que nos lleve mil años.



Según cálculos de la NASA, debe haber unos 300 millones de planetas habitables en un radio de unos 30 años luz (distancia probablemente manejable para nosotros dentro de mil años). Podemos suponer que más si consideramos, como argumenté anteriormente, que la vida no tiene porqué ser  como la terrestre, pero demos el dato cómo válido. Según los cálculos del  profesor de Astrofísica Christopher Conselice de la Universidad de Nottingham y usando la ecuación de Drake, con esas cifras debe haber aproximadamente unas 36 civilizaciones tecnológicas en ese radio. Para mí la gran duda es saber si, con la gran cantidad de planetas que seguramente albergarán vida, incluida la no tecnológica, en nuestra galaxia, una civilización avanzada tiene la capacidad de explorar y haber enviado sondas a la decena de millones de planetas prometedores y si entre ellos está el nuestro. Si la respuesta fuese afirmativa, no tengo dudas de que tendrían la capacidad de recorrer 30 años luz y que esos 36 planetas con civilización serían un objetivo más que prioritario, tal y como lo serán para nosotros cuando los hallemos.

Si así fuese y siendo tecnológicamente muy inferiores, también sería lógico pensar que no intervendrían como no lo hacemos nosotros con las tribus “perdidas” del Amazonas o de Indonesia. También es absurdo pensar en las invasiones alien con las que fantasea Hollywood, una civilización capaz de atravesar 30 años luz en el espacio tiene recursos infinitos a su alcance, ¿para que querría la Tierra? ¿Agua cuando por ejemplo tiene a Europa que es todo un satélite de hielo por ejemplo? ¿Recursos minerales cuando son infinitos en el cinturón de asteroides?  Con este artículo sólo quiero que reflexionemos y que tengamos un poco más de visión crítica de las cosas, quizás no hayan venido los extraterrestres, es una posibilidad real, pero no más que la posibilidad de que sí lo hayan hecho.

2 comentarios :

  1. Muy buenas reflexiones. También puede ocurrir que estemos rodeados de algunas civilizaciones tecnológicamente más avanzadas que nosotros, pero no lo suficiente como para viajar a velocidades cercanas a la luz.

    Se necesita una cantidad de energía similar a la contenida en el Sol para acelerar una nave a la velocidad de la luz. Y por otro lado llevamos algo más de un siglo emitiendo señales de radio y avisando a todo el vecindario de que estamos aquí. Si esas civilizaciones no pueden viajar a la velocidad de la luz es posible que estén de camino y puedan llegar dentro de algún tiempo.

    De todas formas como no tenemos ni idea de lo que hay ahí fuera, sólo podemos especular.

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    1. La verdad es que debe haber de todo tipo de civilizaciones ahí fuera. Y es cierto que viajar a la velocidad de la luz es muy complicado, pero hace unas semanas NASA descubrió que en nuestro sistema solar y en la galaxia en general, existen una serie de "Autopistas estelares" que reducirían viajes de centenares de años a unas pocas decenas, eso, junto con una tecnología mucho más avanzada y conocimientos teóricos de "secretos" que desconocemos del espacio puedan hacer que los viajes interestelares no sean tan complicados.

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